El viento juega un papel fundamental en la actual transición energética, proceso que busca disminuir las emisiones de carbono y limitar el ascenso de la temperatura de la Tierra a 1.5ºC, por encima del nivel preindustrial para 2030. La energía eólica se ve como una herramienta valiosa para las naciones bajo este marco.
Se trata de una de las formas de energía más limpias y sostenibles existentes. Usa la fuerza del viento para producir electricidad y, al realizar esta acción, acota la dependencia que presenta el ser humano a los combustibles fósiles.
Gran parte de su importancia se debe a que la energía del viento contribuye de forma significativa a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Según la Agencia Internacional de Energía, la energía eólica podría brindar hasta el 20% de la electricidad global para 2030.
Una de las claves por las que la eólica se ve como un actor fundamental en la transición es la sostenibilidad. Es renovable y no genera emisiones contaminantes. Además, incorporar la energía del viento en la matriz energética del país aminora la dependencia de combustibles fósiles y ayuda a diversificar las fuentes de energía.
Siguiendo esta línea, la energía eólica flotante da un paso más allá, puesto que presenta un sistema para producir energía renovable y limpia a partir del viento, pero no en la Tierra, en el mar.
Las últimas noticias sobre el viento son preocupantes: ¿qué pasa con la eólica flotante?
Aunque hace años se abrazaba la idea de tener cerca la energía eólica flotante, hoy está perdiendo peso en el sector energético. Un gran número de promotores se han echado atrás por la lentitud y retos que se están encontrado a la inversión.
Un nuevo estudio de Westwood Global Energy Global, la compañía especializada en consultoría e investigación del mercado de la energía, expuso que los promotores están mostrando signos de arrepentimiento en proyectos de energía eólica marina flotante.
El informe fue realizado junto con World Forum Offshore Wind, Norwegian Offshore Wind, Oceantic Network y WindEurope. Esta situación se está dando conforme caen las expectativas de crecimiento a corto plazo y baja la confianza en varios puntos de la cadena de valor.
En la encuesta anual de Westwood participaron 166 partes interesadas en este tipo de energía, entre las que había ingenieros, desarrolladores de productos, inversores, organizaciones gubernamentales, etc.
Los resultados arrojaron que, aunque la actividad 2024 se mostraron al alza, retrasos en las entregas, el riesgo de inversión y la lenta adopción de las políticas están teniendo como consecuencia una postula más moderada.
El viento, en declive: los promotores pierden confianza en el sector de la eólica marina
Si comparamos estos resultados con la encuesta ejecutada en 2024, se vislumbra un cambio claro en el optimismo de los promotores. Ahora la confianza ha retrocedido, con un 63% menos optimista que el año pasado.
El resto de las empresas también evidenciaron un optimismo bajo, con expectativas de crecimiento más moderadas que en 2024. Particularmente, el 72% de los encuestados/as estima que menos de 3 GW de capacidad global de energía eólica marina flotante se encontrará operativa en 2030.
¿Por qué se está dejando de creer en el viento?
Entre los motivos por los que se ha perdido la fe en la energía del viento en el mar, son notorias las dudas en cuanto a los retos financieros. Es el caso de los altos costes de capital inicial y una acotada confianza de los inversores en las nuevas tecnologías.
Entre los obstáculos no financieros, siguen teniendo dominio las infraestructuras portuarias y una falta de normalización de las tecnologías. El informe lo ha puesto de manifiesto. Algo grave sucede: la fe en el viento se está perdiendo. Un marco ante el cual Canarias convocó la IV Mesa de la Energía Eólica Marina para impulsar esta renovable en el archipiélago.