Cuando se habla de beneficio e intencionalidad, en la sociedad percibimos criminalidad, pero en realidad se trata de usar el fuego como herramienta para eliminar rastrojos o eliminar matorral para ampliar pasto o zonas de caza.
En estos días de calor inusual seguimos con incendios en el norte de España. Como recordábamos en otros artículos, hablar de piromanía y de terrorismo ambiental nos aleja de las verdaderas causas y de las soluciones. ¿Cuál es la motivación o intención en quemar? En 2007, en Greenpeace presentábamos el informe “Incendiarios” que buscaba responder a las preguntas: ¿Quién quema el monte? ¿Cuál es el perfil del incendiario? En él se establecían ocho perfiles de personas que estarían detrás de los incendios.
Ese mismo año se creaba la Fiscalía de Medio Ambiente en 2007. Durante 2015-2016, esta Fiscalía elaboró un estudio del Perfil Psicosocial del Incendiario Forestal con la propuesta de cinco motivaciones principales que explicarían los incendios forestales: tres grandes (beneficio, sin sentido e imprudentes leves) y otros dos todavía con poca representación (venganza e imprudentes graves). En ambos estudios, el resultado estaba claro: el principal incendiario es aquella persona que busca el beneficio en el fuego.
Cuando se habla de beneficio e intencionalidad, en la sociedad percibimos criminalidad, pero en realidad se trata de usar el fuego como herramienta para eliminar rastrojos o eliminar matorral para ampliar pasto o zonas de caza. De manera que las motivaciones están muy alejadas del terrorismo o a la especulación y se deben a un uso “cultural” del fuego que se ha realizado de forma tradicional (la estadística del Ministerio para el decenio 2001-2010 confirma que el 68,4% de los incendios intencionados se deben a fuegos realizados originalmente para quemas agrícolas o de regeneración de pastos).
También se confirma en cualquiera de las memorias de la Fiscalía de Medioambiente. Por ejemplo, la memoria de 2013 dice: “Las quemas con motivaciones ganaderas preponderan en determinadas zonas del norte país(norte de León, Zamora, etc.). Sin embargo es posiblemente Asturias una de las comunidades en las que ese tipo de problemas acaba siendo más acuciante. Son incendios que se provocan generalmente en marzo, con 970 casos y que vienen a suponer el 43,1 por 100 de los incendios de todo el año.”
Y dando respuesta a la visión de algunos sindicatos agrarios, el hecho de que siempre se haya quemado, no significa que siempre esté bien. En un contexto de cambio climático, los incendios han evolucionado a episodios de altísima gravedad. No se puede quemar cuando hay un índice extremo de riesgo de incendio forestal.
Mapa de niveles de riesgo de incendio previstos 6 de marzo de 2019. Fuente AEMET.
Es fundamental emprender campañas de concienciación y diálogo con el medio rural. Las quemas siempre tienen que estar controladas y autorizadas, respetar las temporadas de prohibición, las alternativas al uso del fuego, así como prevenir al máximo adoptando las recomendaciones y prohibiciones oportunas. Si las quemas no están autorizadas constituyen un delito que, si deriva en un incendio, conlleva penas de hasta 20 años de prisión.
Por otro lado, destacar que necesitamos de la ganadería y del pastoreo para reducir el combustible acumulado, es decir la vegetación seca que es el alimento para el fuego. Las soluciones ante los grandes incendios forestales son complejas, como sus causas. No se trata de demonizar a los ganaderos como terroristas sino de trabajar conjuntamente. Las personas que trabajan en el campo y viven de él son fundamentales para dinamizar el medio rural y por tanto, proteger nuestros bosques.
Para más información: Greenpeace