Islas Maldivas: explotación laboral y destrucción del medio ambiente. Después de Dubái, Maldivas es el segundo mercado más grande del mundo en la construcción de islas artificiales. En las últimas dos décadas, el paraíso turquesa de las Maldivas va ganando metros al mar con la puesta en marcha de la construcción de insostenibles islotes artificiales donde expandir sus idílicos complejos hoteleros que destruyen la naturaleza y el medio ambiente. Pero, detrás del lujo soñado por el turismo occidental, se esconde una mano de obra que raya la esclavitud y unos considerables daños al medio ambiente.
Insostenibles islotes artificiales
El paradisíaco archipiélago de las Maldivas lo constituyen 1.200 islas rodeadas de finas arenas blancas, palmeras y un mar turquesa transparente, irresistible para cualquiera. Cada año, llegan a estas islas algo más de 1.700.000 turistas, una cifra que triplica a la de la población autóctona. Tanto es así, que la industria de este turismo insostenible supone ya para Maldivas el 90% de su economía.
Pero para que esta expansión turística no se frene, desde hace algo más de una década, el gobierno ha puesto en marcha un proyecto basado en la construcción de insostenibles islotes artificiales o en la ampliación de islas naturales donde se edificarán complejos hoteleros que atentan contra las costas y la naturaleza del país. Un equipo de periodistas grabaron cómo el paisaje maldivo ha dejado de ser tan idílico por el ir y venir de las excavadoras que extraen millones de metros cúbicos de arena del fondo marino con las que rellenan las lagunas que se transformarán en tierra firme.
En este caso, ya han conseguido ampliar la isla con 200 hectáreas de suelo ganado al mar. “En el norte, se están creando tres islas resort para el desarrollo del turismo insostenible”, explican el francés Joffrey Cary a la periodista. Él es el encargado del proyecto que lleva a cabo la empresa holandesa Van Oord, líder en la construcción de las insostenibles islas artificiales.
Ya se han ampliado dos tercios de las 300 islas habitadas y se han creado decenas de otras nuevas, réplicas perfectas de las islas naturales pero que no lo son donde se ubicarán los bungalós de lujo. El estado maldivo parece estar cumpliendo con su objetivo de aumentar la capacidad hotelera en casi un 20% para 2025, cueste lo que cueste y por supuesto pasando por encima del medio ambiente.
Una barrera de coral asfixiada
Existen 170 complejos hoteleros, algunos en islas reservadas exclusivamente a los turistas, que no están exentos de impacto medioambiental. En realidad, el turismo en el archipiélago gira en torno al océano. Maldivas posee uno de los arrecifes de coral más grandes del planeta, incompatible con la presión inmobiliaria.
Por eso, cada vez es más frecuente ver cómo parte de ese arrecife coralino se está volviendo blanco por falta de oxígeno. La investigación revela que miles de corales han sido condenados bajo la arena. “Toda la vida marina está muriendo y a nadie le importa”, asegura Abib, un maldivo al que se le parte el corazón viendo el desastre ecológico que el turismo provoca sin piedad.
Mano de obra esclava
Los turistas pasan sus días de ocio en una burbuja, fuera del mundo y de las costumbres maldivas, ajenos a todo lo que hay detrás del paraíso que están viendo. Es muy probable, que casi nadie pueda imaginar, cómo y por quién han sido construidos los accesos y servicios de los que disfrutan dentro de sus recintos cerrados. Los periodistas siguieron a los trabajadores indios contratados y grabaron las penosas condiciones en las que ejecutan las obras y que rayan la esclavitud.
Según pudo comprobar la investigación, son la imagen del escándalo de la expansión del turismo insostenible. “Debemos trabajar dos años enteros”, le cuenta uno de estos trabajadores. Enseguida, uno de los capataces aparece y tras mostrar su incomodidad ante las cámaras, curiosamente, relata con naturalidad que “les quitamos los pasaportes y así no puede salir nadie”.