La inversión será clave para que la transición energética se materialice y se convierta en algo real, y está deberá recaer casi en su totalidad en las redes de electricidad donde el marco regulatorio jugará un papel clave.
La economía descarbonizada la alcanzaremos a través de la electrificación, por tanto, avanzar no es sólo generar más energías renovables sino también integrar en el sistema eléctrico la generación renovable y distribuida, el autoconsumo, todos los vehículos híbridos y eléctricos y el almacenamiento, además de permitir una gestión activa de la demanda.
Pero ¿qué tienen en común todos estos elementos? Pues que para poder desarrollarse de manera efectiva y eficiente necesitan una red eléctrica tecnológica y digitalmente avanzada.
España cuenta con una gran ventaja para materializar esta transición y que sea real, porque su sistema eléctrico, y sobre todo la distribución, es un caso de éxito a nivel mundial debido a su robustez, su fiabilidad, su bajo coste y el alto nivel de tecnificación.
Aún así, es muy importante que los distribuidores avancen más en lo que a tecnificación de la red respecta, en especial la red de media y baja tensión, dotando así con una mayor flexibilidad al sistema y permitiendo integrar recursos energéticos distribuidos, el autoconsumo y la movilidad eléctrica.
Sin olvidar que es necesario digitalizar los procesos de explotación de las redes, ya que será clave para evolucionar la red de una plataforma física a una virtual.
En definitiva, la inversión en redes permite generar palancas para aprovechar la oportunidad de transformar el modelo español en uno mucho más productivo, posicionando la industria eléctrica en la vanguardia mundial a escala global y construyendo el futuro descarbonizado que nos hemos propuesto.
Fuente: Volvo Buses