Alemania se acerca a una nueva etapa en el sector de la movilidad. Los motores eléctricos y de gasolina podrían pasar a ser algo del pasado. Siempre se han buscado diferentes fuentes de energía. Es requerida para concretar varias de las actividades del día a día.
Debido a esta necesidad latente, hemos sido testigos de cómo los combustibles han evolucionado. Primero recurríamos a recursos naturales. Más adelante, comenzamos a innovar hasta llegar a las tecnologías presentes. La madera fue uno de los primeros combustibles, junto con la biomasa.
Esta última implica recursos orgánicos. Pasada esta etapa, llegó el momento del carbón. Su descubrimiento durante la Revolución Industrial fue un antes y un después. Hubo un momento en el que era el principal combustible. Se usaba para generar energía y mover el transporte.
En el siglo XIX , surgió el motor de combustión interna. Entonces, el petróleo se quedó con el primer puesto del combustible rey. Sumado a esto, el gas natural también ha tenido su cuota de protagonismo en la historia. Se ha empleado en la industria y el hogar.
Además, se ve como una alternativa al petróleo y el carbón, sobre todo en sistemas de calefacción y producción de electricidad. Las últimas décadas han estado marcadas por los combustibles alternativas y las energías renovables. En esta línea, llega lo que podría ser el combustible del futuro.
Alemania confía en el combustible del futuro
Tras conocerse el revolucionario combustible en el que está confiando China, ha salido a la luz lo que está pasando en Alemania. Durante la última década, Alemania se ha colocado como líder en la carrera de la movilidad eléctrica. Ha destinado miles de millones en baterías y redes de carga.
No obstante, las limitaciones técnicas y problemas de autonomía han generado que el país busque otras opciones. Alemania parece haber encontrado la respuesta en el motor de combustión. En principio, esto iría en contra de los objetivos de Europa.
Pero eso es porque todavía no hemos mencionado su rasgo distintivo: será alimentado por hidrógeno, el llamado “combustible del futuro”. Hace tiempo, los coches eléctricos se presentaron ante el mundo como una solución sostenible.
Alemania se transformó así en su mayor promotor. Respaldó este importante cambio de paradigma con infraestructuras de carga y tecnologías de baterías de última generación. No obstante, el impulso inicial pronto tuvo que enfrentarse con problemas aún sin solución.
La movilidad eléctrica todavía atraviesa por tiempos de carga largos, autonomías insuficientes y elevados costos de materiales como litio, níquel o cobalto.
Alemania mira más allá de los coches eléctricos: ¿el coche de hidrógeno es lo que necesitamos?
Una realidad compleja que ha llevado a Alemania a investigar nuevas opciones que pueda convivir con los eléctricos. La compañía alemana Bosch apuesta por el hidrógeno. El concepto traspasa la producción de pilas de combustible, ya fabricadas en masa desde 2022.
Lo que se busca en esta oportunidad es impulsar una economía completa alrededor de este recurso. Desde el proceso de creación, con energías renovables, hasta su almacenamiento y posterior reparto. El dato novedoso es que los nuevos motores de combustión de hidrógeno tienen una capacidad de aprovechamiento de hasta el 90%.
De esta manera, es posible darles una segunda vida a los motores de diésel o gas. Una estrategia que baja costes, tiempos de fabricación y dependencia de recursos escasos.
¿Alemania tiene en sus manos el combustible del futuro?
Los coches eléctricos han demostrado ser una alternativa adecuada para moverse por trayectos cortos, además de ser un transporte ligero. No obstante, para descarbonizar transporte pesado y de larga distancias, se necesita algo más que baterías.
Estas piezas aún muestran límites claros que sí solventa el hidrógeno. Este combustible brinda la potencia necesaria en condiciones extremas. Generado a partir de energías limpias, es prácticamente neutro en emisiones. Rasgos que también han despertado el interés de Hyundai, Toyota y Kia.
Por ahora, Alemania está experimentando con el que podría ser el combustible del futuro. El terror de los motores eléctricos y de gasolina. Al mismo tiempo, pero en otro escenario, Alemania atrapa viento y lo transforma en combustible.