Beth Cole, la dueña de Sage, se puso en contacto con todos los vecinos de su comunidad para que la ayudaran en la búsqueda de su perra en cuanto ella y su familia se percataron de que la habían dejado accidentalmente fuera de casa. La búsqueda duró hasta altas horas de la noche e, incluso, se prolongó varios días después. Tras una semana entera buscándola, la desesperanza comenzó a invadir sus vidas, pero no se rindieron.
A Sage, una Labrador de 12 años completamente ciega a causa de un glaucoma, se le perdió la pista la noche del pasado 24 de febrero en Boulder Creek, California. Pasaron ocho días de su desaparición hasta que un bombero fuera de servicio se la encontró acurrucada entre la vegetación de un bosque cercano a donde vivía y la rescató con vida.
Beth Cole, la dueña de Sage, se puso en contacto con todos los vecinos de su comunidad para que la ayudaran en la búsqueda de su perra en cuanto ella y su familia se percataron de que la habían dejado accidentalmente fuera de casa. La búsqueda duró hasta altas horas de la noche e, incluso, se prolongó varios días después. Tras una semana entera buscándola, la desesperanza comenzó a invadir sus vidas, pero no se rindieron.
Los Cole continuaron buscándola, empapelando las calles con carteles ofreciendo recompensa, poniéndose en contacto con medios de comunicación locales. Pero Sage seguía sin aparecer.
No fue hasta pasados 8 días cuando un golpe del destino quiso pintar un final feliz a esta angustiosa historia. Dan Estrada, un bombero fuera de servicio y vecino de los Cole, había salido de excursión junto con un amigo y sus dos perros por los bosques que rodean su vecindario cuando de repente se topó con algo. «Al principio pensé que se trataba de una bolsa de basura que flotaba en el agua. No veo muy bien, así que no fue hasta que me acerqué cuando vi que en realidad se trataba de un perro», contó Estrada a varios medios.
No era un perro cualquiera, era Sage, la perra ciega de sus vecinos, a la que tanto tiempo habían estado buscando. En aquel momento su corazón le dio un vuelco, pues Sage no se movía. «Cuando vimos que estaba viva, salté al río, la abracé y la acaricié». Debido a su debilidad y agotamiento, Sage era incapaz de levantar su cabeza y mover la cola, pero se sentía muy agradecida de que Dan estuviera allí.
De camino a casa, el amigo de Dan contactó con los Cole y el reencuentro no pudo ser más emotivo. No había ni un rostro por el que no resbalaran lágrimas.
La familia Cole, en un gesto de agradecimiento, quiso darle a Dan los 1.000$ de la recompensa, pero éste los rechazó y les animó a donarlo a una organización de rescate de animales.
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