El Deimos 1 fue lanzado en julio de 2009 por la compañía española Deimos, porta seis cámaras sensibles a diversas longitudes de onda y da la vuelta a la Tierra cada 110 minutos. En su recorrido realiza grabaciones con una resolución de hasta 20 metros de una franja de 700 kilómetros y la exactitud de las imágenes permite retratar un pequeño prado o grupo de árboles. Así el Deimos fotografía el terreno en varias longitudes de onda, que tras aplicar algoritmos, los ingenieros traducen estos datos en parámetros sobre el estado de la vegetación. Con ello, pueden conocer cuál es la actividad fotosintética de la planta, y por tanto, su crecimiento, el grado de humedad o la cantidad de materia orgánica acumulada sobre el terreno.
Alfredo Romo, director de aplicaciones de Deimos Imaging, la rama de la empresa encargada de operar el satélite, explica en un amplio reportaje del suplemento Eureka, del periódico El Mundo, publicado ayer, que “el espacio está infrautilizado” y se pueden usar datos de satélite para “saber cuáles son las zonas en las que la vegetación está mejor o peor”.
Otras aplicaciones
Miguel Belló, director general de Deimos e ingeniero aeronaútico que estuvo parte de su carrera en la Agencia Espacial Europea explica en el suplemento Eureka que “el objetivo es grabar una gran cantidad de terreno con la mayor resolución para aplicaciones de agricultura, de medio ambiente, de cambio climático, incendios y desastres naturales”.