La anguila europea (Anguilla anguilla) es una especie migratoria catádroma, con un complejo ciclo biológico, donde aún se desconoce en su totalidad el grado en que intervienen los distintos factores que amenazan su población (presas y obstáculos a la migración, pesca, cambio climático y de las corrientes oceánicas, contaminantes, infecciones virales y parásitos…).
La especie se reproduce en el Mar de los Sargazos, desde donde la larva “leptocéfala” es arrastrada por las corrientes oceánicas hacia las costas de Europa y norte de África, donde se transforman en angula, fase en la que se la puede encontrar en rías, estuarios y desembocaduras de los ríos.
Desde aquí, la angula sube aguas arriba, pasando en los rios la mayor parte de su vida adulta hasta alcanzar la fase de anguila plateada, que es cuando alcanza la madurez y debe migrar de nuevo hacia el mar de los Sargazos para reproducirse y morir.
La anguila europea se considera como un único stock poblacional
Anguilas y angulas europeas no soportan más ser una ‘Delicatessen’ para el ser humano: quizá si fuera un animal más carismático, su dramático declive hubiera despertado una mayor conciencia social, como ocurrió con el oso pardo o el lince ibérico. Pero la anguila europea, una especie autóctona como estos mamíferos, está al borde del precipicio y no parece activar ninguna alarma.
No solo eso, sino que se sigue pescando y consumiendo en restaurantes a precios cada vez más prohibitivos a medida que hay más escasez, siguiendo un «mecanismo de mercado completamente perverso», denuncia Miguel Clavero, investigador en la Estación Biológica de Doñana del CSIC.
La anguila y angula europea «lleva mucho tiempo en riesgo inminente de extinción y cada vez nos resignamos más a esa situación», explica este científico, que viene estudiando la evolución del animal desde hace años. En 2008 fue declarada como especie en peligro crítico de extinción, la categoría de máximo peligro en la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), lo que supone un riesgo «inminente» de desaparecer.
Este pez lleva «casi 20 años en ese estado y no ha habido ningún signo de mejoría en ningún sitio, y sí ha habido un empeoramiento en la mayor parte del área de distribución de la especie«, detalla Clavero. Desde los años 80, la población de anguila europea se ha reducido un 98%, según un estudio publicado en la revista Science en 2021. Otro estudio, conducido por Clavero y científicos del CSIC y del Parque Natural del Delta del Ebro, concluyó el pasado enero que las capturas habían caído en un 78% en este paraje solo entre 2000 y 2023, algo que se explica, además de por la sobreexplotación, por la irrupción de una especie invasora como el cangrejo azul.
De alimento para pobres a objeto de deseo por su escasez
Detrás del declive hay varias causas. Por una parte está la pérdida de su hábitat natural, de hasta el 80% en la península Ibérica: la anguila ya no puede remontar la gran mayoría de ríos por la construcción de presas. A esto se suman otros problemas como la presencia de un parásito procedente de la anguila asiática o la contaminación por plásticos, pero el factor determinante, recuerda este investigador, es el hecho de que se siga pescando.
«La producción comercial no solo no se ha atenuado sino que se ha acentuado», denuncia Clavero, puesto que «al escasear, se ha convertido en un objeto de deseo para quienes consumen alimentos pensando en el prestigio de estos».
Todo ello cuando antaño la anguila era «un alimento del pueblo», tan común en España que, cuenta la leyenda, se daba de comer incluso a cerdos y gallinas. La situación cambió cuando se empezó a extender la costumbre de comer angulas, la cría de la anguila, algo propio de la cultura culinaria vasca, pero que se popularizó en todo el país.
A nivel global, pasó algo parecido en los 70, cuando se globalizaron los «usos de la cocina japonesa», donde la anguila es muy popular, lo que influyó en su «colapso» una década después. A medida que la anguila es más escasa, es también más exclusiva, lo que se refleja en el precio del kilo de sus alevines, las angulas, que bascula en España alrededor de los 1.000 euros.
No hay siquiera una veda total de sus capturas
Por ello, Clavero y unos 300 científicos firmaron un manifiesto en 2023 reclamando una veda total en las cuotas de pesca de una especie más amenazada que el águila imperial ibérica o el oso panda.
«Es realmente incomprensible que las administraciones no paren de forma radical esto», señala. Con otras especies marinas, su explotación se frenó mucho antes de llegar al estado dramático de conservación de este animal. Es el caso, por ejemplo, de la anchoa del Cantábrico, donde «se forzó un cierre total de toda la flota» durante tres años.
La diferencia es que con la anguila y con la angula no hay pérdida de rentabilidad incluso aunque disminuyan las capturas. «Como suben muchísimo de precio, da igual que antes se pescaran 100 kilos y ahora 2, te sigue saliendo rentable», expone Clavero. A ello se suma el poder de un «lobby importante» de la anguila a nivel europeo, añade.
Hay una tendencia de los Chefs que retiran la angula de su carta
Este científico recuerda que una veda total de las capturas no tendría un gran impacto en «familias y empresas» que se dedican a la pesca, ya que hay «cero pescadores en España que vivan exclusivamente» de la anguila, pero en cambio este cese tendría un «impacto gigantesco» para la especie. Gran parte de la explotación es ilegal, ya que se lleva a cabo para su exportación a mercados asiáticos, algo que está prohibido en los países de la UE.
Sería bueno frenar las capturas también para la propia explotación pesquera, que en el caso de la anguila y la angula en España es mayoritariamente tradicional. «Si queremos que la tradición se mantenga hay que parar, porque si la especie se pierde, se pierde la actividad», insiste.
Algunos ya han movido ficha para salvar a este pez. El chef vasco Pedro Subijana, considerado uno de los mejores del mundo, se unió en 2023 a una veintena de cocineros de prestigio para retirar de la carta de su restaurante Akelarre la anguila y la angula hasta que no haya una moratoria total.
Anguila europea, un ‘periplo’ único en el mundo
«Es como si nos estuviéramos comiendo unos 30 o 40 linces ibéricos cada año», ejemplifica este científico. Muchos estudios resaltan que los animales «feos» reciben menos atención científica o fondos para su conservación, y Clavero cree que esto puede influir en que haya una menor «empatía» por un animal que se ve como una culebra marina.
Pero, eso sí, reconoce que le cuesta entender esta falta de empatía. «Yo lo considero como un animal espectacular, mucho más allá de lo que es un oso o un lince, es un espectáculo de la naturaleza y me cuesta trabajo ver que no se le considere así en la sociedad», apunta.
Lo cierto es que la anguila europea tiene un ciclo vital «alucinante», una «epopeya», como la llamaba Félix Rodríguez de la Fuente en los programas de Radio Nacional que le dedicó hace ya medio siglo.
Este animal nace, desde hace 140 millones de años, en el mar de los Sargazos, una zona del Atlántico cercana a Cuba y Florida, y migra hasta Europa en forma de larva arrastrada por las corrientes en un periplo que puede durar dos años. Una vez aquí, primero con angulas y después como anguila ya madura, pasa varios años en costas, desembocaduras de ríos y humedales. «Las anguilas pueden ser muy longevas, pueden estar aquí 20 años y hay algunas que han llegado a estar 80 o 100 años», señala Clavero.
Pero la parte más alucinante del trayecto, según este experto, es la vuelta. Las anguilas vuelven «por un camino diferente», sin que se sepa exactamente por qué, al mismo lugar en el que nacieron. «Y todo ese camino lo hacen sin comer, se convierten en una máquina de nadar que no para en los 4.000 o 6.000 kilómetros que tiene hasta el mar de los Sargazos».
Una vez de vuelta, se reproducen, desovan y mueren. Sus crías comienzan de nuevo entonces el periplo, sin parangón con otras especies. La gran pregunta, ahora, es hasta cuándo la anguila va a poder seguir haciendo este recorrido. El animal podría desaparecer antes de que lleguemos a comprender del todo su fascinante comportamiento.