Las especies invasoras son aquellas que llegan al país de diferentes maneras (importadas como mascotas, por accidente, etc.) y que una vez se encuentran libres son capaces de adaptarse a ciertos ecosistemas transformándose en elementos dañinos para al mismo, al competir por los recursos con las especies locales y/o desplazarlas o atacarlas hasta hacerlas desaparecer. Las cotorras son buen ejemplo de ello.
Las cotorras argentinas y de Kramer son aves exóticas invasoras que, tras décadas de expansión en entornos urbanos, suponen una grave amenaza para la biodiversidad local, los árboles, la seguridad estructural y la salud pública debido a los daños que provocan y las enfermedades que pueden transmitir.
La Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA) reclama una estrategia nacional de control de cotorras, que cuente con criterios técnicos comunes, empresas especializadas acreditadas y una coordinación real entre administraciones para garantizar intervenciones eficaces, seguras y sostenibles.
La situación es insostenible
Desde la ANECPLA advierten de la creciente problemática que supone el control de cotorras en espacios urbanos y reclama una intervención coordinada, efectiva y basada en criterios técnicos para evitar el agravamiento de los impactos que estas aves exóticas invasoras están provocando sobre la biodiversidad, la salud pública y el patrimonio vegetal de muchas ciudades españolas.
“El control de las cotorras no puede seguir abordándose desde la improvisación. Es urgente establecer una estrategia conjunta y sostenida en el tiempo que permita frenar los efectos negativos que esta especie está provocando en nuestros entornos urbanos”, demanda Jorge Galván, director general de ANECPLA.
La gestión es muy ineficaz y desordenada de las cotorras
Actualmente, la medida más extendida para el control de estas aves es la retirada de nidos en árboles, una práctica que ha demostrado ser contraproducente. Lejos de frenar su avance, esta técnica provoca un efecto rebote: las cotorras duplican la construcción de nidos como mecanismo defensivo. Además, la retirada implica importantes complicaciones técnicas y logísticas por la altura de los nidos, lo que incrementa considerablemente los costes para los ayuntamientos.
“Es absurdo continuar con métodos como el apeo de nidos si está comprobado que solo consigue multiplicar el problema. Necesitamos soluciones eficaces, sostenibles y con respaldo técnico”, señala Galván.
Otras estrategias como la captura con redes a nivel del suelo han tenido una efectividad limitada y puntual. “Son aves extremadamente inteligentes, aprenden rápido y tras las primeras capturas evitan descender al suelo”, explican desde ANECPLA.
Uno de los principales obstáculos para avanzar en un control efectivo es la descoordinación institucional. Mientras el Estado, las comunidades autónomas y los municipios debaten sobre sus competencias, son las administraciones locales quienes enfrentan directamente el problema sin un marco de actuación claro. Esto, a pesar de que ya existe legislación específica sobre especies exóticas invasoras que contempla su control y posible erradicación cuando generan impactos negativos.
“El problema no es la falta de normativa, sino la ausencia de una interpretación y aplicación común. Tenemos una ley clara, pero cada administración actúa por su cuenta y sin coordinación, lo que impide una respuesta eficaz”, remarca Galván.
Los daños son numerosos, variados y cuantiosos
Las cotorras no solo desplazan a otras especies autóctonas, sino que causan importantes daños en árboles y arbustos. La construcción de nidos implica la rotura de ramas y brotes, debilitando la flora urbana. Además, sus enormes nidos —que pueden superar los 100 kilos— suponen un riesgo estructural por su peso y dificultan las tareas de retirada.
En el ámbito sanitario, preocupa la transmisión de enfermedades a través de sus excrementos, como la toxoplasmosis, lo que añade un factor de riesgo para la salud pública. “Estamos hablando de un problema medioambiental, pero también de salud pública y seguridad ciudadana. No se puede seguir ignorando”, advierte el director de ANECPLA.
La solución debe ser profesional y sostenible
Desde ANECPLA se subraya la necesidad urgente de establecer una estrategia nacional basada en criterios técnicos y ejecutada por profesionales acreditados. “Es imprescindible crear un registro oficial de empresas especializadas, que cuenten con formación específica y cumplan los requisitos legales para el uso de herramientas como carabinas, métodos de captura o retirada de nidos en altura”, apuntan.
“Los ayuntamientos necesitan saber que están trabajando con profesionales formados y autorizados. Esto dará seguridad jurídica, eficiencia en la gestión de las cotorras invasoras y tranquilidad a todos los implicados”, apunta Galván.
El control de esta plaga no puede abordarse desde una visión a corto plazo. Casos como el de Zaragoza demuestran que el seguimiento constante y el uso de múltiples técnicas puede reducir notablemente las poblaciones, pero solo con una acción sostenida en el tiempo y a diferentes escalas (municipal, autonómica y estatal).
En este sentido, ANECPLA desaconseja el uso de anticonceptivos de forma generalizada, dado su potencial impacto sobre otras aves, incluidas especies protegidas, y la dificultad de controlar su dosificación y efecto. “No podemos correr el riesgo de dañar a otras especies. Los anticonceptivos no son la solución fuera de entornos controlados. Hay que actuar con responsabilidad y conocimiento”, concluye Galván.