Jane Goodall: los chimpancés son capaces de actos violentos y de brutalidad, pero el ser humano es infinitamente peor, Goodall es fundadora del instituto que lleva su propio nombre. La institución creó el programa Roots & Shoots (raíces y brotes). Gracias a este programa miles de jóvenes de casi cien países reciben ayuda. Una de las labores más importantes que realiza este programa es contribuir a la conservación del medio ambiente y los animales.
Jane Goodall observó que los chimpancés eran capaces de fabricar sus propias herramientas, por ejemplo, para conseguir alimento. Los chimpancés deshojaban pequeñas ramas y las introducían en termiteros para poder extraer los insectos. Este hallazgo supuso una gran controversia entre los científicos de la época, ya que esta capacidad solo se le atribuía al ser humano.
Descubrir que los chimpancés participaban en brutales guerras primitivas fue otro de sus grandes descubrimientos. Los miembros del grupo de chimpancés Kasekela, grupo estudiado por Jane, mantuvo una feroz guerra con el grupo Kahama, una escisión del primero. La brutalidad fue tal, que los primeros casi aniquilaron por completo a los chimpancés del grupo Kahama.
Jane Goodall: conferencia ‘Esperanza en acción’
La etóloga Jane Goodall ha admitido este viernes que los chimpancés son, como el hombre, «capaces de actos violentos, de brutalidad y de algo parecido a una guerra«, pero lo que hace al ser humano «más terrible es su capacidad de tomarse un tiempo para planificar cómo destruir al enemigo«.
«Por desgracia, hace seis millones de años hubo una criatura de la que evolucionó el chimpancé por un lado y el ser humano por otro, y podemos observar conductas similares en ambos por tener el mismo antepasado«, ha afirmado en rueda de prensa Goodall, que este viernes ofrece en Málaga la conferencia ‘Esperanza en acción’.
Cuando convivió con chimpancés, la científica inglesa fue testigo de cómo «una comunidad atacó a otros ejemplares adultos y ocupó su territorio«, aunque también vio que este animal «puede mostrar compasión y altruismo» y, por ejemplo, un adulto «adoptar a una cría que ha quedado huérfana».
«Lo que hace que seamos más evolucionados es el intelecto humano», ha añadido la etóloga británica, que ha precisado que, en los chimpancés, la reacción es, al ver a un extraño, hacer una señal e ir todos a atacarlo, mientras que lo «terrible» del ser humano es «tomarse tiempo y planificar» el ataque.
Basta de violencia
«Hay que usar el intelecto para trabajar juntos y encontrar formas de detener la violencia, la guerra y la pobreza en muchos sitios del mundo«, ha subrayado Goodall, que a sus 91 años viaja por todo el planeta trescientos días al año para difundir la labor del Instituto que lleva su nombre.
Ha recordado que ella tenía 5 años cuando empezó la Segunda Guerra Mundial y eso le obligó a «aprender mucho sobre sostenibilidad, porque no se podía dar nada por sentado ni esperar que las cosas cayeran del cielo».
Ahora se da por hecho que al abrir el grifo saldrá agua o que al apretar el interruptor se encenderá la bombilla, pero Goodall espera que el apagón del pasado lunes en la península ibérica sirva para que «la gente entienda lo afortunados que somos».
«Hay muchos otros problemas en el mundo ahora, como los niños en Gaza sin comida, agua ni medicamentos, y mi corazón sangra por ellos todos los días».
Jane Goodall en Cambridge
Ha relatado que, cuando llevaba dos años trabajando con chimpancés, le dijeron que necesitaba una titulación universitaria y fue a Cambridge a estudiar un doctorado sobre conducta.
«Ya había conocido a cincuenta miembros de la comunidad de chimpancés y me había dado cuenta de que cada uno tenía su propia personalidad«.
Sin embargo, al llegar a la universidad, los catedráticos le dijeron que ella lo había hecho «todo mal», que a los chimpancés debía «numerarlos y no ponerles un nombre» y que no podía decir que «tenían personalidad o emociones, porque esas eran características únicas de los seres humanos».
«Pero, por suerte, tuve un profesor que me dijo que eso eran tonterías. Ese profesor era mi perro», ha asegurado Goodall, que consiguió desde entonces «que la comunidad científica occidental aceptara que los chimpancés no son tan diferentes de los humanos y que no somos tan únicos ni especiales«.
El impacto del ‘ser humano’ en la Tierra
«Debemos preguntarnos cómo tratamos a los animales, al ganado, a los cerdos o a las gallinas, en los laboratorios científicos«, ha subrayado la etóloga, que ha advertido de que cada persona debe «elegir qué tipo de impacto quiere crear en la Tierra«.
Goodall tiene previsto visitar otros doce países en lo que queda de año, después de haber viajado a veintisiete durante 2024.
«Agradezco a mi madre que aceptara mi sueño de niña de ir a África y, a mi padre, que con la genética me diera una constitución fuerte para viajar». EFE / ECOticias.com