Un reciente estudio revela que el microbioma intestinal de las aves no es un elemento fijo, sino que cambia de manera significativa según el tipo de bosque en el que habitan. Este hallazgo confirma que el entorno tiene un papel determinante en la salud y el comportamiento de estas especies.
Los investigadores analizaron poblaciones de aves en distintos tipos de bosque y encontraron que la diversidad y composición de sus microbiomas variaba notablemente. Los bosques más ricos y complejos ofrecían una mayor diversidad de microorganismos beneficiosos, mientras que los hábitats degradados o fragmentados se asociaban con comunidades microbianas más pobres y desequilibradas.
Estas diferencias no solo afectan la digestión y la absorción de nutrientes, sino también la inmunidad, la resistencia a enfermedades y, sorprendentemente, ciertos comportamientos sociales y de reproducción.
El microbioma intestinal de las aves, clave en su salud y comportamiento
Una investigación de la Universidad de Córdoba ha descubierto diferencias en la abundancia y composición de microorganismos en las aves en función del hábitat en que se encuentran.
El microbioma intestinal, o conjunto de microorganismos que se encuentran en el intestino, desempeña funciones esenciales en la digestión, el metabolismo, la inmunidad o incluso el comportamiento, y se ha propuesto como un mediador clave de las estrategias vitales de los animales.
Aunque en humanos y otros grupos de vertebrados cada vez hay más investigación acerca del microbioma intestinal, en aves silvestres es aún un campo por explorar, según la institución educativa.
La Universidad de Córdoba analiza el microbioma del papamoscas cerrojillo
El investigador del Departamento de Zoología de la Universidad de Córdoba, Jaime Muriel, miembro del grupo de investigación Gesbio, ha liderado un estudio científico que revela que la relación entre las aves y su entorno también se escribe en clave microbiana.
La investigación se ha centrado en el papamoscas cerrojillo, una ave migradora que se reproduce en la Península Ibérica.
El microbioma intestinal, o conjunto de microorganismos que se encuentran en el intestino, desempeña funciones esenciales en la digestión, el metabolismo, la inmunidad o incluso el comportamiento, y se ha propuesto como un mediador clave de las estrategias vitales de los animales.
Trabajos previos en una población de esta especie en La Hiruela (Madrid) demostraban que las aves que se criaban en el robledal, que sería su hábitat natural y las que estaban en un pinar situado apenas a un kilómetro de distancia tenían rasgos morfológicos, de coloración e incluso genéticos diferentes.
Muriel, junto a un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga y la Plataforma en Nanomedicina, han analizado el microbioma intestinal a partir del ADN bacteriano extraído de las heces para describir qué bacterias estaban presentes y en qué proporción.
Esta técnica «nos permitió identificar los distintos grupos de bacterias presentes y su abundancia relativa en cada muestra de un total de 30 individuos -15 del robledal y 15 del pinar-, lo que nos permitió comparar cómo variaba el microbioma entre ambos hábitats», ha explicado.
Diferencias bacterianas: Actinobacteriota, Proteobacteria y Verrucomicrobiota
Los resultados mostraron diferencias en la composición del microbioma de las aves entre hábitats, con individuos del robledal con mayor abundancia de varios taxones bacterianos, como Actinobacteriota y Proteobacteria, y aves del pinar con mayor abundancia de Verrucomicrobiota.
Aunque no se observaron diferencias en la composición microbiana según el sexo o la edad, los polluelos y hembras reproductoras del robledal presentaron una mayor abundancia de ciertas bacterias.
El trabajo demuestra que los microorganismos intestinales responden «con gran sensibilidad al entorno, a través de factores como la dieta y las características microbianas del hábitat, y que el microbioma no es un rasgo fijo del huésped, sino un componente dinámico y moldeable por el ambiente».
El estudio apunta a que la dieta, el tipo de vegetación, la disponibilidad de agua y la exposición a patógenos presentes en cada hábitat influyen directamente en qué bacterias colonizan el intestino de las aves. Así, los cambios en el bosque tienen un efecto en cascada que impacta en la fisiología, el comportamiento y la supervivencia de las poblaciones.
El trabajo demuestra que los microorganismos intestinales responden «con gran sensibilidad al entorno, a través de factores como la dieta y las características microbianas del hábitat, y que el microbioma no es un rasgo fijo del huésped, sino un componente dinámico y moldeable por el ambiente».
Estos hallazgos subrayan la importancia de conservar la integridad de los ecosistemas forestales. No se trata solo de proteger árboles y especies visibles, sino también de mantener los microhábitats y las interacciones invisibles que sustentan la salud de los animales. Seguir leyendo en EFE /ECOticias.com
















