La pretensión del órgano comunitario es que en el 2025 cada ciudadano utilice un máximo de 40 bolsas ligeras, frente a las 175 contabilizadas en 2010, llegando a una reducción intermedia del 50 por ciento en 2019.
Europa quiere reducir el consumo de bolsas de plástico por su negativo impacto medioambiental. Y para ello se ha propuesto legislar en la materia. Así, a finales del pasado mes de abril, el pleno del Parlamento Europeo acordó obligar a los Estados miembros a tomar medidas para reducir, en el período de 10 años y en un 80 por ciento, el consumo de bolsas plásticas ligeras, es decir, aquéllas cuyo espesor no supera las 50 micras.
La pretensión del órgano comunitario es que en el 2025 cada ciudadano utilice un máximo de 40 bolsas ligeras, frente a las 175 contabilizadas en 2010, llegando a una reducción intermedia del 50 por ciento en 2019.
La medida afecta a este tipo de bolsas debido fundamentalmente a que se reutilizan con menos frecuencia que las gruesas, convirtiéndose a corto plazo en residuos que acaban dispersados por el entorno debido a su bajo peso.
Según datos del Parlamento Europeo, 8 millones de bolsas plásticas terminan cada año en la basura y en el medio ambiente, pudiendo tardar hasta cuatro siglos en degradarse. En el mar resultan especialmente perjudiciales, toda vez que provocan la alteración de los ecosistemas e incluso la muerte de animales marinos, que las ingieren al confundirlas con alimento. Focas, torturas y varias especies de aves se encuentran entre las principales víctimas.
Los tiempos son, en este caso, especialmente significativos: cinco minutos es lo que se tarda en fabricar una bolsa plástica, otros cinco en usarla y cinco siglos en que ésta se degrade por completo.
ESPAÑA, EN EL BUEN CAMINO
En el caso de España, cada ciudadano gasta en la actualidad del orden de 100 bolsas plásticas anuales, frente a las 300 de 2007, lo que se ha traducido en una disminución del 60 por ciento. Según los expertos, los motivos no han sido otros que el cobro de la bolsa, las campañas de sensibilización en la materia y la firme apuesta por la versión reutilizable.
La Ley 22/2011, de Residuos y Suelos Contaminados, estableció en su momento un calendario para la progresiva sustitución de las bolsas de plástico no biodegradables hasta su total prohibición, prevista para 2018, a excepción de las que se utilicen para guardar carne y pescado.
Asimismo, desde principios del año en curso, los supermercados y restos de superficies deben incluir en las mismas un mensaje alusivo a los efectos perniciosos que provocan a nivel medioambiental.
De acuerdo con la jerarquía comunitaria en la gestión de desechos, la prevención se erige en la máxima a tener en cuenta para que el consumo de estas bolsas se encuentre en límites racionales. No obstante, el uso de bolsas plásticas varía notablemente entre unos países y otros debido a los diferentes hábitos de consumo, a los distintos grados de concienciación social y a la eficacia de las medidas adoptadas por los Estados miembros. Instrumentos económicos como los precios, los impuestos y las tasas han demostrado sus ventajas en este sentido.
Quedan exentas de estas medidas las bolsas de plástico con un espesor menor a 15 micras, y que se vienen proporcionando como envase primario de artículos a granel cuando sea necesario por razones higiénicas o cuando su uso ayude a prevenir el desperdicio de alimentos.
PROMOCIÓN DE BOLSAS REUTILIZABLES
Con el objetivo de aportar su humilde grano de arena en el uso racional de las bolsas plásticas, Sogama ha venido colaborando con distintas entidades a fin de promover las bolsas reutilizables, tanto de tela como de papel reciclado, dando prioridad a estas últimas.
En los últimos años, la entidad pública ha procedido a la distribución de cerca de 300.000 bolsas de estas características, y lo ha he hecho a través de acuerdos con distintos ayuntamientos, asociaciones y, recientemente, con el Clúster de la Carne de Galicia, procediendo al reparto de 60.000 unidades entre los establecimientos asociados.