La reducción del arsénico en las aguas subterráneas se ha consolidado como una de las intervenciones de salud pública más efectivas y, a la vez, menos visibles.
Numerosos estudios internacionales han demostrado que disminuir la concentración de este contaminante tóxico en los pozos de consumo humano puede reducir hasta a la mitad la incidencia de diversas enfermedades crónicas, desde patologías cardiovasculares hasta determinados tipos de cáncer.
El arsénico, presente de forma natural en muchos acuíferos —especialmente en zonas agrícolas o sedimentos de origen volcánico—, se convierte en un problema grave cuando alcanza niveles superiores a los recomendados, ya que su consumo continuado provoca daños acumulativos en el organismo.
Arsénico en aguas subterráneas: cuando bajar los niveles reduce a la mitad la mortalidad por enfermedades crónicas
La contaminación de las aguas subterráneas potables por arsénico natural es un problema en el mundo y un nuevo estudio indica que reducir la cantidad de esa sustancia se asocia con una disminución, de alrededor de un 50 %, en el riesgo de muerte por cáncer, enfermedades cardiovasculares y otras crónicas.
La reducción del arsénico en las aguas subterráneas se ha consolidado como una de las intervenciones de salud pública más efectivas y, a la vez, menos visibles.
La investigación que publica JAMA se centra en Bangladés, país que ha realizado esfuerzos durante 20 años para reducir el arsénico en el agua potable y se han traducido en una disminución del 70 %.
Durante el estudio se supervisaron los registros de agua potable y salud de 10.977 hombres y mujeres entre 2002 y 2022, para comparar aquellos cuya exposición al arsénico pasó de alta a baja con los que la mantuvieron alta.
Las personas cuyos niveles de arsénico disminuyeron tenían el 54 % menos de riesgo de morir por cualquier enfermedad crónica, indica la investigación a cargo de las universidades de Nueva York, Columbia y Chicago.
Además se observaron disminuciones similares específicamente en las enfermedades cardíacas (57 %) y el cáncer (49 %). El estudio registró 1.401 muertes por enfermedades crónicas, incluidas 730 por enfermedades cardiovasculares y 256 debido al cáncer.
Dos décadas de datos en Bangladés: así se midió el impacto del arsénico en la salud de 11.000 personas
Los participantes se sometieron a análisis de orina en seis ocasiones, lo que permitió realizar un seguimiento periódico de los cambios en la exposición al arsénico a lo largo del tiempo.
Quienes pasaron de tener niveles altos a bajos de arsénico en la orina tuvieron tasas de mortalidad idénticas a las personas que mantuvieron una exposición baja de forma constante durante todo el estudio.
Cuanto mayor fue el descenso en los niveles de arsénico, mayor fue la reducción del riesgo de mortalidad, mientras que los que continuaron bebiendo agua con niveles altos no experimentaron ninguna reducción en el riesgo.
Esos patrones se mantuvieron incluso después de ajustar las diferencias en edad, tabaquismo y estatus socioeconómico, según la Universidad de Columbia.
Un enemigo invisible y sin sabor: el arsénico como contaminante químico global del agua potable
El arsénico es uno de los contaminantes químicos más comunes, ya que se acumula de forma natural en aguas subterráneas y no tiene sabor ni olor, por lo que las personas pueden consumir niveles peligrosos durante años sin saberlo.
La investigación proporciona «la evidencia más sólida hasta la fecha de que reducir el arsénico en el agua potable puede disminuir las tasas de mortalidad por enfermedades crónicas», destacó Fen Wu, de la Universidad de Nueva York.
El arsénico es uno de los contaminantes químicos más comunes, ya que se acumula de forma natural en aguas subterráneas y no tiene sabor ni olor, por lo que las personas pueden consumir niveles peligrosos durante años sin saberlo.
Se trata, según el equipo, del primer estudio en ofrecer pruebas directas al examinar los niveles de arsénico y la mortalidad de cada participante durante dos décadas y en una región con una exposición moderada al arsénico (menos de 200 microgramos por litro).
Los investigadores supervisaron más de 10.000 pozos en el distrito de Araihazar (Bangladés) y sus alrededores, donde en el año 2000 se iniciaron medidas para mitigar los efectos del arsénico.
Los pozos están etiquetados para indicar si los niveles son altos o bajos, los educadores comunitarios animan a la población a cambiar a otros más seguros y se están perforando nuevos con concentraciones más bajas.
Investigaciones anteriores en regiones de Taiwán y Chile con altos niveles de arsénico (superiores a 600 microgramos por litro) relacionaron la tendencia a la disminución de las tasas de mortalidad por enfermedades cardíacas y cáncer con la reducción de los niveles de arsénico en el agua potable.
Bangladés, en su conjunto, se enfrenta a uno de los retos más graves del mundo en lo que respecta a la contaminación del agua potable por arsénico.
Con una población de unos 175 millones de personas, más de 50 millones están expuestas a niveles superiores al estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 10 microgramos por litro.
En definitiva, reducir el arsénico en las aguas subterráneas es una estrategia de alto rendimiento sanitario, capaz de cortar en un 50 % la aparición de enfermedades crónicas asociadas a este tóxico.
Una intervención relativamente asequible y de enorme impacto que convierte la gestión del agua segura en un pilar esencial de la salud pública moderna.















