La industria, minería, intensificación de la agricultura, las guerras, etc. básicamente han dejado su impronta de contaminación del suelo en todo el planeta, mientras que, el crecimiento de las urbes ha tenido como consecuencia que se utilice como sumidero de cantidades cada vez mayores de residuos urbanos.
El suelo es un recurso finito, lo que significa que su pérdida y degradación no es recuperable en el transcurso de una vida humana. Los suelos afectan a los alimentos que comemos, al agua que bebemos, al aire que respiramos, a nuestra salud y la de todos los organismos del planeta.
La contaminación del suelo es una amenaza global especialmente grave en regiones como Europa, Eurasia, Asia y África del Norte, como revela la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Este organismo internacional asegura también que la degradación intensa o moderada afecta ya a un tercio del suelo mundial, y su recuperación es tan lenta que se necesitarían 1.000 años para crear unos pocos centímetros de capa arable superficial.
La contaminación del suelo es ‘mortal’
La contaminación del suelo puede ser directa (por vertidos, decantación, filtrado de fluidos, escorrentías, etc.) o indirecta (como el petróleo que acaba en las playas tras un escape en alta mar). En ambos casos sus consecuencias serán desastrosas a corto, mediano y largo plazo, por la enorme dificultad que representa su recuperación.
La salud humana
Según los científicos, la contaminación del suelo tienen un altísimo porcentaje de sustancias, que podrían ser agentes cancerígenos, por lo que el riesgo de contraer esta enfermedad es exponencialmente mayr en poblaciones más expuestas a estas tierras polucionadas. Los bencenos pueden ocasionar leucemia y los bifenilos policlorados o PCB cáncer de hígado. Además, muchos de estos tóxicos son bioacumulables.
Aire y agua afectados
La contaminación del suelo provoca la descarga de una serie de compuestos que polucionan el aire y las aguas circundantes. La escorrentía que se produce cuando las lluvias arrastran sustancias de los suelos hacia arroyos y ríos (que los transportan hacia los océanos) es una de las principales causas de la polución acuática.
Estragos de la contaminación del suelo en la flora y fauna
Los contaminantes cambian la estructura del suelo, intervienen en la química y la biología del entorno y rompen el equilibrio de los ecosistemas asociados. Cuando se llegan a acumular grandes cantidades de materiales químicos tóxicos y de partículas venenosas, es factible que se alcance el punto de saturación, incompatible con cualquier tipo de vida.
Como resultado de la contaminación del suelo, las plantas mueren, porque también lo hacen las beneficiosas bacterias fagocitarias de desechos y el resto de microorganismos tan necesarios para la ventilación, recuperación y salubridad de los suelos, con lo que se corta la cadena de suministros de nutrientes y el deterioro químico del sustrato impide la fertilización.
La ruptura del equilibrio ecológico hace que los suelos ya no sean aptos para ningún tipo de vegetal y la recuperación de este tipo de contaminación puede tardar siglos. Si no hay flora, la fauna muera o se traslada, por lo que la biodiversidad se pierde. Hay plantas y animales que son incapaces de vivir en otros entornos (son endémicos) por lo que, si el entorno muere, se extinguen.
Otra de las posibles consecuencias de la contaminación del suelo es que, el metabolismo de las plantas se altere. Esto implica una sensible merma en la calidad y cantidad de los cultivos agrícolas. Y una vez que los tóxicos pasan a la cadena alimentaria, también se pone en peligro la salud de los seres humanos y los animales silvestres y domésticos.
Alta salinidad
Un componente natural de los suelos son las diferentes sales, pero la salinización se produce cuando se acumula una gran cantidad de estas sustancias en los terrenos, lo que dificulta la absorción de la humedad por parte de las plantas y disminuye la cantidad de aguas subterráneas e incide en los índices de desertificación. Una alta concentración de sales puede volver tóxicos a los vegetales.
Acidificación
Los suelos se acidifican o acidulan a causa de ciertos fenómenos, como son la desnitrificación, la excesiva descomposición de materiales orgánicos y la volatilización de compuestos amoniacales. Estos procesos liberan partículas de complejos sulfurados y acaban causando lluvias ácidas.
Cuando los suelos reciben precipitaciones ácidas, su equilibrio se vuelve a alterar, rompiendo las cadenas ecosistémicas y agravando la erosión. Por ello, las condiciones de acidificación dificultan en gran manera la recuperación del pH de los suelos, lo que puede ocasionar la muerte de la flora local y generar desertificación.