Un estudio reciente demostró que a nivel global, en muchísimos sitios del mundo, la sal de mesa en todas sus variedades estaba contaminada con microplásticos y que este proceso de polución no era puntual, sino que se encontraron estas partículas en toda la cadena productiva.
Hace años, ya se habían descubierto microplásticos en la sal marina. Pero lo que no estaba claro era hasta qué punto estaban extendidos en el condimento empleado más habitualmente. y se ha demostrado que en España todas las sales están contaminadas con microplásticos, en mayor o menor medida.
La idea era analizar la expansión geográfica de los microplásticos en la sal de mesa y encontrar su correlación con el lugar donde se encuentra la contaminación por plástico en el medio ambiente, buscando establecer como se producía la polución por microplásticos.
Nuevo estudio en España
Un estudio de la Universidad Pontificia Comillas (UPC) ha confirmado la presencia de microplásticos en todas las etapas del proceso de extracción de sal en las salinas de la península ibérica, desde la entrada del agua salada hasta la producción y empaquetado.
Los investigadores analizaron seis salinas de evaporación solar en España y Portugal con el objetivo de «comprender el origen y las causas de la contaminación por microplásticos» y «contribuir a su prevención en la sal alimentaria», según ha indicado la universidad en un comunicado.
“Diversos estudios han detectado microplásticos en la sal a nivel mundial durante la última década, aunque la mayoría se han centrado en la sal ya envasada. Pero hasta donde sabemos, no existe ninguna investigación previa que analice el proceso completo de producción”, ha explicado María del Mar Cledera, profesora e investigadora de la UPC que ha liderado esta investigación.
La conclusión se muestra contraria a la corriente actual que establece que las sales de mesa obtenidas por métodos tradicionales se contaminan por microplásticos debido a su presencia en el agua de la que se extrae la sal, y parece que esta contaminación se realiza más bien a través del medio aéreo.
Todas las sales tienen microplásticos
Cledera ha señalado que el hecho de que hayan encontrado microplásticos no solo en salinas costeras, que se aprovechan del agua salobre del mar, sino también en otras ubicadas en el interior, que la obtienen de pozos, consecuencia de los mares que había hace millones de años, constata su hipótesis.
En una de estas salinas del interior, abandonada desde hace más de 40 años, también han aparecido microplásticos, lo que se explica «debido a que el aire ha llevado esas partículas», reafirma. En la investigación, que obtuvo muestras de salmuera y sal en cada etapa de producción, se estimaron concentraciones desde la entrada de la salina hasta la entrada a los cristalizadores, que oscilan entre 256 y 1.500 microplásticos por litro, y entre 79 y 193 por kilogramo para la sal envasada.
Una de las observaciones de Cledera ha sido que los montones de sal almacenados en espacios cerrados presentaban una menor concentración de microplásticos que aquellos en espacios abiertos. Además, la investigadora ha señalado que “los productos finales de las salinas ubicadas geográficamente en espacios naturales protegidos presentan un número inferior de microplásticos”, lo que apunta a que el entorno ambiental influye directamente en el grado de contaminación.
“Nosotros hemos ensayado la sal de mesa -fina- y la flor de sal -con cristales más grandes-. Todas tienen microplásticos”, ha alertado Cledera, quien ha considerado que una mejora en los sistemas de producción permitiría reducir esta presencia.
En sus conclusiones plantean algunas medidas que los productores podrían adoptar. Por ejemplo, la experta ha mencionado cubrir los montones de sal, una práctica tradicional en Italia donde se utilizan tejas para hacerlo, y que ha demostrado reducir la llegada de microplásticos.
También han observado que la existencia de un mayor o menor movimiento de viento en el entorno afecta a la presencia de microplásticos, por lo que recomiendan plantar árboles que funcionen como “barrera natural”. Cledera ha recordado los riesgos que suponen estas partículas para la salud humana: al ingresar en el organismo, no se reconocen como dañinas y no se expulsan, lo que deriva en problemas de bioacumulación -cuando se acumulan en un organismo- y de biomagnificación -cuando entran en la cadena trófica-. EFE / ECOticias.com