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sábado, junio 3, 2023

Black Friday: el exponente del consumo NO Sostenible

El último viernes de noviembre se celebra el Black Friday, una jornada de compras masivas que nació en EEUU y que luego se propagó por casi todo el mundo.

¿Por qué Black Friday?

El cuarto jueves de noviembre es el Día de Acción de Gracias, fecha de gran trascendencia en EEUU y feriado nacional. Como la gente se desplaza a festejar la jornada con sus familias, a mediados de los años 60 del siglo pasado, en Filadelfia los agentes de tráfico pergeñaron el término “viernes negro”, para referirse a que, debido al regreso de miles de ciudadanos a sus casas, dicha jornada de trabajo era complicada y agotadora.

Esa denominación se popularizó y años después los comercios minoristas decidieron aprovecharla para realizar una jornada especial de rebajas y beneficiándose del movimiento de gente, vender los productos de temporadas anteriores, pasar de números rojos a negros y obtener espacio y dinero para adquirir productos nuevos, aunque pronto se transformó en la inauguración de las compras navideñas.

Esta costumbre fue ganando adeptos en varias partes del mundo y a día de hoy prácticamente todos los países lo celebran. Además, desde hace unos años también existe el Cyber Monday, que es el “hermano menor” del Black Friday, acontece el lunes siguiente y consiste en que las rebajas son por compras online.

¿Comprar porque es barato?

En general cuando se consulta a cualquier persona acerca de la masificación de las compras del Black Friday, del consumo excesivo y del fomento de la cultura del trabajar para gastar, las reacciones son de rechazo hacia este tipo de eventos, pero la realidad es que cuando llega la fecha la gente se pelea literalmente por adquirir los objetos más codiciados.

Básicamente la consigna es comprar ese día todo lo que se pueda, porque los precios son tan baratos que no se debería desaprovechar la oportunidad de hacerlo. Pero la realidad es muy diferente, ya que en primer lugar si bien los costes son más económicos no es oro todo lo que reluce y en segundo, el daño medioambiental que se produce en un solo día es verdaderamente catastrófico.

Además, detrás de las ventas masificadas de productos de todo tipo a precios que podrían parecer irrisorios, hay una enorme maquinaria de marketing orientada a que el cliente asocie la felicidad con la mejor oferta, la alegría con los descuentos o se siente previsor y sagaz, si compra en liquidaciones que anuncian: “últimas unidades” o “hasta agotar stock”.

Insostenibilidad y huella de carbono

La producción no sostenible, y en especial si es de objetos prescindibles, requiere un ingente consumo de recursos, conlleva un grave índice de contaminación, genera miles de toneladas de residuos y provoca un incremento en los transportes (el de las materias primas, de los productos terminados y hacia el destino final) con el consiguiente aumento de emisiones.

A la enorme cantidad de consecuencias directas que tiene las ventas del Black Friday hay que sumarle las indirectas, que son muchas y muy graves y entre las que destacan la polución generalizada, la explotación de mano de obra barata o los problemas de salud que estas situaciones generan en las naciones más pobres.

Por todas estas causas, la huella de carbono personal de quienes participan activamente de las compras del Black Friday se dispara y lo hace en todos los países en donde se produce este evento, pero su incidencia es mayor en los más industrializados, puesto que es donde la población cuenta con más recursos.

El día de la sobrecarga de la Tierra en 2020 fue el 22 de agosto. Ello implica que, el mundo consumió de manera prematura todos los recursos que es capaz de generar en el correr de todo el año. Ante esta realidad cada vez resulta menos concebible que existan jornadas de ventas masivas como el Black Friday. Lo positivo es que están surgiendo empresas y clientes dispuestos a apostar por la sostenibilidad.

¿Algo está cambiando?

En los últimos años muchas marcas y comercios han comenzado a darse cuenta, que este tipo de ventas masivas e irreflexivas no solo no son redituables porque tienen márgenes muy bajos de ganancias y generan grandes volúmenes de devoluciones, sino que son completamente insostenibles para el medio ambiente.

Existen movimientos que llaman a realizar un boicot al Black Friday por parte de muchas empresas, desde las que instan a sus clientes a planificar las compras de manera responsable y llevarlas a cabo de forma sostenible. La consigna de esta campaña que está teniendo adeptos en todas partes del mundo es: “Compra menos, no más”.

Teniendo en cuenta los objetivos medioambientales que se plantearon en la Conferencia del clima de Paris de 2015 tendientes a que los aumentos de la temperatura global no superen los 2ºC y se mantengan por debajo de 1. 5ºC, las compras masivas de productos del tipo Black Friday, Navidad o Reyes no son el mejor camino para alcanzarlos.

Y aparentemente hay empresas que se han dado cuenta que si no se detiene la vorágine consumista en la que estamos inmersos, la raza humana tiene un futuro muy poco promisorio. Eso significa que, si no logran que su producción sea sostenible y sus compradores responsables, en lapsos de tiempo muy breves podría no haber más negocio por falta de clientes y de recursos.

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