Sostenibilidad Medioambiental y Empresa

Publicado el: 22 de abril de 2010 a las 14:03
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Sostenibilidad Medioambiental y Empresa

Sin embargo, con el cambio de paradigma que está modificando nuestro mundo de un modo acelerado, algunas empresas están empezando a asumir una suerte de liderazgo compartido con las entidades gubernamentales, optando por un enfoque proactivo que va más allá del mero cumplimiento de la legislación.

Cada vez más organizaciones están dando un paso al frente, asumiendo una mayor implicación en la creación de un futuro sostenible en temas como el cambio climático o la eficiencia energética. Esta actitud se enmarca dentro de un movimiento más general, que incluye el resto de dimensiones asociadas al desarrollo sostenible, como lo son la social y la económica. Pero es la dimensión medioambiental la que probablemente más se esté impulsando en los últimos años, como consecuencia del acceso a la información por parte del gran público. Y es que a día de hoy pocas personas desconocen, por ejemplo, los riesgos asociados al cambio climático.



En cualquier caso, las empresas han empezado a comprender su importancia dentro del esquema del desarrollo sostenible, y algunas de ellas se han percatado de las profundas implicaciones asociadas. Son estas organizaciones las que han optado por apostar con firmeza por el respeto al medio ambiente, conscientes de que entre otras cosas, es su propio futuro lo que está en juego.

SOSTENIBILIDAD Y EMPRESA: RIESGOS Y OPORTUNIDADES



Dicho todo lo anterior es necesario recordar que, no nos engañemos, la mayoría de las empresas están decantándose por un enfoque de mínimos, basado en el cumplimiento de la normativa vigente para evitar sanciones. Bien es cierto que la legislación evoluciona hacia mayores niveles de exigencia, y la filosofía de “el que contamina paga” es cada vez más real, pero limitarse a cumplir las leyes no puede considerarse un enfoque proactivo. Este tipo de empresas se están ciñendo a seguir la senda marcada por una serie de directrices externas.

Sin embargo, adoptar una postura diferente tiene indudables ventajas. La más evidente es, sin duda, el creciente número de oportunidades de negocio vinculadas al desarrollo sostenible, como por ejemplo las energías renovables o el mercado de emisiones de CO2. Obviamente una diversificación de actividades hacia el sector de la sostenibilidad no va a tener sentido en el caso de muchas empresas; es absurdo plantear que una compañía fabricante de automóviles decida transformarse en una productora de energía undimotriz. Pero sí es razonable que esa misma fábrica de automóviles implante medidas de eficiencia energética para reducir su consumo eléctrico, lo que en última instancia va redundar en unos menores costes de producción.

Adicionalmente, y pensando en el medio y largo plazo, apostar o no de forma decidida por la sostenibilidad va a marcar una importante diferencia en los resultados de las compañías. Más pronto que tarde los consumidores van a incorporar, como variable de su decisión de compra, el desempeño medioambiental de las empresas productoras. Aquellas empresas con un enfoque proactivo en esta materia van a verse favorecidas por unos clientes que valorarán sus esfuerzos. El resto va a notar el cambio directamente en su cuenta de resultados. En este sentido, conviene recordar a aquellos que duden de la importancia del riesgo reputacional, algunos famosos casos del pasado, en los que una corriente de opinión negativa hacia una determinada marca provocó auténticos estragos en sus beneficios. Hoy la apuesta por la sostenibilidad es una ventaja competitiva, pero mañana será una restricción para poder competir.

I. LOS ÍNDICES DE SOSTENIBILIDAD

En línea con lo expuesto hasta el momento, un creciente número de particulares y entidades desean enfocar su inversión hacia empresas socialmente responsables, que trabajan en pro del desarrollo sostenible en todas sus dimensiones, incluyendo, como no podría ser de otra forma, la medioambiental. A fin de orientar a estos inversores se han creado diversos índices que identifican y evalúan la rentabilidad de este tipo de empresas.

Quizá el ejemplo paradigmático lo encontremos en el Dow Jones Sustainability Indexes, una familia de índices que incluye a aquellas empresas que han manifestado un comportamiento excelente en las dimensiones social, económica y medioambiental de la responsabilidad social corporativa. A través de una serie de criterios, se evalúa el desempeño de numerosas organizaciones en cada una de estas tres dimensiones, lo que en última instancia determina su inclusión o no en el índice correspondiente. En esta misma línea, la serie de índices FTSE4Good plantea un esquema relativamente similar, buscando también que sólo las empresas excelentes desde el punto de vista responsabilidad social sean incluidas.

Desde el punto de vista de las empresas que forman parte de alguno de los índices de sostenibilidad existentes hay un claro beneficio: aumentan su visibilidad ante aquellos inversores que desean tener una mayor exposición a empresas socialmente responsables. Un paso más en ese camino sin retorno que nos conduce a que las empresas asuman la sostenibilidad como un requerimiento para competir en el mercado.

2. inventarios de emisiones e indicadores de sostenibilidad

Dentro del amplio conjunto de indicadores que pueden utilizarse para evaluar el impacto medioambiental de las organizaciones, hay uno que en la actualidad adquiere especial relevancia: las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Dada la urgencia de tomar medidas que nos permitan luchar contra el problema del cambio climático, el control de las emisiones de CO2 y otros GEI es un aspecto prioritario en lo que se refiere a la sostenibilidad. Por tanto no es de extrañar que los inventarios de emisiones estén adquiriendo una importancia cada vez mayor.

De modo muy sintético, es posible definir un inventario de emisiones como el conjunto de procedimientos que permiten a una organización medir las emisiones de GEI asociadas a su actividad, y adicionalmente, establecer mecanismos que permitan reducirlas. Aunque aparentemente esta definición parezca sencilla, su implementación en la práctica dista mucho de serlo. Por ejemplo, ¿debe una empresa imputarse las emisiones de GEI asociadas a los productos que adquiere de sus proveedores? Y si es así ¿cómo tener la certeza de que el proveedor correspondiente está realizando el cálculo de forma correcta? Porque una empresa puede controlar de forma rigurosa sus propias actividades, pero en el caso de sus proveedores (especialmente si estos son muchos y variados) resulta muy complejo garantizar la calidad de los datos suministrados.

En este sentido, cuando se elabora un inventario de emisiones suele hablarse de tres alcances diferentes, lo que en última instancia determina hasta que punto quiere profundizarse en el cálculo.
En primer lugar tendríamos lo que se denomina el alcance 1, que computa las emisiones directas de la organización. Dentro del mismo se incluyen las emisiones ligadas directamente a la actividad productiva de la empresa, como por ejemplo las de los vehículos de la compañía, las de las líneas de producción, las de hornos y calderas, etc. Estas son probablemente las más sencillas de calcular, ya que dependen totalmente de la organización, y por tanto puede mantener un mayor control sobre ellas, tanto en lo que se refiere a su medición como a la posterior implantación de medidas para su reducción.
A continuación estaría el llamado alcance 2, o emisiones indirectas, que hace referencia a aquellos GEI generados como consecuencia de la actividad productiva pero no directamente imputables a la compañía. El ejemplo más típico lo encontramos en la electricidad que la empresa consume.

Por último, las emisiones de alcance 3 consideran otro conjunto de fuentes, como las producidas en desplazamientos y viajes de trabajo de los empleados, o las asociadas a suministros y servicios adquiridos. Aquí se incluirían las emisiones de los proveedores de la empresa a los que se ha hecho referencia anteriormente.

Es obvio que el enfoque más adecuado sería optar por considerar los tres alcances, lo que garantiza tener una visión completa de todas las emisiones de la empresa. Pero como ya se ha comentado, esto presenta importantes dificultades prácticas. Prueba de ello es que el Carbon Disclosure Project, que analiza a nivel internacional las acciones de las principales empresas respecto al cambio climático y las emisiones de carbono, señala en su ultimo informe, Global500, que aunque algunas empresas líderes están empezando a explorar las emisiones provenientes de la cadena de suministros, otras son reacias a incorporar emisiones que no controlan directamente.

Las normas ISO

Dado que un número cada vez mayor de empresas y organizaciones están optando por desarrollar sus propios inventarios de emisiones, han surgido las correspondientes normas ISO, en concreto la ISO 14064 e ISO 14065, cuyo objetivo es dar credibilidad y aseguramiento a los informes de emisión de GEI. Teniendo en consideración cómo está evolucionando el entorno empresarial, es más que probable que en muy poco tiempo esta certificación sea una exigencia más para todas las organizaciones, igual que ha sucedido con las normas de calidad y medio ambiente ISO 9000 e ISO 14000.

Indicadores de sostenibilidad

Si en el apartado anterior hemos descrito el concepto de inventario de emisiones, resulta obvio que un enfoque similar puede utilizarse para otra serie de variables medioambientales, como por ejemplo el consumo de agua, la emisión de contaminantes atmosféricos que no provoquen efecto invernadero, o la contaminación de suelos y acuíferos. En estos casos estaríamos hablando de un concepto similar: desarrollar una serie de indicadores que permitan medir, evaluar y monitorizar, el impacto medioambiental de una determinada organización en todas sus dimensiones.

Sin embargo la complejidad en este caso es algo mayor, ya que en primer lugar deben definirse las áreas temáticas que resultan relevantes desde el punto de vista de la empresa en cuestión. Dependiendo de cuál sea su actividad, deberá considerar unas determinadas áreas, obviando el resto. Por poner un ejemplo concreto, es posible que la contaminación acústica se aplique a determinado tipo de empresas, que sí deberían tenerla en cuenta, pero para muchas otras no será un parámetro crítico, en la medida en que su actividad no genera unos niveles de ruido relevantes.

Una vez identificadas las áreas temáticas, es necesario definir los indicadores que van a monitorizar las variables relevantes de las mismas. Y como sabe cualquiera que haya trabajado con este tipo de temas, no se trata ni mucho menos de una labor sencilla: llegar al nivel de parámetros mensurables y monitorizables es una tarea que requiere un profundo análisis. Y por último, una vez implementado el sistema, es necesario definir un plan de actuación para tratar de reducir el impacto medioambiental, lo que va a incidir de lleno en muchos procesos productivos de la organización.

Con este enfoque, el inventario de emisiones pasaría a ser un indicador de sostenibilidad más, aunque bien es cierto que su importancia relativa probablemente sea mayor que la del resto.

3. EL CASO DE ABENGOA

Abengoa basa su crecimiento en la creación de soluciones innovadoras que contribuyan al desarrollo sostenible. Este compromiso queda reflejado en su misión y visión, recogido explícitamente como una de sus prioridades estratégicas. Desde este punto de vista, Abengoa no sólo enfoca sus negocios hacia el desarrollo sostenible, sino que aspira a realizar todas sus actividades de un modo sostenible, minimizando su huella ecológica en general y sus emisiones de CO2 en particular. Esta es la razón por la que desde hace años trabaja en diversas iniciativas orientadas en este sentido, y todos los grupos de negocio de la compañía comparten el compromiso común de la sostenibilidad.

Un buen ejemplo de este compromiso con la sostenibilidad medioambiental lo encontramos en la inversión en I+D; sólo en 2008 Abengoa invirtió más de 70 M? en proyectos vinculados directamente con el desarrollo sostenible.

El inventario de emisiones y los indicadores de sostenibilidad

En el caso concreto de la reducción de emisiones GEI, en 2007 Abengoa dio un primer paso con la creación de Zeroemissions, una empresa dedicada específicamente a desarrollar soluciones globales al cambio climático mediante la promoción, desarrollo y comercialización de créditos de carbono, la compensación voluntaria de emisiones y la innovación en tecnología de reducción de gases de efecto invernadero.

En 2008 se creó la Secretaría de Sostenibilidad, que actualmente lidera el proyecto de inventario de emisiones de Abengoa y la elaboración de otra serie de indicadores de sostenibilidad. De hecho el inventario de emisiones se ha convertido en una de las claras bazas de la compañía en su apuesta por la sostenibilidad, que pretende proporcionar una idea precisa de las emisiones GEI en cada actividad de la empresa para evaluar su situación frente a la competencia e identificar opciones de mejora.

Quizá lo más destacable del inventario de GEI de Abengoa sea que incluye emisiones del llamado alcance 3, lo que lo convierte en un inventario muy avanzado respecto a iniciativas similares de otras compañías. Como ya se ha comentado con anterioridad, muchas empresas son reacias a incorporar emisiones que no controlan directamente. Para poder llegar a este nivel, Abengoa ha solicitado a todos sus proveedores que reporten las emisiones asociadas a los productos y servicios que proporcionan. De este modo, el inventario ha reorientado la política de compras de Abengoa, pues pone como requisito para la relación con proveedores que estos proporcionen sus emisiones, o que se comprometan a establecer un sistema de medición de las mismas en un plazo concreto. Una consecuencia de dicha política es que Abengoa está actuando como impulsor del control de emisiones de GEI en España y en los países en los que tiene actividad, ya que sólo en el año 2008 firmó este tipo de acuerdos con 4.973 empresas en todo el mundo.

Internamente también ha sido necesario desarrollar un importante trabajo de comunicación y formación, y durante el pasado año más de 900 empleados recibieron cursos de formación específica a fin de dotarles de los conocimientos necesarios para trabajar con el inventario de emisiones.

El inventario de Abengoa fue auditado por PriceWaterhouseCoopers, que certificó su validez y adecuación a la realidad. Este tipo de evaluación externa es, en la práctica, un factor crítico, ya que al tratarse de la elaboración de un inventario mediante una norma interna propia, es importante que una empresa externa verifique el proyecto. Sin embargo es necesario tener en cuenta que la norma creada en Abengoa se adaptará al cumplimiento de la ISO 14064 cuando esta esté operativa.

El foro Focus-Abengoa sobre energía y cambio climático

El foro Focus-Abengoa sobre energía y cambio climático tiene como objetivo generar un entorno de debate sobre las energías renovables y aspectos relacionados con el cambio climático. Esto incluye una serie de actividades de diversa índole, entre las que se encuentran tanto iniciativas de carácter autónomo promovidas por la Fundación o por Abengoa, como todo tipo de colaboraciones con otras instituciones ya sean empresariales, como Fedea, académicas (UIMP), institutos y centros de investigación, o cualquier otra entidad colaboradora, pública o privada, nacional o internacional, con la que se lleve a cabo de manera conjunta alguna acción en el campo de la energía y medio ambiente (como puedan ser World Solar Power, World Biofuels, Master en formación de mercados de carbonos con la colaboración de IETA, etc.)

4. CONCLUSIONES

Tal y como se ha comentado a lo largo de este artículo, los cambios que se están produciendo con respecto a la sensibilidad medioambiental obligan a las organizaciones a adoptar un nuevo enfoque respecto a esta problemática.
Cada vez más inversores apuestan por empresas que pertenecen a índices de sostenibilidad, el riesgo reputacional asociado al incumplimiento de la legislación medioambiental es también creciente, así como las sanciones asociadas, y normas como la ISO 14064 no van a tardar en convertirse en un requisito imprescindible para estar en el mercado, como ya sucedió con las ISO 9000 e ISO 14000. En definitiva, todas las señales apuntan a una creciente presión de la que va a ser difícil escapar.
Como consecuencia, si bien es cierto que alinear la estrategia de negocio y la sostenibilidad hoy es fuente de ventaja competitiva, en breve va a transformarse en un requerimiento para competir, de manera que aquellas organizaciones que no adopten un enfoque proactivo con respecto al medio ambiente, simplemente van a ser expulsadas del mercado.

 

www.revistaambienta.esFernando Martínez Salcedo – Secretario General de Sostenibilidad – Abengoa

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