Dudamos si nos dicen que dos más dos no son cuatro

Publicado el: 18 de agosto de 2010 a las 10:09
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Dudamos si nos dicen que dos más dos no son cuatro

La radio, y en concreto muchos programas de los llamados de actualidad, se han convertido en oráculos de opinión, donde la actualidad informativa, una vez reposada, es analizada, desgranada y tamizada, algo que nos aporta a los oyentes otras lecturas e interpretaciones para entender lo que pasa en nuestro mundo. Esta mañana, en una emisora que no nombraré, un tertuliano “transversal”, es decir que habla de todo aunque no sepa de ello, hizo una intervención que llamó mi atención.

Lo hizo tras un corte publicitario que decía algo así: “Si todos los ciudadanos de la Comunidad de Madrid colocasen una papelera en el cuarto de baño, evitarían que el inodoro se utilizase para tal fin, ahorrando una media de 5 litros de agua cada vez que arrojasen algo y generando en conjunto un ahorro de millones de litros de agua al año.”



Eso es cierto, o al menos eso creía yo. Es verdad que muchas personas siguen utilizando el inodoro como una papelera que sirve para recoger colillas de cigarros, papeles, maquinillas de afeitar, compresas, restos de comida o incluso, por increíble que parezca, pañales de bebe. Si sóo valoramos la repercusión en gasto inútil de agua, calculo que efectivamente deben ser millones de litros de agua apta para el consumo, los que anualmente se pierden injustificablemente por el inodoro, y no entro en la contaminación extra que se produce, el gasto energético o la repercusión sobre la fauna marina, etc., que serían otra cuestión.

El caso es que el tertuliano transversal, tras oír la publicidad, consideró que todo eso era mentira, pura basura de ideología ambiental que sólo sirve para distraer a la gente de las cosas que verdaderamente importan, como por ejemplo aumentar el consumo para relanzar la economía. Para él, tratar de crear una conciencia ambiental solo responde a una moda “eco” pasajera e inservible.



Argumentaba que lo de tirar cosas al inodoro se ha hecho siempre, que para eso está y que todo aquello que se tire, siempre y cuando no lo atasque, ya se recogerá en la depuradora, donde se limpia el agua y se reincorpora al ciclo ¿Por qué preocuparse?

Un sudor frío empezó a correr por mi nuca ¿Estaría yo equivocado? ¿Me habré dejado llevar por una euforia ambientalista pasajera que en realidad no sirve para nada? ¿He mentido en todas y cada una de las conferencias que he impartido? Mi primer impulso es buscar en internet la audiencia media que tiene el programa que estoy oyendo, ¡Casi 450.000 oyentes a nivel nacional! Así que es probable que casi 450.000 personas hayan escuchado al experto en inodoros.

No pierdo la calma y me dirijo al cuarto de baño, allí miro fijamente mi inodoro y por un momento casi le pido que hable y aclare la verdad de la duda que me atormenta, pero como eso no va a ocurrir paso a la acción. Lo primero es medir la capacidad de la cisterna y para ello procedo a sacar el agua de la misma y llenar una garrafa vacía, con la que al final compruebo que hay casi 6 litros. Así es fácil llegar a la conclusión de que cada vez que alguien utilice el inodoro como papelera y pulse el botón de la cisterna, se pueden perder casi 6 litros de agua sólo para arrastrar la basura.

El siguiente paso está en la cocina, allí compruebo que sigo teniendo un cubo para residuos orgánicos y restos, uno para papel, otro para vidrio y un último para envases. Vale, con un rápido repaso mental, compruebo que toda aquella basura que puedo generar en casa tiene un lugar para ser depositada entre estos cubos, así que no es necesario ni está justificado, tirarla al inodoro. Vale, ya empiezo a sentirme mejor.

Respecto a su valoración de la oportunidad de una nueva conciencia ambiental, apenas hace mella en mí, reconozco que ya son muchos años de profesión, pero sólo hay que pensar en el vertedero tecnológico de Agbogbloshie, en Ghana; la desaparición de gran parte de la riqueza ambiental y paisajística de este país; los niveles de contaminación atmosférica y acústica en las grandes ciudades; los desplazados por causas íntimamente relacionadas al cambio climático, etc. ¿Moda pasajera? No merece la pena contestar…

Superado el momento de pánico, me queda pensar en los 450.000 oyentes potenciales que podría haber tenido el programa en el momento de la intervención del susodicho tertuliano. De ellos, la inmensa mayoría deben ser personas con criterio, información y sentido común, seguro, así que habrán sentido la misma indignación que yo al oír semejante argumento. Otra parte de la audiencia, aquella que probablemente vea reflejados sus comportamientos insostenibles en el caso del que hablo, sentirá un inconfesable alivio al oír que alguien justifica su comportamiento.

Ahora cada vez que tiren la colilla del cigarro o la maquinilla de afeitar por el inodoro, quizás no sientan mala conciencia porque hay alguien que con estudios, conocimientos y datos, valida su acción.

Pero quizás lo más preocupante sea la posibilidad de que alguien, aunque solo sea uno o una, eleve las palabras de este personaje a categoría de verdad universal e incontestable. “Lo dijo en la radio alguien que sabía del tema.” A partir de ahora podrá usar como argumento para defender que el inodoro, esa taza blanca que acompaña nuestras vidas como un amigo fiel, no sólo sirve para lo que todos sabemos, también puede y debe ser el destino de parte de nuestros residuos domésticos, y eso será como poner palos en las ruedas de nuestro carro ¿O no?

Un tema muy interesante, sobre el que se ha escrito mucho, es el de la responsabilidad que adquieren los comunicadores en los medios, de cara a los que estamos al otro lado en el proceso de comunicar, pero sobre el caso que nos ocupa, ¿Qué motiva al responsable de esas palabras a ejecutar esa irresponsabilidad?

¿Puede ser la necesidad de asumir un papel de “polemizador”? Imagino esas tertulias radiofónicas, donde a modo de juego de rol, algunos tertulianos han de representar un papel, con una opinión y una argumentación acorde al mismo, aunque no coincida con lo que realmente piensa, pero que resulta necesario para mostrar un amplio espectro de posturas en el debate.

¿Es posible que realmente piense así? Por supuesto que es posible, el ser humano tiene esa capacidad de crearse realidades propias, ajenas a lo socialmente convenido e incluso a lo que el peso de la evidencia impone.

¿Está de moda posicionarse contra las corrientes mayoritarias? Si todo el mundo acude a la fiesta con corbata, la mejor manera de captar la atención de los demás es no llevarla, aunque la invitación lo exija.

¿Puede haber un interés “inconfesable” detrás de la defensa de una argumentación como esa? Al respecto hay historias verdaderamente apasionantes, de profesionales que defendieron actuaciones de petroleras, banqueros, políticos, etc. ¿Creeríamos a un médico que defiende que fumar es inocuo para la salud? O ¿Acaso pensaríamos que detrás hay intereses económicos que defender?

Yo apelaría a la responsabilidad de aquellos que a través de los medios de comunicación consiguen crear opinión y hacen que la gente se posicione. Esta es una de las profesiones más maravillosas, pero conlleva una carga extra que hay que saber ejercer.

Serafín Huertas Alcalá Socio Fundador www.aktuaya.org – http://www.aktuaya.org

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