La guerra en Ucrania está causando un sufrimiento inimaginable al pueblo ucraniano, y ha puesto de manifiesto cómo la adicción de Europa a los combustibles fósiles impulsa no solo la crisis climática, sino también la guerra y el conflicto. ¿Podemos hacer algo?
En estos dos meses, los países europeos han impuesto varias sanciones económicas a Rusia, mientras que al mismo tiempo envían cada día casi 200 millones de euros a Rusia para poder importar su petróleo. Así se financia la maquinaria bélica de Putin. Las exportaciones de gas y petróleo son la mayor fuente de ingresos de Rusia.
Europa debe cortar lazos con el petróleo ruso para dejar de financiar la guerra de Putin. Y para ello, las personas que lideran la UE deben prestar atención al sector transporte. Dedicamos casi el 70 % del petróleo al transporte: coches, camiones, autobuses, tractores, aviones, barcos y otros medios de transporte funcionan con combustibles fósiles. Rusia es el mayor proveedor de petróleo de la UE: supone un 27% de las importaciones de petróleo de la UE, lo que significa que se usa petróleo ruso en aproximadamente uno de cada cuatro desplazamientos que hacemos en coche, camión, avión u otros medios de transporte con motor diésel o gasolina.
Sin embargo, la mera sustitución del petróleo ruso por energía sucia de origen distinto no mejorará la seguridad, ya que el petróleo suele proceder de zonas cuya situación geopolítica es igual o más crítica, o relacionadas con graves deterioros medioambientales. Por tanto, es urgente y esencial reducir el consumo de petróleo en la Unión Europea.
Las cinco primeras medidas
Desde Greenpeace hemos elaborado un plan para que Europa reduzca su dependencia del petróleo ruso —y del petróleo en general— con 10 medidas a corto y medio plazo dirigidas al sector transporte, centradas en los sectores que más petróleo consumen: turismos, camiones y aviación. Las cinco primeras medidas, propuestas a corto plazo se podrían adoptar en pocos meses:
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Prohibir los vuelos cortos y reducir los vuelos de negocios
El avión es el modo de transporte con mayor impacto climático por pasajeros·kilómetro. Si sustituimos los vuelos que ya tienen una ruta equivalente en tren y reducir los viajes de empresa, podríamos ahorrar hasta 8 millones de toneladas en combustible. Según una reciente investigación de la Agencia Internacional de Energía (AIE), hasta el 70 % de los viajes de negocios podría haberse sustituido por una reunión virtual.
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Un transporte público asequible y disponible para toda la población.
Después de los desplazamientos a pie y en bicicleta, el transporte público es el que menos petróleo consume. Por eso debe incrementar su oferta cuando sea posible, mejorar su velocidad y que nadie tenga que usar su coche particular por motivos de coste, como estamos viendo por los altos precios en los trenes de larga distancia.
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Sustituir el transporte de mercancías por carretera por transporte ferroviario.
El transporte de mercancías por carretera depende casi totalmente del petróleo, mientras que el sistema ferroviario europeo funciona predominantemente con electricidad. Los gobiernos nacionales deben hacer más atractivo el tren rebajando las tasas por el uso de las infraestructuras y retirando los incentivos que disfruta el camión, como el uso sin coste de las autopistas.
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Conducir menos y de forma más eficiente.
Alrededor del 30% del petróleo en la UE se utiliza para los coches. La forma más fácil de conducir menos es dejar de ir al trabajo y pasarse al teletrabajo siempre que sea posible. También hay mucho potencial para compartir el coche, en especial para viajes de ida y vuelta al trabajo. Otra forma de reducir el gasto de combustible es bajando de velocidad de conducción, reduciendo los límites de velocidad en carreteras y autopistas, o incorporando límites donde no hay, como en las Autobahn de Alemania.
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Más espacio para las personas y menos para los coches.
La mayoría de las ciudades está centradas en el automóvil y no resultan tan atractivas para los desplazamientos a pie o en bicicleta. Durante la crisis del COVID, muchas ciudades demostraron que se pueden instalar rápidamente nuevos carriles bici o zonas para caminar. Menos vehículos a motor significa ciudades con menos contaminación, menos ruido y más espacio para que podamos disfrutar de la ciudad.