La prueba se ha llevado a cabo en el Laboratorio de Inteligencia Artificial Rensselaer (RAIR Lab) al mando del profesor Selmer Bringsjord, quien asegura que pasar muchas pruebas de este tipo permite a los robots desarrollar un repertorio de habilidades que puede llegar a ser muy Ăștil.
En un laboratorio de robĂłtica en el estado de Nueva York, en Estados Unidos, tres pequeños robots humanoides tienen un enigma que resolver. Se les hace creer que a dos de ellos se les ha dado una pastilla para enmudecer que les deja sin habla. En realidad, simplemente se ha pulsado el botĂłn para silenciarlos, pero ninguno sabe cuĂĄl puede seguir hablando. Eso es lo que tienen que averiguar. Cuando el investigador les pregunta, sus procesadores tratan de buscar la respuesta correcta. Ya que dos no pueden hablar, sĂłlo uno de ellos responde en voz alta «No sé», cayendo en la cuenta al momento en la soluciĂłn. Al oĂr su propia voz robĂłtica, entiende que no puede estar silenciado. «¥Lo siento, ahora lo sĂ©! Puedo demostrar que no me dieron la pastilla», exclama. A continuaciĂłn, lo traslada a cĂłdigo matemĂĄtico y lo guarda en su memoria para demostrar que lo ha entendido.
SegĂșn un artĂculo publicado en la revista New Scientist, se trata de la primera vez que un robot Nao, los modelos humanoides disponibles a la venta, ha superado un enigma de este tipo que, aunque pueda resultar una prueba sencilla, se acerca a los lĂmites de la consciencia. De esta forma se da un importante paso hacia la creaciĂłn de mĂĄquinas que tienen consciencia de sĂ mismas y entienden su lugar en el mundo.
La prueba se ha llevado a cabo en el Laboratorio de Inteligencia Artificial Rensselaer (RAIR Lab) al mando del profesor Selmer Bringsjord, quien asegura que pasar muchas pruebas de este tipo permite a los robots desarrollar un repertorio de habilidades que puede llegar a ser muy Ăștil. En lugar de seguir cuestionĂĄndose sobre si las mĂĄquinas podrĂĄn alcanzar la consciencia humana, Ă©l prefiere marcarse objetivos concretos, demostrando ejemplos especĂficos y limitados de consciencia robĂłtica.
ÂżCONSCIENCIA ARTIFICIAL?
Los resultados de la prueba se presentarĂĄn en la conferencia sobre robĂłtica RO-MAN, que se celebra a finales de agosto en Kobe, JapĂłn, abriendo de nuevo el debate sobre la posibilidad de alcanzar la consciencia artificial. Y es que la prueba de Los hombres sabios requiere algunos rasgos muy humanos. En primer lugar, el robot deben ser capaz de escuchar y comprender la pregunta, responderla, darse cuenta de que es el Ășnico en hacerlo, reconocer su propia voz, asociarlo a la pregunta y finalmente, resolver el enigma. De esta forma pueden parecer conscientes en este caso especĂfico, evaluar su propio estado y llegar a una conclusiĂłn. Pero la inteligencia en su sentido mĂĄs amplio, tal y como la poseen los humanos, son palabras mayores. Los robots Nao pueden pasar la prueba de Los hombres sabios, pero serĂan incapaces de reconocer sus propios pies.
SegĂșn Bringsjord, una de las razones por las que los robots no pueden tener una consciencia mĂĄs amplia es simplemente porque no pueden procesar datos suficientes. A pesar de que las cĂĄmaras pueden capturar mĂĄs informaciĂłn sobre una escena que el ojo humano, en robĂłtica se pierden cuando se intenta dar forma a todos esos datos para construir una imagen coherente del mundo.
La prueba tambiĂ©n arroja luz sobre lo que significa la consciencia para el hombre. Aquello que los robots no pueden tener a diferencia de los humanos, argumenta Bringsjord, es la consciencia fenomenolĂłgica, «la experiencia de primera mano del pensamiento consciente». O en otras palabras, la sutil diferencia entre vivir realmente un amanecer o el hecho de tener neuronas de la corteza visual disparando de forma que lo representen. Sin ella, los robots son meros ‘zombis filosĂłficos’, capaces de emular la conciencia, pero sin llegar a alcanzarla.
BORDEANDO LA CONSCIENCIA
Sin embargo, la prueba con robots Nao en Rensselaer no es la Ășnica en que estas mĂĄquinas bordean los lĂmites de la conciencia. Por ejemplo, Nico, un robot de investigaciĂłn de la Universidad de Yale, es capaz de reconocer su propia mano en un espejo, mientras Qbo, un proyecto español de cĂłdigo abierto, estĂĄ programado para tareas de reconocimiento facial o de objetos, reconociĂ©ndose tambiĂ©n a sĂ mismo frente a un espejo.
Ambos son un paso hacia el intento de superar la famosa Prueba del espejo, una medida aplicada a animales para detectar si verdaderamente entienden que el rostro que ven reflejado en un espejo es el suyo. SĂłlo aquellos mĂĄs inteligentes, orcas, elefantes, urracas, delfines, algunos simios y el hombre, la han superado.
Los avances en robĂłtica llegan a tal punto que incluso estĂĄn atrayendo el interĂ©s teolĂłgico. AsĂ, no es de extrañar que el año pasado el Seminario EvangĂ©lico del Sur en Carolina del Norte comprara un robot Nao para investigar sobre cĂłmo los robots podrĂan acabar reemplazando a los humanos.
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Patricia PĂ©rez – www.madrimasd.org – INNOVAticias.com