No existe una definición unitaria para la que todos estén de acuerdo respecto al concepto de Emprendimiento, pero éste está altamente asociado con la innovación, el riesgo y la incertidumbre y depende de factores como las creencias culturales, el acceso al empleo y la disponibilidad de fondos.
¿Qué significa ser emprendedor?
Si miramos a nuestro alrededor, encontraremos a multitud de personas y empresas que se auto denominan emprendedores y que usan el concepto de “espíritu empresarial” para englobar todas las cosas que hacen y darles un carácter diferente, simplemente por utilizar una terminología determinada pero incierta.
El origen etimológico de la palabra emprendimiento deriva del término francés entreprendre que se usaba ya en el siglo XIII y tenía un significado general, que se aplicaba a “hacer cosas”. En inglés (entrepreneurship) se la agregó el sufijo ship, que significa crear algo de valor. En definitiva la palabra originalmente significaba algo así como el «proceso de descubrir nuevas formas de combinar los recursos”.
En el mundo académico, el término «Emprendimiento» ha sido objeto de investigación durante décadas y ha sido examinado por diversas disciplinas como la antropología, la economía, las ciencias sociales y las de gestión. Pero a la hora de encontrar una definición realmente adecuada es donde surgen las complicaciones y las opiniones encontradas.
Por ejemplo, hay quienes sostienen que «la iniciativa empresarial refleja simplemente la creación de una nueva organización y que toda persona que se inicia en un nuevo negocio es un empresario» (Peter Drucker 1985).
Sin embargo, muchos entienden al «Emprendimiento» en un sentido más empático y piensan que debe desvincularse del concepto de mera «administración de empresas».
Esta diferenciación fue creada originalmente por uno de los más famosos investigadores del fenómeno del emprendimiento, Joseph Schumpeter.
Según él, un «administrador de empresas» o «gerente» sólo sigue conservando las estructuras existentes, mientras que un verdadero emprendedor crea estructuras nuevas y fundamentalmente mejores, por lo tanto, innova.
¿Qué hacen los emprendedores?
Una nueva corriente de investigación subraya que la iniciativa empresarial está muy asociada con el riesgo y la incertidumbre, ya que un empresario siempre rompe moldes, inicia cosas nuevas y diferentes y difícilmente se pueden estimar los resultados finales de su empresa.
Por otra parte, el profesor de Harvard Business School Howard Stevenson señala que «El espíritu empresarial es la búsqueda de oportunidades más allá de los recursos controlados por lo que ningún empresario puede hacerlo todo por su cuenta. Con el fin de construir un negocio exitoso, dependerá de terceros y su fin será acrecentar su capital”.
Como resultado, los investigadores como Fueglistaller destacan que la iniciativa empresarial no puede entenderse adecuadamente si sólo consideramos lo que los empresarios están haciendo. Sus acciones están integrados en un entorno social multifacético que tiene un impacto notable sobre las oportunidades y desafíos que enfrenta un emprendedor.
El espíritu empresarial como fenómeno social
Especialmente las creencias culturales y las tendencias auto limitantes personales son la causa de que un negocio se estanque o se genere una iniciativa nueva e innovadora. También el bienestar social juega un papel muy importante en este aspecto.
El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) mide la actividad empresarial en diferentes países y en distintos entornos culturales, religiosos y económicos. Los países con la intención más emprendedora son Malawi, Botswana, Libia, Uganda, Ghana y Zambia. La razón es que los países menos desarrollados no ofrecen garantías a nivel de la seguridad social. La única opción que tienen las personas para ‘sobrevivir’, es iniciar un negocio.
Basándonos en la misma premisa, no constituye una sorpresa que los países con una administración de la seguridad social más rígida y predecible, como Alemania y Japón, sean los últimos en el ranking.
La mayoría de la gente de los países más desarrollados piensa que no tienen las habilidades o los recursos necesarios para emprender un nuevo desafío. Durante mucho tiempo, la iniciativa empresarial se debatió en torno a los conceptos de «naturaleza o crianza», o sea si los emprendedores nacen o se hacen.
Sin embargo, una nueva corriente piensa que los principios empresariales pueden ser enseñados. No solo son capaces de alcanzar el éxito quienes nacen exitosos, sino todos pueden aprender el camino y eso es un tremendo cambio en el pensamiento sobre el espíritu empresarial.
El emprendimiento en España
En nuestro país la gente se encuentra con varias trabas que “a priori” les parecen insoslayables: la falta de oportunidades, los escasos créditos, las leyes limitantes, los altos costos básicos, etc. pero no por ello todos los emprendedores se quedan en la simple intención de ser mejores o de superar los escollos.
Las cifras dicen que si bien ha decaído el emprendimiento a nivel oficial y particular, hay una buena cantidad de empresas y de autónomos que se arriesgan a ser diferentes, a innovar y a marcar la diferencia, aun a costa de tener algunas pérdidas iniciales.
La crisis sin dudas ha logrado incentivar el ingenio y muchos empresarios ya ven oportunidades, donde antes solo se vislumbraba un horizonte oscuro. Están comenzando a potenciar recursos, a restructurarse y a adaptarse a las nuevas tecnologías con un mínimo de inversión.