En la prensa y desde hace un tiempo también en las redes sociales se leen titulares muy llamativos sobre la salud, tales como: tratamientos revolucionarios, avances científicos casi increíbles, suplementos o complementos nutricionales que pueden hacer milagros. El problema es que detrás de estos artículos no siempre hay una evidencia científica que los justifique.
Para que un lector pueda dirimir si está leyendo una noticia sensacionalista o un texto serio que trata sobre salud, es importante prestar atención a ciertos detalles que evidencian si detrás de uno u otro existe efectivamente una investigación científica en toda regla.
La salud se basa en la ciencia
En el mundo de las ciencias de la salud se utiliza la expresión “basado en evidencia científica”. Significa que hay estudios científicos que demuestran que un tratamiento o una intervención sanitaria funcionan, o que no funcionan, en la mejora de un problema de salud. Puede ser un medicamento, una técnica quirúrgica, una terapia alternativa, un complemento alimenticio, una dieta, una actividad física, un tipo de psicoterapia, etc.
Ahora bien, estos estudios pueden estar bien diseñados y realizados, o pueden no estarlo. Esto es muy importante, ya que tanto unos como otros acaban siendo publicados y los medios de comunicación haciéndose eco de ellos sin valorar si la noticia que dan a conocer es resultado de una buena o mala investigación. Y es ahí donde los consumidores debemos aprender a ser críticos para no dar por buenos todos los titulares que se publican.
¿Qué es la evidencia científica?
Cuando existen pocos ensayos o se realizan con muestras pequeñas o diseños inadecuados, los resultados pueden deberse al azar o contener errores. Esto genera un nivel bajo o muy bajo de evidencia científica y gran incertidumbre, algo común en las conclusiones de muchas revisiones sistemáticas actuales.
Lo correcto es realizar ensayos clínicos con un gran número de participantes y bien diseñados y desarrollados, como suelen ser los grandes ensayos clínicos que desarrollan los laboratorios farmacéuticos para demostrar al regulador (la Agencia Europea de Medicamentos en la UE o la FDA en EE. UU.) que el nuevo medicamento que pretenden comercializar es eficaz y seguro.
Y lo óptimo es hacer comprobaciones sistemáticas que reúnen los hallazgos de numerosos ensayos clínicos bien hechos. Cuando eso sucede, entonces se dice que la evidencia científica es de nivel alto, lo que significa que los investigadores están muy seguros de que los hallazgos sobre la eficacia o ineficacia de la intervención son reales y no es necesario hacer más ensayos clínicos para confirmarlo. Por ejemplo:
- Existe evidencia científica sólida que demuestra que la terapia psicológica cognitivo-conductual es tan eficaz como los medicamentos hipnóticos para el tratamiento del insomnio, pero con muchos menos efectos adversos.
- Existe evidencia científica de alta calidad que demuestra que la cirugía de rodilla por artroscopia para el tratamiento de la artrosis de rodilla y desgarros del menisco no mejora el dolor, la función o la calidad de vida.
- Existe evidencia científica de nivel alto que demuestra que en las personas sin enfermedad periodontal las limpiezas dentales periódicas (cada 6 o 12 meses) no ofrecen ninguna ventaja en la prevención de gingivitis y la aparición de bolsas periodontales.
Estudios no concluyentes
En la investigación de nuevos medicamentos y terapias es obligatorio hacer estudios preclínicos. Se realizan en cultivos celulares, tejidos y modelos animales con objeto de evaluar la seguridad y eficacia inicial antes de probarlos en personas en un ensayo clínico. Los resultados no son extrapolables a los seres humanos.
Un ejemplo de 2025 es el estudio de células madre para combatir la calvicie en ratones; en los medios el estudio se ha presentado con un titular que omite el dato de que se ha probado en ratones de laboratorio.
Los estudios observacionales son otro tipo de estudios clásicos que consisten en observar a lo largo del tiempo dos grupos de personas, uno expuesto al factor que se quiere estudiar y el otro no. Las asociaciones halladas pueden descubrir pistas para plantearse nuevas hipótesis de causalidad, pero no deben darse por buenas hasta que se puedan demostrar con un buen ensayo clínico.
A modo de ejemplo: se constata que en otoño caen las hojas y hay más catarros; ¿quiere esto decir que la caída de las hojas produce catarros? Evidentemente, no: correlación entre datos no significa causalidad. A lo largo de la historia se han dado casos de estudios observacionales de los que se han sacado conclusiones precipitadas que han conducido a medidas sanitarias equivocadas.
Magnificación de beneficios y resultados
Aunque exista evidencia científica sólida sobre un tratamiento, a veces los medios de comunicación sacan la información de contexto y exageran sus beneficios, con lo cual generan falsas expectativas.
Un ejemplo reciente es el de Lecanemab para el Alzhéimer. Lecanemab es el primer fármaco autorizado en la UE capaz de alterar modestamente la progresión del alzhéimer. A pesar de que el ensayo clínico, realizado en 1.800 pacientes, mostró únicamente un retraso limitado (no curación) de unos 6 meses en la progresión de la enfermedad y posibles efectos adversos graves, los medios lo presentaron de forma exagerada como una “revolución” o tratamiento muy prometedor contra esta enfermedad.
Un poco de escepticismo frente a algunas noticias es beneficioso para la salud:
- Desconfía de los titulares que despiertan grandes esperanzas o miedos infundados: pocas veces responden a hechos y datos rigurosos.
- Las informaciones de estudios científicos con resultados espectaculares suelen ser poco fiables. En ciencia, los resultados tan impresionantes son poco frecuentes y suelen necesitar confirmación independiente.
Cómo diferenciar las noticias sobre la salud
Cuando te encuentres con una noticia que empieza con “un estudio demuestra que tal cosa mejora o es perjudicial para tu salud”, fíjate en estos detalles:
La noticia es seria si el hallazgo hace referencia a:
- Un ensayo clínico con gran número de pacientes: varios cientos, mil o más.
- Un estudio observacional en el que la variable que se está estudiando se presenta como un posible factor de riesgo de los cambios en la salud encontrados, pero no como la causa definitiva.
- Las conclusiones de una revisión sistemática de ensayos clínicos con nivel de evidencia científica declarado: alto, moderado, bajo o muy bajo. Si la evidencia es baja o muy baja, significa que hay mucha incertidumbre sobre la veracidad del hallazgo y se necesitan más estudios.
La noticia es sensacionalista si hace referencia a:
- Un solo ensayo o varios, pero de pocos participantes: unas decenas de personas.
- Un estudio observacional en el que la variable en estudio se presenta como si fuera la causa definitiva de los cambios en la salud encontrados.
- Un estudio en células, tejidos o en modelos animales. Los estudios con animales pueden aportar indicios iniciales, pero sus resultados no son directamente trasladables a la salud de las personas. Se requieren años de investigación para confirmar esos efectos en humanos y, a menudo, sus resultados son muy diferentes.
Resulta de enorme importancia ser capaz de distinguir cuáles son los artículos sobre salud que nos aporten información útil, fiable y basada en la ciencia, de los que solo buscan el clic fácil y no aportan más que sensacionalismo. ECOticias.com