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martes, septiembre 26, 2023

Productos ecológicos en ‘El Chiringuito de Verano’

Pedro Burruezo, no sin ciertas dosis de humor negro, nos dice que España será un país, de verdad civilizado, el día en que en los chiringuitos se puedan adquirir productos ecológicos y, desde sus bafles, suenen piezas de Arvo Part o de Sakamoto.

Pedro Burruezo, no sin ciertas dosis de humor negro, nos dice que España será un país, de verdad civilizado, el día en que en los chiringuitos se puedan adquirir productos ecológicos y, desde sus bafles, suenen piezas de Arvo Part o de Sakamoto.
Yo no sé por qué motivo, pero parece como si en el periodo estival todo estuviera permitido. Comer cualquier cosa, beber cualquier cosa, hacer cualquier cosa, desde el socorrido “frigurón” hasta la sangría inestable de verano pasando por la burguer de origen desconocido o la ensaladilla rusa que es de todo menos ensaladilla y rusa… Nada de eso. Ante todo, mucha calma, como decía Siniestro Total. Y, por encima de todo, ninguna prisa. Que queremos ir a comer a la playa… Pues vale. Nos llevamos nuestras friambericas con nuestros alimentos de verdad. Si no, lo que nos espera en un chiringuito es de miedo: comida basura, calores, picores, colas, camareros estresados… Con honrosas excepciones, eso sí. Mejor llevar lo imprescindible, al menos, de casa… Y así no te llevarás sorpresas. A según camareros chiringuiteros no intentes convencerles de qué es un hamburguesa vegana y ecológica a las 14h, bajo un sol de justicia, ante un montón de gente pidiendo lo suyo y una nube de críos exigiendo calippos a cascoporro.. Pobres: bastante tienen con la precariedad laboral, los horarios inciertos y aguantar a un público desbocado.
Y no sólo de pan vive el hombre. ¿Qué me dicen de la música que atruena desde los altavoces de no pocos chiringuitos de nuestro país? He podido saber que se están recogiendo firmas en foros de Alemania, Bélgica y Holanda para que, en todo chiringuito que se precie, haya un pinchadiscos con unas nociones mínimas de lo que significa el concepto “música”. Una página web internacional insta a los turistas a no acudir a aquellos países en los que arrasa el turismo de sol y playa hasta que sus responsables políticos no hayan emitido normativas pertinentes sobre los mínimos intelectuales que tiene que tener el responsable de la música en el chiringuito de turno. Se habla de petición de multas de altos estipendios no sólo por la contaminación acústica de los susodichos establecimientos, sino por la agresión para la honra y el bienestar mental que suponen algunos títulos, como el temible “La salchipapa” de la insignie Leticia Sabater. No me extraña que ya no se pesque nada a caña desde las playas. Y es que hasta los peces huyen de reggaetón/machirulo/peloenpecho/tomaquetoma/perreandoperreando de las grandes estrellas de los géneros veraniegos por excelencia.
España será un país de verdad civilizado el día en que en un chiringuito playero puedas cruspirte una ensalada ecológica de proximidad, una kombucha “bio” bien fresquita y/o una bocadillo de tofu a la plancha con pan orgánico de levadura madre. Y, por supuesto, el día en que los bafles de este tipo de enclaves hosteleros dejen de destrozar nuestros tímpanos con blasfemias como el “Tukutú” de la ya mentada Leticia o el “Choka Choka” del inefable Paquirrín… Ah, el día en que en un chabolo playero podamos escuchar al gran Arvo Part o a Sakamoto… Ese día, seremos civilizados de verdad… Y, si no, al menos, que vuelvan los 70 con Manzanita o Cecilia. Eso sí que era música…

Yo no sé por qué motivo, pero parece como si en el periodo estival todo estuviera permitido. Comer cualquier cosa, beber cualquier cosa, hacer cualquier cosa, desde el socorrido “frigurón” hasta la sangría inestable de verano pasando por la burguer de origen desconocido o la ensaladilla rusa que es de todo menos ensaladilla y rusa…

Nada de eso. Ante todo, mucha calma, como decía Siniestro Total. Y, por encima de todo, ninguna prisa. Que queremos ir a comer a la playa… Pues vale. Nos llevamos nuestras friambericas con nuestros alimentos de verdad. Si no, lo que nos espera en un chiringuito es de miedo: comida basura, calores, picores, colas, camareros estresados… Con honrosas excepciones, eso sí.

Mejor llevar lo imprescindible, al menos, de casa… Y así no te llevarás sorpresas. A según camareros chiringuiteros no intentes convencerles de qué es un hamburguesa vegana y ecológica a las 14h, bajo un sol de justicia, ante un montón de gente pidiendo lo suyo y una nube de críos exigiendo calippos a cascoporro.. Pobres: bastante tienen con la precariedad laboral, los horarios inciertos y aguantar a un público desbocado.

Y no sólo de pan vive el hombre. ¿Qué me dicen de la música que atruena desde los altavoces de no pocos chiringuitos de nuestro país? He podido saber que se están recogiendo firmas en foros de Alemania, Bélgica y Holanda para que, en todo chiringuito que se precie, haya un pinchadiscos con unas nociones mínimas de lo que significa el concepto “música”.

Una página web internacional insta a los turistas a no acudir a aquellos países en los que arrasa el turismo de sol y playa hasta que sus responsables políticos no hayan emitido normativas pertinentes sobre los mínimos intelectuales que tiene que tener el responsable de la música en el chiringuito de turno.

Se habla de petición de multas de altos estipendios no sólo por la contaminación acústica de los susodichos establecimientos, sino por la agresión para la honra y el bienestar mental que suponen algunos títulos, como el temible “La salchipapa” de la insignie Leticia Sabater. No me extraña que ya no se pesque nada a caña desde las playas.

Y es que hasta los peces huyen de reggaetón / machirulo / peloenpecho / tomaquetoma / perreandoperreando de las grandes estrellas de los géneros veraniegos por excelencia.

España será un país de verdad civilizado el día en que en un chiringuito playero puedas cruspirte una ensalada ecológica de proximidad, una kombucha “bio” bien fresquita y/o una bocadillo de tofu a la plancha con pan orgánico de levadura madre. Y, por supuesto, el día en que los bafles de este tipo de enclaves hosteleros dejen de destrozar nuestros tímpanos con blasfemias como el “Tukutú” de la ya mentada Leticia o el “Choka Choka” del inefable Paquirrín…

Ah, el día en que en un chabolo playero podamos escuchar al gran Arvo Part o a Sakamoto… Ese día, seremos civilizados de verdad… Y, si no, al menos, que vuelvan los 70 con Manzanita o Cecilia. Eso sí que era música…

Autor: Pedro Burruezo

Fuente: VidaSana

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