El pasado sábado se celebró el Día Europeo de los Parques, una fecha que puso de relieve la importancia y el papel clave que tienen los espacios protegidos: no solo cuidan la naturaleza, sino que son aliados en la lucha contra el cambio climático y tienen numerosos beneficios desde el punto de vista de la economía, el aspecto social y la salud.
Desde que naciera este día conmemorativo, en el año 1999, la declaración de áreas protegidas se ha multiplicado de forma más que exponencial hasta el punto de que suma un 26 % de la superficie terrestre y un 12 % de la marina de toda la Unión Europea tal y como confirman los datos que maneja la Agencia Europea del Medio Ambiente.
Espacios protegidos que, como queda patente, tienen mucho que decir a la hora de combatir el cambio climático, además de luchar contra la despoblación que se ve agravada con motivo de esos efectos negativos de la urgencia climática.
Los espacios protegidos, aliados contra el cambio climático y la despoblación
Los espacios protegidos, zonas de las que este sábado se conmemoran el Día Europeo de los Parques, tienen como objetivo la conservación, pero también constituyen grandes aliados contra el cambio climático y la despoblación, ya que funcionan como laboratorios de investigación sobre el clima y ayudan a fijar habitantes.
El Día Europeo de los Parques se conmemora cada 24 de mayo desde 1999, promovido por la Federación Europarc en recuerdo a la fecha en la que se declararon los primeros parques nacionales en Europa, en Suecia. Desde entonces, la declaración de áreas protegidas se ha multiplicado exponencialmente y alcanza en torno a un 26 % de la superficie terrestre y un 12 % de la marina de toda la Unión Europea, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente.
La «razón de ser» de los parques es la conservación de su naturaleza, pero eso acarrea también beneficios «en términos económicos, sociales y de salud» que a veces pasan desapercibidos, explica el responsable de comunicación de la Oficina Técnica de Europarc-España, Javier Puertas.
Uno de ellos es la ayuda para combatir el cambio climático, tanto a nivel de mitigación -por ejemplo, los bosques son sumideros de CO2– como de adaptación, ya que funcionan como «laboratorios de investigación aplicada» desde hace muchos años. «En estos espacios protegidos se están ensayando medidas para conseguir bosques más resilientes, que resistan mejor todo lo que está pasando ya y lo que está por pasar», como macroincendios forestales o grandes avenidas de agua, relata Puertas.
Un caso concreto es el del parque natural Baixa Limia–Serra do Xurés, en Galicia, que cuenta con un bosque galaico-portugués de robles y cerquiños donde se han realizado intervenciones para dificultar el avance de grandes incendios y restaurar el espacio tras estos episodios.
En áreas protegidas con zonas húmedas, se apuesta por charcas naturales que ayuden a la supervivencia de especies como los anfibios.
La mayor parte de los parques están en zonas rurales acusadas por la despoblación, y estas áreas también pueden impulsar la dinamización socioeconómica de su entorno, generar empleo y fijar población a través de la agricultura, el pastoreo o la ganadería extensiva, entre otras actividades.
En varias zonas de especial protección para aves de Castilla- La Mancha se han implementado medidas para compatibilizar la agricultura con la conservación de esta fauna, como la rotación de cultivos o el uso de semillas no tratadas químicamente.
Gestión efectiva de los espacios protegidos
Ese «marco de oportunidad» de los parques hay que buscarlo, advierte Puertas, ya que asegura hay una gran diferencia cuando un parque es casi «invisible» y cuando tiene un equipo sobre el terreno para fomentar sus beneficios y servicios.
«Se ha avanzado mucho en cuanto a la declaración de espacios protegidos durante las últimas décadas. Sin embargo, la mayoría de los parques protegidos todavía tienen carencias muy importantes tanto en su gestión como a la hora de asegurar que esa protección sea realmente efectiva«, señalan además desde organizaciones ecologistas.
En ocasiones, no cuentan con planes de gestión o de ordenación o sus órganos de participación social no funcionan de forma adecuada. En otros casos, las principales amenazas están ligadas a actividades turísticas, desarrollos urbanísticos, construcción de infraestructuras como carreteras o la gestión del agua.
Así advierten de que a veces se cambia la legislación para permitir que se construya una estación de esquí o una urbanización. «Hemos visto ejemplos de espacios protegidos que se han reducido en superficie para dejar que en una zona que estaba protegida se puedan desarrollar estos proyectos», denuncian.
Por ello, las propias declaraciones de espacios protegidos e instrumentos como la Estrategia Europea de Biodiversidad 2030 o la Ley de Restauración de la Naturaleza de la UE son «necesarios pero insuficientes», coinciden tanto Europarc como Ecologistas.
Hay que ir más allá, apelan: «Proteger y conservar la biodiversidad requiere cambios incluso en el sistema económico, en el sistema político y que la biodiversidad se integre en todas las políticas», también en sectores como el transporte o la energía.
Cientos de actividades en España para poner en valor la importancia de los espacios protegidos
Este año, las áreas protegidas de España planificaron cientos de actividades para celebrar el Día Europeo de los Parques, bajo el lema ‘Juntos por la naturaleza’. Visitas, rutas, sesiones educativas, concursos de fotografía, talleres diversos o una biblioteca móvil integraron la programación para este año.
«Es fundamental hacer partícipe a la ciudadanía de la realidad de las áreas protegidas, y la mejor manera de que todas las personas conozcan y valoren los beneficios que la naturaleza adecuadamente conservada nos brinda en los espacios naturales es, precisamente, acercar a la sociedad a nuestros espacios», concluye la coordinadora de la oficina técnica de Europarc-España, Marta Múgica. EFE / ECOticias.com