El agujero de ozono, durante décadas uno de los indicadores ambientales más preocupantes del planeta, muestra hoy signos claros y alentadores de recuperación. Este avance refleja el efecto positivo de combinar investigación rigurosa con cooperación global sostenida, y demuestra que los grandes desafíos ambientales pueden afrontarse con éxito cuando existe voluntad política y coordinación entre países.
Desde su identificación en los años ochenta, el deterioro de la capa de ozono generó alarma mundial por su papel esencial en la protección contra la radiación ultravioleta. La comunidad científica identificó rápidamente la causa principal: el uso masivo de clorofluorocarbonos (CFC) y otras sustancias químicas capaces de destruir las moléculas de ozono en la estratosfera.
Esta evidencia impulsó la firma del Protocolo de Montreal de 1987, uno de los acuerdos ambientales más amplios y eficaces de la historia, que marcó la eliminación progresiva de estos compuestos.
El agujero de ozono alcanza su quinto menor tamaño desde 1992
El agujero en la capa de ozono ha registrado en 2025 su quinto menor tamaño desde 1992, según datos divulgados este martes por la NASA y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos.
Pese a sus dimensiones de escala continental, su tamaño este año es pequeño frente a otros anteriores, conforme a esta información, y el quinto más pequeño desde que en 1992 entrara en vigor un acuerdo internacional para eliminar de manera gradual los químicos que generan el deterioro en esa capa.
En el punto álgido de la ‘temporada de agotamiento’ de este año (época en la que la destrucción de la capa de ozono se intensifica), del 7 de septiembre al 13 de octubre, la extensión promedio del agujero fue de unos 18,71 millones de kilómetros cuadrados, el doble del área de los Estados Unidos contiguos.
Ambas agencias han indicado asimismo que el agujero de ozono este año ya está empezando a desintegrarse, casi tres semanas antes de lo habitual durante la última década. Además, alcanzó su mayor extensión de un solo día el 9 de septiembre, con 22,86 millones de kilómetros cuadrados.
Pese a sus dimensiones de escala continental, su tamaño este año es pequeño frente a otros anteriores, conforme a esta información, y el quinto más pequeño desde que en 1992 entrara en vigor un acuerdo internacional para eliminar de manera gradual los químicos que generan el deterioro en esa capa.
Otro dato difundido apunta a que fue aproximadamente un 30 % más pequeño que el mayor agujero jamás observado -en 2006- y tuvo un área promedio de 26,60 millones de kilómetros cuadrados.
«Estamos viendo que los agujeros de ozono tienden a ser más pequeños en área que en los primeros años de la década de 2000», ha indicado Paul Newman, científico de la Universidad de Maryland (EE.UU) y líder del equipo de investigación de ozono en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
El experto ha destacado que estos «se están formando más tarde en la temporada y desintegrándose antes», aunque «nos queda un largo camino antes de que se recupere a los niveles de la década de 1980«.
Los científicos sostienen que el monitoreo de este año revela que los controles sobre los compuestos químicos que agotan el ozono -establecidos por el Protocolo de Montreal- están impulsando la recuperación gradual de la capa de ozono en la estratosfera, que va camino de recuperarse por completo más adelante en este siglo.
Stephen Montzka, científico del Laboratorio de Monitoreo Global de la NOIA, ha indicado que «desde su punto máximo alrededor del año 2000, los niveles de sustancias que agotan el ozono en la estratosfera antártica han disminuido aproximadamente en un tercio, en comparación con los niveles previos al agujero de ozono».
Como parte del Protocolo de Montreal de 1987, los países han acordado reemplazar las sustancias que agotan el ozono por alternativas menos dañinas.
Según Newman, «el agujero de este año habría sido más de un millón de millas cuadradas más grande si aún hubiera tanto cloro en la estratosfera como hace 25 años».
Menos químicos destructores: por qué el agujero se forma más tarde y se cierra antes
Sin embargo, los químicos prohibidos persisten en productos antiguos, como el aislamiento de edificios y vertederos y a medida que las emisiones que emanan disminuyan con el tiempo, el agujero de ozono sobre la Antártida se recuperará alrededor de finales de la década de 2060, según las proyecciones.
Entre algunos factores que influyen en los niveles de ozono de un año a otro se encuentran la temperatura, el clima y la fuerza del viento que rodea la Antártida —conocido como el vórtice polar—.
Qué factores climáticos explican las variaciones anuales del agujero de ozono
La aparición de sustancias no reguladas, el impacto del cambio climático sobre la circulación atmosférica y fenómenos como las erupciones volcánicas pueden influir temporalmente en el estado del ozono. Por ello, insisten en reforzar la vigilancia internacional y garantizar que la industria no retroceda en sus compromisos.
Entre algunos factores que influyen en los niveles de ozono de un año a otro se encuentran la temperatura, el clima y la fuerza del viento que rodea la Antártida —conocido como el vórtice polar—.
La recuperación del ozono constituye un poderoso mensaje de esperanza: el planeta puede sanar cuando la humanidad coordina esfuerzos. Este éxito es un precedente indispensable para enfrentar retos actuales como la crisis climática, demostrando que la acción conjunta es el camino hacia un futuro más seguro y sostenible. Seguir leyendo en EFE / ECOticias.com















