El debate sobre el futuro de los motores de combustión en Europa ha vuelto a intensificarse después de que Alemania decidiera desafiar el veto climático previsto para 2035. La Unión Europea había acordado prohibir la venta de automóviles nuevos con motores de combustión interna a partir de ese año, una medida considerada clave para alcanzar la neutralidad climática en 2050.
Sin embargo, Alemania, con una industria automovilística potente y un peso político significativo, ha puesto en cuestión el alcance del veto, especialmente en lo referente a los combustibles sintéticos o e-fuels.
El argumento alemán se basa en la premisa de que los e-fuels pueden ofrecer una alternativa climáticamente neutra sin exigir un abandono total de los motores tradicionales. Estos combustibles, producidos a partir de hidrógeno verde y CO₂ capturado, podrían alimentar motores de combustión sin generar emisiones adicionales netas, según sus defensores.
Para un país cuya economía depende en gran medida del sector automotriz, mantener esta tecnología en el mercado representa tanto una oportunidad industrial como una vía para preservar empleos y conocimientos técnicos.
Los motores de combustión reabren el pulso climático europeo
El Gobierno alemán quiere abogar a nivel europeo por una flexibilización de la prohibición prevista para los nuevos coches con motor de combustión, para lo cual el propio canciller, Friedrich Merz, anunció este viernes que redactará una carta al respecto dirigida a la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula von der Leyen.
El debate sobre el futuro de los motores de combustión en Europa ha vuelto a intensificarse después de que Alemania decidiera desafiar el veto climático previsto para 2035.
«Ayer acordamos que hoy escribiré una carta a la presidenta de la Comisión que describa de nuevo la postura del Gobierno alemán y de los jefes de Gobierno (regionales), y en la que pediremos a la Comisión, en sentido amplio, que adapte y corrija la normativa sobre movilidad«, explicó Merz en una rueda de prensa tras la reunión anoche de la cúpula de los partidos que forman la coalición entre conservadores y socialdemócratas.
Precisó que en concreto pedirá en esa carta a la Comisión que también después de 2035 siga permitiendo, además de los vehículos puramente eléctricos a batería, modelos con doble propulsión, es decir, los que combinan la propulsión por batería y el motor de combustión.
En ese sentido, se refirió también a las propuestas de la conferencia de jefes de Gobierno regionales que ya hace unas semanas propusieron por unanimidad que además de los vehículos eléctricos también se puedan homologar modelos con motores de combustión altamente eficientes.
«Y pido a la Comisión, precisamente en este contexto (…) que revise ahora la normativa de flotas de la UE como la apuesta central para el futuro de la industria automovilística europea«, dijo, al tiempo que insistió que el objetivo común debe ser «una normativa favorable a la innovación y abierta a la tecnología, que concilie la protección del clima y la competitividad industrial».
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«Al contrario, queremos alcanzar los objetivos, pero queremos alcanzarlos sin excluir ninguna tecnología. Queremos alcanzarlos con una movilidad que también preserve los puestos de trabajo en Europa y, en particular, en la industria automovilística alemana», dijo, al referirse a la «situación precaria» que atraviesa ese sector en Alemania.
No obstante, los críticos advierten que los e-fuels son aún costosos, energéticamente ineficientes y escasos en comparación con la electrificación, que avanza de manera más sólida y escalable.
Con la carta y la postura política común del gobierno federal y los estados federados Alemania, se envía la «señal correcta» a la Comisión en cuanto a que es posible alcanzar en esta cuestión «una buena solución que, por un lado, nos proteja de sanciones económicas y, por otro, también permita la competitividad en el sector del automóvil, sin poner en duda los objetivos de protección climática», afirmó.
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No obstante, los críticos advierten que los e-fuels son aún costosos, energéticamente ineficientes y escasos en comparación con la electrificación, que avanza de manera más sólida y escalable. Temen que abrir excepciones al veto pueda ralentizar la transición energética y enviar señales contradictorias a la industria en un momento crucial.
La posición alemana ha reabierto tensiones dentro de la UE sobre cómo equilibrar ambición climática, competitividad y viabilidad tecnológica. Aunque el veto de 2035 sigue siendo un objetivo fundamental, su implementación podría incorporar nuevas flexibilidades o matices para acomodar distintas trayectorias nacionales e innovaciones emergentes. Seguir leyendo en EFE / ECOticias.com














