“Cuando las compañías e industrias llegaron a Ventanas prometían progreso, empleo y una mejor calidad de vida. Tras años de abundancia, hoy la contaminación y la destrucción medio ambiental han alcanzado limites tan alarmante como irreversibles.”
Un desastre nunca previsto
En un principio, la comunidad comprobó algunos avances. El parque industrial proporcionó trabajo estable para muchos residentes a lo largo de la década de 1960 y 70, dando lugar a una explosión demográfica sin precedentes. Paralelamente floreció el turismo y los beneficios económicos eran tangibles
Sin embargo, hasta el día de hoy, las áreas adyacentes al parque industrial no tienen la infraestructura necesaria para apoyar ese cambio. Algunas partes de Ventanas ni siquiera tienen sistemas de agua potable o de aguas residuales y la contaminación campa a sus anchas en la bahía y el entorno.
En 1993, el Ministerio de Agricultura declaró Puchuncaví y Quintero una «zona saturada de contaminación» por el dióxido de azufre (SO2) y las PM10 (partículas microscópicas) del aire, pero esto no impidió que el parque industrial de continuase su peligrosa expansión.
Los eventos de emergencia debido a la contaminación se multiplicaron y los residuos de ceniza, nubes tóxicas, metales pesados pasaron del agua a los alimentos. Las consecuencias de años de polución todavía no están claras y las autoridades no han demostrado voluntad de encontrar respuestas.
Y es que según denuncian los residentes, nunca se hicieron inversiones en pos de mejorar la calidad del aire, recuperar las aguas o descontaminar las tierras circundantes. Las quejas ante la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) se tramitan con lentitud pasmosa y en medio de este caos, las empresas alegan que están cumpliendo con las medidas regulatorias correspondientes.
Otra de las quejas de los afectados tiene que ver directamente con las mencionadas regulaciones ya que, al padecer los efectos de las mismas, desde su punto de vista éstas son muy permisivas y no se ajustan a la realidad que están viviendo día a día desde hace tantos años.
Polución sin solución
Además de tener sus costas llenas de cenizas y petróleo producto de derrames, quienes vivían de la pesca artesanal, consideran que la pesca industrial que se permite en las cercanías de la bahía, les impide seguir con su profesión. En este aspecto Ventanas está inactivo y ya no hay barcos en las playas.
Y no solo han desaparecido o muerto los peces, las jibias y los moluscos y artrópodos, sino que la salud de los pobladores también se ha visto gravemente afectada por la contaminación, pero ni las empresas ni el gobierno, hacen nada por encontrar una solución.
Para colmo de males, son pocas las voces que se alzan para protestar, temerosos de perder sus empleos, única fuente de ingresos de sus familias. El panorama resulta tan desolador como el futuro de esta comunidad, si no se toman medidas y se detiene y en lo posible revierte esta situación.