“Brasil es uno de los exportadores de alimentos más importantes del mundo y según el gobierno, está comprometido a liderar la sostenibilidad agropecuaria, mediante la aplicación de diversas medidas encaminadas a proteger el Medio Ambiente.”
Un sector muy importante
En los últimos 50 años, Brasil ha experimentado una verdadera revolución en el campo. El país pasó de ser importador de alimentos, a convertirse en uno de los mayores productores y exportadores del mundo.
Brasil es hoy el segundo mayor exportador de productos agrícolas del mundo y el cuarto productor más grande del planeta, practicando mayoritariamente una agricultura sostenible, comprometida con la preservación del Medio Ambiente.
Esta posición prominente trae consigo muchas responsabilidades y no sólo resulta del innegable hecho poseer la mayor superficie de tierra que puede ser cultivada de todo el planeta, sino de un conjunto de actitudes y acciones coordinadas, que se han puesto en práctica.
Las ganancias de productividad, la eficiencia de la gestión, la investigación, la innovación y el desarrollo tecnológico han revolucionado el sector agroindustrial del país, que tiene la agricultura como buque insignia, pero que en realidad es el engranaje principal de una gigantesca cadena productiva.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA), en el año 2016 la agroindustria representó el 45,8% del total de exportaciones brasileñas. Ese mismo año, el superávit comercial fue bastante positivo, según la Confederación Nacional de Agricultura (CNA), que espera una expansión del 2% en el sector y una participación del 23% del PIB en 2017.
El desafío del país es contribuir de manera creciente y siempre sostenible, a satisfacer las demandas de seguridad alimentaria global, junto con los socios gubernamentales y el sector privado, enfocados en entregar productos de calidad a una población que, según la ONU, será de 9.000 millones de personas en 2050.
Producir sin afectar
Una parte sustancial de esta responsabilidad está directamente relacionada con los desafíos mundiales en materia de sostenibilidad, especialmente los que se destacan en el Acuerdo de París firmado en 2015.
Según datos oficiales, Brasil es el país que más ha contribuido a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y tiene grandes soluciones para ofrecer al mundo en el campo de la sostenibilidad.
En la agricultura en particular, Brasil ha avanzado a pasos de gigante con el fin de fortalecer los atributos de sostenibilidad de la agroindustria, basados en una integración equilibrada entre la agricultura, la ganadería y la protección de la selva.
Paralelamente, invierte en innovación, creando tecnologías que aumentan la productividad y reducen la demanda de tierras cultivables. Entre estas destacan aquellas que tiene por objetivo: reducir el uso de pesticidas y mejorar la preservación del suelo.
Gracias a las tecnologías modernas, la productividad de granos ha crecido aproximadamente 220% en 40 años, pasando de 1,4 toneladas por hectárea a 4,5 toneladas por hectárea. En el mismo período, el área cultivada aumentó sólo marginalmente, mientras que, basándose en los niveles más bajos de productividad, el aumento de los rendimientos en los valores actuales, habría requerido el cultivo de más de 150 millones de hectáreas adicionales.
Lo que queda
Brasil sigue teniendo dificultades con la minería y con la tala ilegal que deforesta grandes áreas de selva virgen, lo que ha puesto en peligro las ayudas externas como la que brinda Noruega para la protección de la Amazonía.
No todos están de acuerdo con las cifras oficiales y con el concepto de liderazgo en sostenibilidad del que se vanagloria el gobierno. Activistas y ambientalistas alertan que, para conseguirlo, aún queda mucho por cambiar.