Según el legislador, el proyecto AB 1884 no constituye una prohibición de las pajillas sino una medida para que las personas noten que no las necesitan realmente. La ley propuesta por Calderón solo afectaría a los restaurantes sentados, no a los bares ni a los establecimientos de comida rápida. «Es un pequeño paso para frenar nuestra dependencia de estos productos de conveniencia, lo que esperamos contribuya a un cambio en las actitudes y el uso del consumidor», asegura.
Un proyecto de ley propuesto en California busca hacer ilegal que los restaurantes o establecimientos de venta de comidas ofrezcan a los clientes pajillas de plástico o popotes a menos que se les solicite.
La idea es del asambleísta demócrata Ian Calderón, líder de la mayoría de la cámara baja de California. Según el legislador, el proyecto AB 1884 no constituye una prohibición de las pajillas sino una medida para que las personas noten que no las necesitan realmente. La ley propuesta por Calderón solo afectaría a los restaurantes sentados, no a los bares ni a los establecimientos de comida rápida. «Es un pequeño paso para frenar nuestra dependencia de estos productos de conveniencia, lo que esperamos contribuya a un cambio en las actitudes y el uso del consumidor«, asegura.
«Mi intención es simplemente crear conciencia sobre los efectos perjudiciales de las pajillas de plástico en nuestro medio ambiente para disminuir la contaminación», explica el promotor de esta iniciativa. Cada día se usan más de 500 millones de pajillas de plástico en Estados Unidos: son la sexta pieza de basura más común recogida en las campañas de limpieza costera entre 1989 y 2014.
Entre otras cosas, el demócrata recuerda que el plástico de los popotes es conocido como polipropileno, material elaborado con petróleo y utilizado por los consumidores una sola vez. En su sitio web, el funcionario explica que, debido a su pequeño tamaño y la falta de un código de resina, ninguna pajilla se recicla.
«Después de su uso único, las pajillas de plástico no biodegradables a menudo terminan en nuestros océanos y cursos de agua, donde se descomponen en piezas más pequeñas y de tamaño micro que se desechan en nuestro medio ambiente. A menudo se confunden con la vida marina como alimento», enfatiza al defender su iniciativa.
Se estima que una persona consume aproximadamente 38,000 popotes en su vida, es decir, un promedio de 1.6 por individuo al día. El impacto ambiental es alarmante: aunque su producción dura menos de dos minutos y su uso se limita, en promedio a unos 20-30 minutos, perdura en la naturaleza entre 100 y 500 años. San Luis Obispo y Davis ya tienen normativas municipales que son similares a la ley de Calderón y no ha habido reportes de quejas. Además, Manhattan Beach tiene una prohibición de todos los plásticos desechables y otras ciudades, como Santa Cruz y Los Ángeles, están considerando también prohibiciones o límites a las pajillas de plástico.
Polémicas sanciones
Aunque hay muy poca resistencia (y bastante apoyo) entre los ciudadanos ante la idea de reducir la contaminación plástica, la polémica de esta iniciativa surgió cuando trascendieron las sanciones que se proponen para hacerla cumplir: una multa de 1,000 dólares o tiempo de cárcel de seis mesescuando el restaurante o lugar de comidas ofrezca pajillas sin que el comensal las haya solicitado.
Sobre esto Calderón aseguró que las sanciones nunca fueron pensadas para ser parte del proyecto de ley y son el resultado del proceso legislativo. «El proyecto de ley actualmente se adjunta a un código existente que contiene esas sanciones. Se hizo así por conveniencia. Estas serán eliminadas antes de que se convierta en ley, no se debería llegar tan lejos«, se comprometió.
Las pajillas son productos necesarios únicamente para los enfermos o internos en hospitales que tienen problemas para poder consumir bebidas, o en su caso, para personas con discapacidades físicas, indica la organización Plastic Pollution Coalition. Incluso en estos casos, existen las pajillas de papel, vidrio o acero inoxidable, que pueden usarse y reusarse muchas veces y que pueden desinfectarse de forma segura. Según la Organización de las Naciones Unidas, los desechos marinos están afectando a más de 800 especies animales y causando pérdidas en todas las costas del mundo equivalentes a más de 13,000 millones de dólares.
Se trata de envolturas de alimentos, tapas de botellas, pajillas, bolsas de supermercado, botellas de bebidas y colillas de cigarrillos. Son materiales sólidos persistentes, piezas o productos fabricados o procesados que se desechan y llegan a la costa y el mar. Al menos el 75% de estos restos son de plástico que, como tienen la habilidad de fragmentarse en microplásticos –porciones de menos de cinco milímetros de diámetro-, pueden ser absorbidos por muchos organismos y enfermarlos, causarles la muerte o hacerlos adictos.
Si bien la contaminación plástica en el mar no es nueva, la alerta dejó hace mucho de ser solo científica o ambientalista y la discusión es cada vez más económica y de salud pública. El número de especies afectadas en el mundo se ha incrementado en más de 150: en 2012 las víctimas eran 663; actualmente son 812.
La ingestión de estos materiales, o enredarse en ellos, son las principales causas de enfermedad y muerte de muchas de especies océanicas. Se calcula que el 40% de los cetáceos y el 44% de las especies de aves marinas se ven afectados por la ingestión de desechos marinos.