Una amenaza latente

Publicado el: 23 de septiembre de 2010 a las 10:16
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Una amenaza latente

Suele existir la creencia de que la proliferación de animales es sinónimo de vida y salud de los ecosistemas, sin embargo, cuando éstas son introducidas o invasoras el panorama es radicalmente distinto. Se considera una especie invasora a cualquier planta o animal introducida por el hombre fuera de su lugar de distribución natural y que por lo general resulta dañina para el equilibrio del ecosistema.

Uno de los casos más preocupantes es el del pez león, una exótica especie proveniente del océano Índico que, según se cree, fue liberado tras la destrucción de un acuario artificial en la Florida donde había ejemplares en cautiverio. El problema radica en que estos animales son grandes depredadores y suelen alimentarse de pequeños peces de arrecife, y otros de uso comercial de los cuales depende la seguridad alimentaria de muchas familias.



Otro ejemplo claro es el de las medusas. Estos invertebrados son animales que viven flotando en mar abierto, algunas especies de medusas tienen ciclos de reporducción que les permiten incrementar rápidamente sus poblaciones. La desaparición de algunos de sus depredadores ha generado tal sobrepoblación que incluso han llegado por millones a distintas playas del mundo afectando a bañistas y en general la industria del turismo.

En áreas protegidas como Bonaire, las medidas de contención para especies inavasoras cuenta con un apoyo de diferentes instancias. Las autoridades capturan los ejemplares de pez león, y en el caso que un buzo aviste uno, éste avisa a las autoridades para proceder a su extración.



Principales afectados

En la larga lista de afectados por el pez león se encuentran los corales; su presencia disminuye la población de otros animales marinos que se comen las algas presentes en los arrecifes. Al no tener depredadores éstas se proliferan y afectan en gran manera su salud, ellos son sensibles animales que, entre otras cosas, deben afrontar la amenaza del cambio climático.

Además de los efectos que genera en la pesca artesanal y comercial, este depredador, afecta a los turistas quienes pueden también ser sus víctimas; al entrar en contacto con el pez león, éste libera su veneno el cual provoca un agudo dolor y problemas respiratorios. Según un artículo publicado por la revista Science, científicos norteamericanos están comparando el estado de esta especie en el Caribe con el del Pacífico, donde está aparentemente controlada, para determinar la forma en que se puede detener su proliferación.

Pruebas realizadas en la Universidad Estatal de Oregon, en Estados Unidos, demostraron que un ejemplar de pez león fue capaz de comer 20 peces en 30 minutos. En parte le atribuyen este fenómeno a que por ser un animal exótico algunas especies no lo identifican como un pez depredador.

Aunque se han hecho pruebas para determinar cuál sería un depredador para este pez, ni el tiburón ni el mero parecen responder positivamente a incluir este venenoso animal en su dieta. Mientras tanto, su población sigue creciendo y el problema está latente. En Colombia, se ha detectado su presencia en el archipiélago de San Andrés y Providencia, Islas del Rosario y San Bernardo y en las inmediaciones del Parque Tayrona.

http://www.agendadelmar.com

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