Ahora, cuando los bosques de coníferas empiezan a desvanecerse tras el paso de las hachas y las motosierras, los lugareños temen un pronto descalabro del ecosistema
Hasta hace cinco años, el municipio de Perquín era un destino preferido por turistas locales y extranjeros. Era por razones que van desde la nostalgia por los campamentos de guerra, hasta por disfrutar del contacto con la naturaleza, con los ríos y cascadas, y con el clima fresco de la zona norte de Morazán.
Ahora, cuando los bosques de coníferas empiezan a desvanecerse tras el paso de las hachas y las motosierras, los lugareños temen un pronto descalabro del ecosistema, lo que podría lacerar el turismo y modificar el clima y las vidas de los lugareños.
Felipe Cáceres es el responsable de un museo en Perquín y afirma que los cambios ya comenzaron a notarse. «El turista ahora viene a sudar por el calor que hace y eso es porque los cerros se están quedando pelones», dice.
Cree que es tiempo de que las autoridades y los lugareños comiencen a tomar decisiones en favor del medio ambiente, pero lamenta que las iniciativas en este sentido no terminen de cuajar.
En la alcaldía de Arambala hay varios esfuerzos para reforestar, como la creación de un vivero municipal y la capacitación de los lugareños sobre cómo apagar incendios forestales, dijo Mario Antonio Díaz, edil del municipio.
En la mayoría de alcaldías de la zona norte no quisieron hablar de la deforestación, pero se conoció que casi todas tienen planes para ayudar a reducir la tala indiscriminada.
No obstante, el alcalde de Arambala explicó que muy poco pueden hacer porque las leyes los tienen atados. Solo pueden dar o negar permisos de tala en los cascos urbanos de los municipios, pero en las zonas rurales, que es donde más tala se registra, los permisos los otorga el Ministerio de Agricultura y Ganadería.
«A veces uno le niega permisos a la gente, pero eso de nada sirve porque el MAG los da sin hacer estudios, y eso contribuye a la deforestación», acusó Díaz.
Esta versión es respaldada por el sargento Hugo Gutiérrez, jefe de la Subdelegación policial de Perquín, quien afirma que cuando se interviene a los leñadores cuando realizan la tala, «presentan los permisos del MAG y entonces no nos queda más que irnos», lamentó.
«El problema es que en el MAG le dan permiso a los dueños de bosques para que talen y eso se escapa de nuestras manos», insistió Díaz.
El Diario de Hoy trató de obtener versiones del MAG pero no hubo nadie que diera información al respecto.
Venta ilegal de madera
El jefe policial agregó datos más interesantes que hacen pensar que la deforestación no es provocada solo por aquellos que buscan la subsistencia, sino por quienes prefieren el dinero fácil.
Gutiérrez habló de bandas bien estructuradas que contratan a leñadores para que vayan a talar bosques, y luego llevan sus camiones a retirar el producto. «Les dan desde cinco u ocho dólares al día (a los leñadores) y ellos lo sacan y lo van a vender», aseguró el jefe policial.
Gutiérrez sostuvo que desde que la Fuerza Armada se hizo del cuido de las fronteras «ha bajado el tráfico de madera, pero deben estar usando otras formas», comentó.
La viceministra del Medio Ambiente, Lina Pohl, dijo que hay una nueva política sobre el cuidado de bosques y que se esforzarán por hacerla cumplir.
Explicó que la desaparición de los bosques le está pasando una factura muy cara al país porque, para ella, casos como el de los cerros que se están agrietando en los municipios de Osicala, San Simón y Ciudad Barrios tienen su asidero en la deforestación.
Ahora la zona norte de Morazán se está quedando sin árboles y eso ya comenzó a reflejarse en que los niveles de los cauces de los ríos empiezan a bajar, lo que se aprecia en las cascadas que son parte del atractivo d e la zona. Hay menos turismo y más daño a la economía de vecinos.
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