Las compañías eléctricas españolas tienen la obligación de dar un servicio y lo podrían prestar de una manera mucho más sostenible, pero no lo hacen.
¿Cómo nació su interés por el ámbito energético?
Llegué a través de la tecnología y concretamente a través de la reflexión sobre qué tecnologías favorecemos y cuáles dejamos de lado. Esta reflexión la inicié trabajando de voluntaria con un grupo de investigación de la Universidad Politécnica de Madrid que se centraba en analizar cómo las tecnologías se adaptaban a un contexto social, en concreto en el caso del desarrollo rural. En cuanto a la visión política de la energía, la adquirí a través de una asociación llamada Ecolutiona que se dedica a colaborar con organizaciones para divulgar las tecnologías apropiadas y la participación ciudadana en la evolución tecnológica sobre todo en los países del Sur.
‘El beneficio de hoy les impide de adaptarse a un mercado energético que está cambiando y que cambiará aún más’
Usted ha estudiado a fondo el tema del modelo eléctrico español y lo ha mostrado a través de dos documentales que han tenido bastante repercusión. De forma resumida: ¿qué hacen las empresas de este sector actualmente?
Las compañías eléctricas españolas tienen la obligación de dar un servicio y lo podrían prestar de una manera mucho más sostenible, pero no lo hacen. Su forma de trabajar se basa en conseguir el máximo beneficio a partir de las inversiones que han hecho hasta el momento. Curiosamente, estas inversiones no las convertirán en rentables dentro de 5 ó 10 años, pero como deben situarse en una escalada de crecimiento continuo en el IBEX 35, cada año se ven obligadas a ganar más dinero. Se encuentran ligadas de pies y manos en función del modelo que ellas mismas han elegido. Es un modelo de maximización de beneficios pero, claro, el beneficio de hoy les impide de adaptarse a un mercado energético que está cambiando y que cambiará aún más.
¿Está diciendo que no toman decisiones estratégicas a más largo plazo?
Sí, porque aunque hagan una mala elección a día de hoy, el control que tienen sobre los mecanismos de influencia les permite pensar: «bien por el momento seguimos igual y ya nos reajustamos cuando las cosas sean diferentes». Esto implica dificultar cualquier otra opción de empresa energética en España. Se trata de mantener una regulación que expulse a los nuevos competidores y además anula la posibilidad de que la energía esté gestionada socialmente.
‘Se trata de mantener una regulación que expulse a los nuevos competidores y además anula la posibilidad de que la energía esté gestionada socialmente’
¿Puede especificar la cuestión del control sobre los mecanismos de influencia?
Los tentáculos de las empresas energéticas llegan a los grandes partidos políticos, con las conocidas puertas giratorias que van y que vienen, y a los medios de comunicación, y los más importantes bufetes de abogados del país. Todo ello hace muy difícil romper su poder. Esta es su estrategia, pero hay una contraestrategia que es lo que estamos trabajando desde la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético que se basa la elaboración de propuestas sensatas para quienes deciden sobre la energía.
Todos los partidos de la oposición -salvo PNV y Convergència- han aceptado derogar el decreto de autoconsumo y en diciembre de 2013 se comprometieron a derogar la reforma del sector eléctrico. Estamos haciendo presión a los partidos políticos para que comprendan los problemas y las soluciones que se plantean en el mercado eléctrico. En el lado de las soluciones podemos afirmar que existe un modelo que beneficia a los intereses de la ciudadanía y que, además, coincide con la protección del medio ambiente. La única manera de crear una sociedad sostenible pasa por la realización de una transición energética y un cambio de modelo productivo y de consumo.
Ha hablado del Parlamento pero a nivel local también se puede hacer mucho trabajo. De hecho usted colabora con un municipio importante. ¿Nos puede explicar esta experiencia?
Así es, colaboro con Podemos en la ciudad de Cádiz. Lo primero que se ha querido hacer en ese municipio es un análisis de lo que se había hecho hasta ahora en materia de energía. En principio, Cádiz había firmado el Pacto de Alcaldes y tenía un plan de energía sostenible, pero hemos detectado que había carencias importantes, como una falta de control del consumo energético en los propios edificios municipales.
Por lo tanto una primera medida debe ser empezar a hacer este control de los edificios, uno por uno, y crear una base de datos. Después actuaremos en los edificios que presentan mayor consumo para conseguir ahorros. También se ha llevado al pleno municipal la creación de una bonificación social alternativa a la que hacen las empresas del oligopolio. Como tenemos una empresa energética que está participada en un 55% por el ayuntamiento, esto permite impulsar esta bonificación. Naturalmente tendremos que negociar con los otros participantes, entre los que está Endesa. En cualquier caso la creación de la bonificación ya ha sido aprobada y ahora se impulsará una mesa -donde están presentes diferentes agentes sociales implicados, como servicios sociales o Cáritas- para concretar su contenido y sacarla adelante. El objetivo prioritario es que no haya un solo corte de luz y que todas las familias que necesitan ayuda también reciban formación en ahorro y eficiencia energética para que puedan reducir su gasto. Hay que recordar que en la provincia de Cádiz hay un paro del 40%.
‘La información energética es superficial, sensacionalista, economicista, y se concentra en manos de unos ‘expertos’ que trabajan para las empresas’
Desde su punto de vista de periodista, ¿como juzgaría el papel que hacen los medios en la divulgación de una cultura energética?
Nadie duda de que los medios de comunicación tienen un papel clave a la hora de crear la realidad. Qué sucede en nuestro país? Tenemos un problema enorme con el modelo energético por varias razones: el cambio climático, la contaminación, el no respeto de los derechos humanos. Tenemos un modelo basado en combustibles fósiles e intensivo en el uso de energía que, además, se fundamenta en la expoliación de la riqueza de un gran número de países y en el apoyo a dictaduras para mantener el status quo. Y este escenario, los medios de comunicación españoles ni la analizan ni discuten. Se puede afirmar que hoy en España la información energética es superficial, sensacionalista, economicista, y se concentra en manos de unos «expertos» que trabajan para las empresas que tienen intereses muy evidentes en el sector. No hay nadie que represente la ciudadanía, no hay nadie que ponga los intereses de la gente en la mesa y diga que la política energética debe servir a una serie de necesidades.
¿Cuáles serían a su juicio las prioridades en el campo energético?
Debemos actuar con prioridad ante el cambio climático desinvirtiendo en energías fósiles y elaborando un calendario de cierre de centrales térmicas y de las nucleares. Si esto nos lo tomamos en serio, no podemos aplazarlo más tiempo. Y volviendo a los medios, hay que subrayar una vez más que no están colaborando para impulsar estas estrategias y eso hace que la ciudadanía no tenga la percepción de la existencia de un problema. Por otra parte, hay una opacidad deseada para que las personas no comprendan nada sobre la energía, empezando por la falta de legibilidad de las propias facturas eléctricas. Es una forma de poder manipular las normas haciendo que muy pocas personas las puedan entender. Así se mantiene el poder de la energía en unas pocas manos gracias al analfabetismo energético.
‘El poder de la energía se mantiene en unas pocas manos gracias al analfabetismo energético’
¿Ve algunos cambios significativos que permitan pensar que este paradigma no durará para siempre?
Hace cuatro años sólo estaban los movimientos ecologistas y los intereses empresariales. Ahora la nueva circunstancia -por otra parte maravillosa- es que se están articulando movimientos de reclamación ciudadana de un modelo energético más sensato para las personas individuales, pero también por los pequeños y medianos empresarios. Esta es la auténtica novedad: que la ciudadanía irrumpe en espacios que hasta ahora eran restringidos a expertos. Hasta ahora sólo nos hemos dedicado a pagar facturas, nuestro papel en el futuro debe ser más activo.
Supongo que el debate sobre la pobreza energética también ha ayudado.
Sí, el hecho de que cada vez más familias no tengan la capacidad de disfrutar de un aspecto tan básico dentro del sistema provoca que el propio sistema empiece a tambalearse y se ponga cada vez más en cuestión. Si resulta que una parte significativa de la población no tiene acceso a este servicio básico como es la calefacción, esto quiere decir que alguien está haciendo las cosas muy mal y aquí podemos mencionar las empresas pero también las administraciones.
‘Hasta ahora sólo nos hemos dedicado a pagar facturas, nuestro papel en el futuro debe ser más activo’
¿Qué han hecho mal gobiernos y administraciones?
Hemos normalizado todo tipo de aberraciones en materia de energía y una de ellas ha sido la diplomacia empresarial. ¿Qué hacen nuestros ministros y el jefe del Estado viajando a países lejanos promocionando empresas españolas y buscando mercados y acuerdos para promover un tipo de modelo empresarial multinacional y centralizado basado en las energías fósiles, en lugar de salir adelante con un modelo distribuido y basado en las renovables?
Por contraste, sólo hay que ver que en países como Dinamarca, la energía está en manos de la ciudadanía, con cientos de cooperativas, y se priorizan las soluciones renovables. O el caso de Alemania, donde la oposición popular a las nucleares se transformó, a través del diálogo social, en un proceso de transición energética. En estos países, que nos deberían servir de referente, empresas, administraciones y ciudadanía han sido capaces de avanzar juntos para encontrar lo que era mejor para todos. Aquí hemos seguido con el modelo centralizado y opaco heredado de la dictadura.
Por cierto el año 2015 se puede decir grosso modo que la duración de la democracia prácticamente ha igualado la de la dictadura. ¿No se ha perdido mucho tiempo en los últimos 40 años?
Efectivamente en estas cuatro décadas no ha habido una reivindicación social que cuestionara nuestro modelo centralizado y el oligopolio y esa es la realidad. Todo este tiempo ha prevalecido este discurso de que la energía no es cosa de la gente sino de los expertos. Se ha hecho un desarrollo de renovables por parte de las empresas sin ningún diálogo o proceso participativo, desarrollo que en un momento determinado se ha interrumpido y entonces se ha visto que no había una base social que defendiera los intereses de la gente . En concreto y por poner un ejemplo conocido, los intereses de las personas que habían invertido sus ahorros en algunas instalaciones. Ha hecho falta que pasaran estas cosas para darnos cuenta, demasiado tarde, que no tenemos democracia energética.
‘Las empresas ganan mucho dinero, y resulta que les debemos 30.000 millones! Aquí hay algo que no cuadra’
Un factor clave del precio que pagamos por la electricidad -según escuchamos a menudo- es el déficit tarifario. ¿Cuál es su opinión sobre este déficit?
El déficit tarifario son 30.000 millones de euros que salen de una decisión política que consiste -según el discurso del oligopolio- en no poner en la factura todos los costes del sistema eléctrico y aquí lo dejan. ¿Pero cuáles son estos costes? Pues los que las eléctricas dicen, pero ¡nadie les ha auditado! Por tanto no son costes reales, se trata -repito- de lo que ellas dicen. El grupo Izquierda Plural planteó en el Congreso que estos costes auditaran, gracias a Laia Ortiz de Iniciativa por Cataluña, pero PP y PSOE votaron que no.
Curiosamente, ahora que estamos en campaña electoral, comienzo a escuchar que tal vez el PSOE cambiará de opinión … Otro factor importante para sospechar al menos de este déficit es que las empresas eléctricas cada vez ganan más dinero. O sea que tenemos unos precios de la electricidad que son los más caros de toda la Unión Europea, a la vez las empresas ganan mucho dinero, y resulta que les debemos 30.000 millones! Aquí hay algo que no cuadra. Nos están tomando el pelo! Pero ahora empieza a haber una masa social que cuestiona el déficit tarifario y por tanto ya veremos qué pasará. Por otro lado el modelo de energías fósiles, basado sobre todo en la importación de hidrocarburos, le cuesta al país más de 40.000 millones de euros anuales y se acaban beneficiando un pequeño grupo de empresas, no la sociedad española.
¿Cómo valora la toma de conciencia social que se está empezando a desvelar?
Es importante que estos movimientos se produzcan en un tema como el energético, que afecta a todo lo que hacemos como sociedad y que, bien llevado, puede evitar que vayamos hacia el colapso ambiental. Pienso que cuestionando el modelo energético se cuestiona también el modelo económico.