El viento es su razón de ser. Están enclavadas en la playa y su altura hace elevar la cabeza para apreciarlas en su totalidad. No se trata de las típicas palmeras, al menos no en varias playas del estado de Ceará, en el noreste brasileño. Son turbinas eólicas que producen electricidad para casi la mitad de la población de la entidad.
Los cearences fueron testigos el pasado 20 de agosto de un paso más que dio su estado y su país para mantener el liderazgo latinoamericano en el uso de fuentes alternativas de energía. Ese día, las 19 turbinas ubicadas en la localidad de Beberibe, en las playas de Parajuru, comenzaron a girar sus aspas para proporcionar energía a unas 90.000 familias.
La obra, a 103 km de distancia de Fortaleza, la capital del estado, reunió por primera vez en un proyecto de este tipo a la empresa Industrias Metalúrgicas Pescarmona (Impsa), de Argentina, y a la brasileña Compañía Energética de Minas Gerais (Cemig).
En un espacio de 325 hectáreas se extienden, colocadas con precisión milimétrica, las turbinas blancas que combinan su brillo con la arena clara de esta parte de la larga costa de Brasil.