El hidrógeno verde es una de las opciones entre las energías renovables que tiene mayor desarrollo en los últimos tiempos. Los gobiernos de todo el mundo y en especial los de los países de la Unión Europea, creen que este podría ser uno de los factores preponderantes a la hora de alcanzar la tan ansiada descarbonización y el abandono de los combustibles fósiles.
Las principales fuentes de energía tradicional, los combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas natural, están en franca decadencia, puesto que al no ser renovables, tiene una fecha de caducidad. Esto implica un mayor esfuerzo inversor para explotar yacimientos poco accesibles. En este escenario juegan un gran papel las energías renovables, pero las dos más importantes, la solar y la eólica tiene la dificultad de ser cíclicas, por lo que no rinden cuando no sopla suficiente viento o cuando no hay mucho sol disponible.
De este modo, las alternativas pasan por nuevas soluciones, como las que plantea el hidrógeno verde. Este combustible, de cero emisiones y de producción sostenible, podría suponer hasta el 24% del mercado energético global para el año 2050.
El hidrógeno verde como energía renovable
El hidrógeno es el elemento más común del universo. Su presencia constituye aproximadamente el 75% de todo el cosmos conocido, aunque generalmente se lo haya combinado con otros elementos. Las aplicaciones del hidrógeno en la industria química y en las refinerías son muy conocidas desde hace décadas. De hecho, ya en 2019 su demanda a nivel planetario fue de aproximadamente 70 millones de toneladas, según los datos de la Agencia Internacional de la Energía.
Un apunte importante con respecto al hidrógeno es que su aprovechamiento da lugar a varias fuentes de energía. Una de ellas es el hidrógeno gris, que se genera a partir del reformado de vapor de gas natural. Esta práctica no puede ser considerada una energía limpia porque es un proceso que emite CO₂ a la atmósfera.
Lo mismo sucede con el hidrógeno negro, que se obtiene a partir del carbón o el amarillo de la energía nuclear. Por ello se habla de los colores del hidrógeno. En cambio, cuando ese hidrógeno se obtiene principalmente por la electrólisis del agua, pero empleando fuentes de energía renovable, como la solar o la eólica, entonces sí estamos ante un nuevo combustible libre de emisiones. A partir de ese momento es cuando podemos hablar de hidrógeno verde, una fuente de energía que no emite gases contaminantes, puesto que el residuo de la combustión del hidrógeno es vapor de agua.
Es importante diferenciar entre gases contaminantes y de efecto invernadero, pues el vapor de agua sí afecta al calentamiento global, aunque por lo general su duración en la atmósfera es muy reducida y este efecto de agravamiento en el cambio climático solo se produce cuando entra en contacto con el CO2. Esta fuente de energía cuenta con numerosas aplicaciones a nivel industrial, de generación de electricidad e incluso en aspectos tan controvertidos como el transporte y la industria intensiva.
¿Cómo aprovechar el hidrógeno verde?
El hidrógeno verde se puede utilizar de manera directa o inyectado en infraestructuras de gasoductos. Esta segunda opción es muy interesante porque permite su almacenamiento y transporte hasta lugares de mayor demanda. Por otra parte, desacopla los procesos de producción y consumo, algo que supone muchos problemas aun con muchas fuentes de energía renovable.
En la actualidad, el hidrógeno se utiliza principalmente en muchos ámbitos de la industria, pero se recurre al hidrógeno gris, que es muchísimo más contaminante que el hidrógeno verde. La progresiva sustitución de hidrógeno gris por verde, más respetuoso a nivel ambiental, podría evitar la emisión de cientos de millones de toneladas de gases de efecto invernadero en las próximas décadas.
Su utilización también va ligada a la reducción de óxidos de nitrógeno, que dan origen a la lluvia ácida y otros contaminantes del aire. Este problema está también presente en el sector del transporte, pues los combustibles fósiles emiten estos gases junto con los de efecto invernadero.
En un proceso de transición de la movilidad con el actual, el hidrógeno verde puede ser una solución interesante para impulsar el transporte de larga distancia: ferrocarril, transporte marítimo, aviación, por la imposibilidad de electrificar esos sectores. Los vehículos eléctricos de pila de combustible son proyectos que todas las fábricas de coches tienen sobre la mesa.
Una última aplicación del hidrógeno verde como energía renovable es el uso doméstico y la generación de energía eléctrica. Tanto en calefacción como en iluminación se puede hacer uso de esta fuente gracias a su capacidad de almacenamiento y transporte. Los próximos años van a suponer una importante revolución a nivel energético y tecnológico. El hidrógeno verde será, sin duda, un protagonista más de esta transición hacia la descarbonización.