Hace años que este país tenía que haber trabajado, presentado, debatido y consensuado a nivel político, económico y social un plan de generación y consumo de un recurso, la energía, vital para nuestro desarrollo y bienestar. Pero no se hizo, y ahora una circunstancia externa, la crisis en Oriente Medio y el riesgo de ver disminuida nuestro suministro de crudo, han motivado una serie de medidas encaminadas al ahorro de energía, que en sí mismas muchas de ellas son acertadas –es más deberían formar parte de nuestros hábitos desde hace años–, pero que la ausencia de estructura, de un marco estratégico de gestión de la energía a medio y largo plazo, las hace aparecer a los ojos de la opinión pública como inconscientes y absurdas. ¡Qué gran oportunidad perdida en los últimos años para haber abordado uno de los temas más importantes para garantizar el desarrollo de España en el futuro!
Hemos conseguido volver en contra a la mayor parte de la sociedad de medidas y estrategias, que de haber sido planteadas con rigor y método habrían impulsado al país hacia la modernidad en forma de innovación tecnológica y progreso empresarial. ¿Qué hacemos ahora? Porque si algo está claro es que necesitamos urgentemente ese plan energético que trasmita seguridad y confianza a la población y al tejido productivo.
El descrédito de la política es el primer problema a resolver y, la gestión de la energía requiere de imprescindibles decisiones políticas que sean entendidas y apoyadas por todos. Debemos pensar en salir de esta situación antes de que la catástrofe sea de tal magnitud que las posibilidades de arreglo reduzcan a minimos nuestro margen de maniobras.
Cuando una empresa se encuentra en una situación de tal gravedad es habitual recurrir a un tercero ajeno a la compañía, experto en el diseño de estrategias de rediseño del negocio, que a veces implican cambios radicales en los equipos directivos y en el rumbo de la empresa. Posiblemente eso es lo que tendríamos que hacer en este país con la empresa de España, recurrir a un tercero experto en la materia, como la Agencia Internacional de la Energía, con sede en Paris, y experta en el análisis, estudio y diseño de escenario para diseñar un plan de gestión a medio y largo plazo de la generación y la demanda de energía para España, que facilitase a la sociedad española el entendimiento de la situación y de las medidas necesarias para superarla.
España necesita ayuda externa, neutral, apolítica y altamente profesional para diseñar y llevar a cabo un plan nacional de la energía. Tenemos excelentes empresas españolas en el sector de la energía que pueden aportar conocimiento, prospección de escenarios y tecnología a este plan nacional. Tenemos también un Instituto para el Ahorro Energético, el IADE, que hace años lleva postulando unas muy sensatas medidas de ahorro, y al que hemos hecho poco o nulo caso.
Utilicemos a nuestras empresas, a sus líderes, a nuestros expertos independientes y a las instituciones internacionales expertas en la materia, presenten un plan coherente, a largo plazo que todos entiendan y en el que todos podamos colaborar.
Este país se está asomando peligrosamente al abismo, y no podemos permitir que se precipite en él, ni ustedes los políticos ni nosotros los ciudadanos. ¡Recobremos nuestra energía!