Tras el furor causado por su motor ultraeficiente y cero emisiones, China acaba de cambiar la historia con una cápsula que podría ser el fin de las baterías. El país asiático actúa de manera metódica desde hace décadas dominando cada vez más industrias, desde juguetes y ropa en la década de 1980 hasta semiconductores y energías renovables a día de hoy. Ya produce un tercio de los artículos manufacturados del mundo, incluso más que Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur y Reino Unido.
Según registra The New York Times en Español, China comenzó muy por debajo de Occidente en el mercado de baterías para coches eléctricos. Bajo estas circunstancias, Pekín tomó medidas en 2011. Exigió a las compañías occidentales que hicieran una transferencia de sus tecnologías clave a sus operaciones en China si querían que los consumidores del país obtuvieran las mismas subvenciones para los vehículos eléctricos importadores que las que se brindan para los vehículos fabricados en China.
Pekín volvió a realizar otro movimiento en 2016, declarando que incluso los coches eléctricos fabricados en China solo podrían aspirar a subvenciones para los consumidores si usaban baterías de fábricas propiedad de empresas chinas. Incluso fabricantes como la compañía surcoreana Hyundai modificaron sus contratos a empresas de baterías chinas como CATL. En la actualidad, las compañías chinas generan la mayor parte de las baterías para vehículos eléctricos del mundo.
China cambia la historia con una cápsula mejor que las baterías convencionales
Un grupo de físicos e ingenieros ha creado una batería de fusión extremadamente pequeña hasta 8.000 veces más eficiente que los modelos anteriores. Este agrupamiento es afiliado de varias instituciones de China y da fe de la potencia de su producto, un avance que ya ha conseguido una publicación en la revista Nature.
Hace décadas que los científicos buscan la manera de desarrollar pequeñas baterías de fusión que puedan alimentar prácticamente cualquier dispositivo: teléfonos móviles, robots, vehículos… Sin embargo, buscan dar un paso más y que esa carga dure muchos años.
En su análisis, el equipo de investigación halló una nueva forma de obtener un dispositivo más eficiente que los anteriores. El dispositivo final es relativamente simple y está basado en el empleo de americio, un elemento radiactivo, insertado en un cristal. El procedimiento funciona de la siguiente forma: el americio emite partículas alfa, que el cristal convierte en luz, lo que genera que el cristal brille con un color verde.
Una célula fotovoltaica capta la luz y la transforma en electricidad. Para evitar fugas de radiación, el dispositivo va ubicado dentro de una cápsula de cuarzo. Las pruebas efectuadas con este dispositivo evidencian que puede permanecer cargado durante extensos periodos de tiempo, incluso décadas. Si bien el americio cuenta con una vida media de 7.380 años, la radiación erosionaría los materiales que contienen la batería mucho antes de que el combustible de fusión se consuma.
China se despide de las baterías convencionales con esta cápsula
Pese a su pequeña generación de energía, los investigadores subrayaron que este dispositivo es aproximadamente 8.000 veces más eficiente que otros sistemas de batería de fusión. No obstante, la cantidad de energía creada continúa siendo muy baja. Advierten que serían necesarias 40.000 millones de baterías como esta para encender una bombilla de 60 vatios.
Los investigadores consideran que, con refinamiento agregados, estas diminutas baterías podrían utilizarse en dispositivos pequeños y remotos, como los enviados a misiones espaciales de larga duración. Una visión que cambia la historia de China y sus baterías para siempre generando un cambio de paradigma que ni siquiera pudo lograr su motor con forma de cilindro 1.000 veces más potente que el hidrógeno.