China, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo, se ha comprometido a lograr la neutralidad de carbono antes de 2060, alineando sus objetivos y metas con el Acuerdo de París, que pretende limitar el calentamiento global a 1,5 °C.
Esta ambición requiere una revisión profunda de su estrategia energética, en particular una reducción drástica de su dependencia del carbón, que representa más del 60% de su producción eléctrica. De hecho, los EEUU han vuelto a reclamarle que abandone lo antes posible este combustible fósil, aunque varios de sus estados consumen aún más.
China y la neutralidad de carbono para 2060
Los más recientes estudios apuntan a que es necesaria una transformación masiva del sector energético en China, mediante un despliegue sin precedentes de energías renovables y tecnologías de emisiones negativas. Para conseguirlo, los expertos vaticinan que China necesitaría llevar su capacidad de generación de energía solar y eólica a niveles sin precedentes.
El gigante asiático se ha comprometido a alcanzar antes de 2026 una serie de objetivos muy ambiciosos. Pretenden lograr entre 2000 y 3900 GW para cada una de estas energías, con adiciones anuales combinadas de 300 GW entre 2046 y 2060.
Esta ambición está respaldada por logros tan recientes como impresionantes. En solo un año, China ha instalado aproximadamente 210 GW de paneles solares, que representan el doble de la capacidad total instalada en Estados Unidos durante varias décadas. El país también ha logrado superar a Europa en términos de capacidad de producción de electricidad a partir de energía eólica marina, con 31,4 GW de capacidad instalada.
En términos de participación de las energías renovables en la generación de electricidad, China ya supera a muchos países, incluidos Estados Unidos y algunas naciones europeas. Aunque la energía eólica y solar todavía representan solo el 8,6% y el 4,8% de su producción eléctrica (según cifras de 2022) sus números aumentan constantemente. La energía nuclear, por su parte, representa el 5% de la producción eléctrica china, pero la nación aspira a cuadriplicar su capacidad de producción de aquí a 2060, instalando un mínimo de 218 GW.
Y si bien Europa venía liderando la implementación de energías renovables, las masivas inversiones China y sus enormes capacidades tecnológicas y de construcción de infraestructuras, ponen a la nación asiática en el camino de ser la número uno mundial en este ámbito.
Los desafíos de China: red y almacenamiento
La transición energética del país no está exenta de desafíos. Hay importantes desafíos logísticos relacionados con la necesidad de acercar la producción de energía de fuentes renovables a los centros de consumo.
El país duplicó su capacidad eólica instalada entre finales de 2017 y principios de 2023 y gracias a unas enormes inversiones tiene la mayor capacidad solar instalada del mundo. Pero, a futuro, más del 80% de las nuevas instalaciones solares y el 55% de las turbinas eólicas deberán construirse dentro de un radio de 100 kilómetros de los principales centros urbanos.
Este es un problema que requerirá una cuidadosa planificación por parte de las autoridades con el fin de evitar que se planteen los temidos ‘conflictos’ por el uso de la tierra. La solución sería multiplicar significativamente la red de líneas de muy alta tensión, lo que mejoraría la interconexión entre regiones.
La intermitencia es el otro grave problema al que se enfrentan todos los usuarios de las dos principales fuentes de energías renovables. Y China no es la excepción. Por eso está poniendo énfasis en el desarrollo de soluciones avanzadas de almacenamiento de electricidad.
Dada la extensión de su red de producción y que las distancias son enormes dentro del país, el establecimiento de una infraestructura de almacenamiento de energía a gran escala es esencial para apoyar la rápida expansión de las energías renovables en China.
El ‘sermón’ de los EEUU
Hace unas semanas el representante para el clima de la nación norteamericana visitó Japón y aprovechó para darle un ‘rapapolvo’ a China a causa del desorbitado uso que la nación hace del carbón y de su responsabilidad por el calentamiento global.
Aparentemente, EEUU quiere liderar la lucha contra la contaminación y el cambio climático exigiendo mucho a los demás, pero aportando poco, ya que, en la ecuación productiva, EEUU sigue siendo de los mayores productores de CO2 per cápita del mundo, incluso por encima de China.
Los números son claros, China es el mayor emisor de gases de efecto invernadero de todo el mundo, con casi el 30% del total, seguido por EEUU, con algo menos del 15%. Pero el país asiático tiene más de 1400 millones de habitantes, en tanto que los estadounidenses no llegan a los 340 millones. Por lo que la contaminación de unos y otros no tiene punto de comparación.