En nombre de la transición energética, una zona del mundo está dispuesta a cometer el que podría ser el mayor crimen contra el planeta. Uno de los mayores males con los que se enfrenta la Tierra es la deforestación, un fenómeno que puede producirse por causas naturales o a raíz de prácticas humanas. Por ejemplo, un incendio que da lugar a deforestación puede iniciar por la caída de un cigarrillo al suelo o un rayo en un árbol.
Actualmente, el ritmo de la deforestación global es muy elevado. Los bosques se tratan de ecosistemas que se recuperan de forma muy lenta. Algunos tipos de especies de flora e, indirectamente, la fauna que allí habita, están en constante peligro al perder el bosque que los ampara.
La deforestación podría definirse como el proceso por el que se despoja un terreno forestal de sus plantas y árboles, o sea, de su vegetación. Los bosques cumplen valiosas funciones en la naturaleza y perderlos “a manos” de la deforestación es algo perjudicial para el medioambiente, además de que es un aliciente para el avance del cambio climático, puesto que los árboles captan carbono a medida que crecen.
Indonesia trata de acelerar la transición energética: podría lograrlo a un precio demasiado alto
Bajo este marco, el mundo está en shock tras anunciarse que Indonesia tiene en sus planes el proyecto de deforestación más grande del mundo, en una zona del tamaño de Bélgica. El objetivo es cultivar en su lugar caña de azúcar que se utilizará para producir bioetanol y otros cultivos.
Las autoridades de Indonesia han revelado que desmontarán hasta 20 millones de hectáreas de bosques, una superficie parecida al del tamaño de Bélgica, para cultivar caña de azúcar y arroz. Hay dos propósitos manifestados: mejorar la seguridad alimentaria y producir bioetanol, un combustible renovable que podría disminuir la dependencia del petróleo.
El megaproyecto en el que trabaja Indonesia tendría un impacto directo sobre las comunidades indígenas, ya que muchas de ellas dependen de estos bosques para realizar actividades rutinarias, como cazar, pescar y recolectar alimentos.
La movilización de estas comunidades ha generado incertidumbre el cumplimiento de los derechos humanos fundamentales y el peligro que acecha a las culturas milenarias. En paralelo, el Reglamento de la UE sobre Deforestación (EUDR) solicita que se protejan tanto el medio ambiente como los derechos humanos.
Indonesia sacrificará millones de hectáreas para alcanzar la transición energética
Además, la biodiversidad peligra. Indonesia es una ubicación en la que abundan las especies únicas y en peligro de extinción como el tigre de Sumatra, los orangutanes, elefantes asiáticos y el rinoceronte de Java. El fin de sus entornos naturales podría significar el final para muchas de ellas.
Si bien el bioetanol es una opción renovable con potencial para bajar las emisiones del transporte, su producción debe ejecutarse de forma sostenible. La conversión masiva de bosques en monocultivos industriales contradice este valor.
Transición energética en Indonesia: tienen un plan para acelerarla, pero podría ser demasiado
Según la Agencia Internacional de Energía, el aumento de los biocombustibles no debe producirse sacrificando la seguridad alimentaria ni los ecosistemas naturales. Indonesia es el mayor productor de aceite de palma del mundo y los especialistas alertan sobre la magnitud de este megaproyecto.
Temen que, en realidad, sea una excusa para expandir las plantaciones actuales, que ya han causado gran parte de la deforestación del territorio. Por su parte, las autoridades han prometido reforestar 6,5 millones de hectáreas de tierras degradadas.
No obstante, los profesionales alertan que las selvas primarias no pueden sustituirse por plantaciones jóvenes. Los ecosistemas antiguos almacenan más carbono, regulan de forma más óptima el ciclo hídrico y sustentan una biodiversidad insustituible.
Para «acelerar» la transición energética, Indonesia podría estar a punto de cometer el peor crimen contra el planeta. Mientras esto sucede entre los océanos Índico y Pacífico, los conductores de soja de Paraguay se oponen a las medidas contra la deforestación importada de la UE.