Tras crear el motor que funciona con todos los combustibles, Japón ha encontrado el elemento clave para la descarbonización. En las últimas décadas, el calentamiento global (principal consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero) ha pasado de ser una amenaza a una realidad latente. Empresas, organizaciones y autoridades internacionales se han comprometido a reducir la contaminación para mitigarlo.
Bajo estas circunstancias, el futuro que ansía la humanidad solo pasa por una economía más sostenible y, para alcanzarlo, la descarbonización juega un papel fundamental. Se trata de un proceso progresivo de reducción de emisiones de carbono a la atmósfera.
Dichas emisiones, principalmente de dióxido de carbono, son el resultado de la actividad humana y la forma de creación de energía, además de acciones como la ganadería y agricultura intensivas. Con la reducción de las emisiones y el ascenso hacia las deseadas cero emisiones netas se dará un paso muy importante en la lucha contra el calentamiento global y el cambio climático.
Japón sabe qué debe utilizar para alcanzar la ansiada descarbonización: hidrógeno turquesa
En este contexto, Japón ha encontrado el elemento definitivo para alcanzar la descarbonización: el hidrógeno. Pero no cualquier hidrógeno: el hidrógeno turquesa. Bajo el marco de la descarbonización, se habla mucho del hidrógeno como vector energético, debido a su capacidad sustituta de otros combustibles contaminantes.
El más conocido es el hidrógeno verde por su producción a partir de energías renovables. Sin embargo, hay otros tipos de hidrógeno que también pueden reducir las emisiones, entre ellos el hidrógeno turquesa. Este último ha suscitado el interés de varios agentes por su producción de producción, que se realiza a partir del metano sin emisiones CO2.
La compañía japonesa EBARA ha comenzado una investigación acerca de las principales ventajas que derivan de usar hidrógeno turquesa frente a otros tipos de hidrógeno. En sus informes ha hallado una alternativa limpia cuyo origen radica en el metano contenido en gas natural o biogás.
Los participantes de la iniciativa fueron el Instituto Nacional de Ciencias de los Materiales y la Universidad de Shizuoka y el fabricante de materiales Taiyo Koko. Sumado a esto, el proyecto forma parte de la Organización de Desarrollo de Nuevas Energías y Tecnologías Industriales, impulsada por el gobierno japonés.
La firma de Japón ha focalizado su trabajo en la pirólisis de metano. En otras palabras, en tratar de separar el hidrógeno y el carbono sólido en diversos reactores. A raíz de esta labor, podrá generarse hidrógeno más eficiente sin comprometer la calidad ni la cantidad de carbono producido.
Al separar el carbono sólido, se abre una nueva puerta para usar en varias industrias, como la elaboración de neumáticos y fibras de carbono para automóviles y aviones, entre otras.
El hidrógeno turquesa llegará lejos y Japón lo sabe
El futuro del hidrógeno turquesa se torna prometedor. Por su parte, la empresa de Japón planea tener su proceso de producción listo para comercializar en 2026. Además, el mix de H limpio con aplicaciones industriales del carbono sólido abre un nuevo universo para emplear estos materiales en sectores clave, como la automoción y la aviación.
De esta manera, no solo sentaría un precedente en el campo de la energía, sino también en industrias enteras. La forma de crear energía y consumirla está cambiando rápidamente, con adaptaciones y propuestas que hace años eran absolutamente inimaginables. Apenas quedan unos meses para descubrir si EBARA logra su cometido.
Japón encuentra el elemento clave para la descarbonización: el hidrógeno turquesa. Una solución que lleva tiempo barajándose y que podría ser la solución que necesitamos. Si quieres saber más sobre sus alcances, en este artículo ampliamos el concepto.




















