Desde teléfonos móviles y ordenadores, pasando por coches híbridos, hasta armas y equipos médicos, requieren de tierras raras para su fabricación. La clave en parte está en sus grandes capacidades magnéticas. Por ejemplo, debido al cada vez más reducido tamaño de los dispositivos electrónicos, elementos como el iterbio y el terbio, con una alta conductividad eléctrica, permiten un mayor almacenaje. Asimismo, energías renovables como la eólica también dependen de las tierras raras, pues la infraestructura de los aerogeneradores sería inviable con grandes motores fabricados con otros materiales.
Sin embargo, el coste de extraer las tierras raras es muy alto. Además, estos minerales pueden estar contaminados por elementos radioactivos como el uranio, con sus riesgos para el medioambiente. Por ello se les considera tierras “raras”, pues son complicadas de encontrar en estado puro y de extraer. Con todo, son más abundantes que el oro o la plata, aunque se encuentran en yacimientos más dispersos. Las tierras raras, un elemento imprescindible en la economía verde: «Un generador eólico puede tener 250 kg».
Pero ahora hablamos mucho más de esos elementos porque el uso está muy extendido. Por ejemplo, en los imanes corrientes que podemos tener en los motores de las neveras de nuestras casas. Hasta ahí todo en orden. Lo que hace más cruciales las tierras raras es su condición de elemento imprescindible en la economía verde. “Un generador eólico puede tener 250 kg de tierras raras”, apuntan, cada año se usan un 5% más de ellas.
Según los expertos, desarrollar la economía verde también puede generar problemas al ecosistema. Las tierras raras tienen un componente contaminante en el proceso y también en los minerales. Lo más grave es la posibilidad de contaminación radiactiva fruto del desecho de materiales producidos del subsuelo como el torio y el uranio, lo que anula la posibilidad de producción agrícola del entorno. Se puede hacer un procesado no dañino con el medio ambiente, pero incrementa los precios.
La minería destinada a la obtención de tierras raras tiene el mínimo impacto ambiental posibl. Se sugiere que hay que tener en cuenta que cualquier proyecto tiene informes de impacto ambiental muy rigurosos.
Situación en España de las tierras raras
En España no se extrae ni un solo gramo de estos elementos, a pesar de que contamos con ellos y con los minerales de los que se consiguen. Los yacimientos de litio se encuentran en el sector oeste de España, la mayoría están entre Cáceres y Salamanca. En los años 80 se determinó que la zona sur, la zona en la que limitan Castilla-La Mancha y Andalucía, tenía un potencial muy grande.
El proyecto que más cerca estuvo se situó en el Campo de Montiel, en Ciudad Real. Lo desarrollaba la empresa Quantum Minería y levantó el rechazo de los vecinos de la zona. Finalmente, la justicia lo tumbó, aunque ahora la empresa trata de resucitarlo con cambios.
El ‘monopolio’ de China
Las tierras raras son una prioridad desde que Deng Xiaoping, el autor del giro hacia el socialismo de mercado e impulsor del enorme crecimiento chino, llegó al poder a finales de los 70. El líder de la reforma dijo aquello de que medio oriente tiene el petróleo, pero nosotros tenemos las tierras raras, señalan. La cuestión es que China tiene los elementos en su territorio, pero, como se ha visto en el caso de España, no es suficiente. Tienen los recursos y han invertido en gran medida en avances tecnológicos, además “han tenido mano de obra barata y, al principio, una legislación laxa con el medio ambiente.
China además tiene la capacidad de refinar y las tecnologías desarrolladas para intervenir en todo el proceso. Vázquez señala un ejemplo con minerales necesarios para las tierras raras: el 70% del cobalto mundial sale de la República Democrática del Congo, pero China refina más del 70% y muchas empresas del país asiático están allí controlando el proceso y exportando la materia.