Científicos de la NASA avisan de que las actividades humanas podrían crear atmósferas temporales en la Luna

Publicado el: 27 de diciembre de 2025 a las 18:55
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Astronauta de la NASA en la superficie de la Luna junto al módulo lunar durante una misión de exploración.

Aunque la Luna parezca un desierto sin aire, las próximas misiones Artemis no solo dejarán huellas en el polvo. Varios estudios de la NASA advierten que los cohetes, los rovers y hasta las mochilas de los astronautas podrían crear atmósferas temporales alrededor de las futuras bases lunares y alterar un entorno que hasta ahora era casi virgen.

Una “atmósfera fantasma” muy frágil

La Luna ya cuenta con una especie de atmósfera fantasma. Es la exosfera, una envoltura tan tenue que contiene solo unas 100 moléculas por centímetro cúbico en la superficie y donde casi nada choca con nada. Se forma, sobre todo, cuando diminutos meteoritos golpean el suelo y levantan átomos al espacio, junto con el efecto del viento solar.



Ese archivo de polvo y gas guarda pistas sobre la historia del Sistema Solar, del Sol y del propio agua que pudo llegar a la Tierra. El problema es que estamos a punto de revolverlo todo con nuestras propias botas y motores.

Qué cambiarán Artemis y los grandes aterrizadores

El equipo de la científica planetaria Rosemary Killen ha calculado cómo será la “Luna habitada” si los planes actuales se cumplen. La conclusión es clara. Aterrizar una nave grande, como Starship, levantar polvo con rovers, perforar para extraer hielo o simplemente abrir una esclusa de aire puede disparar la densidad de la exosfera alrededor de la base.



Killen estima que en las zonas cercanas a algunas actividades humanas el número de átomos podría multiplicarse por 100 000 y elevarse en columnas de unos 80 kilómetros de altura antes de extenderse por varios kilómetros sobre la superficie.

Otro trabajo, centrado en el escape de gases de mochilas, esclusas, rovers y módulos de aterrizaje, concluye que en torno al propio lander las concentraciones de vapor de agua pueden superar los 10 millones de moléculas por centímetro cúbico, más de un millón de veces por encima del valor mínimo medido para la exosfera natural.

En la práctica, eso significa que el entorno cercano a la base dejará de estar dominado por procesos naturales y pasará a estar controlado por lo que hagamos allí arriba.

Agua “nueva” sobre el hielo más antiguo

Una parte importante de esa contaminación será agua. El vapor procedente de los sistemas de refrigeración de los trajes, de las esclusas o del propio escape de los cohetes puede migrar poco a poco hacia los polos y acabar atrapado como escarcha en los cráteres en sombra permanente, donde hoy se conservan hielos que quizá llevan allí miles de millones de años.

Modelos recientes apuntan a que las plumas de escape de grandes aterrizadores podrían aportar del orden de decenas de toneladas de agua a esas regiones heladas después de unas pocas misiones, una cantidad comparable a la escarcha superficial que ya existe en algunos puntos.

Para la ciencia esto es un problema serio. Esos depósitos polares son una especie de “caja negra” del Sistema Solar que puede revelar si el agua de la Luna llegó sobre todo con cometas, con meteoritos o se fabricó in situ a partir del viento solar, algo que se puede estudiar comparando proporciones de hidrógeno pesado. Si mezclamos pronto agua “humana” con agua nativa será mucho más difícil descifrar ese mensaje.

Polvo tóxico y electrónica en riesgo

El gas no viaja solo. Cada aterrizaje potente será parecido a un chorro de arena a presión sobre el paisaje. Las simulaciones muestran que los motores pueden erosionar el regolito, lanzar fragmentos a gran distancia y crear nubes de polvo cargado eléctricamente que flotan durante un tiempo sobre la superficie.

Ese “plasma polvoriento” no es solo una curiosidad. Killen avisó de que el polvo cargado puede ser “extremadamente tóxico para las personas si llega a sus pulmones”, una situación que comparó con la enfermedad del pulmón negro en mineros.

Además, esas partículas pueden oscurecer paneles solares, atascar mecanismos y alterar la electrónica, justo lo que menos conviene cuando se intenta mantener con vida una base en un entorno tan hostil.

La Luna como archivo del origen de la vida

El artículo “Moon. Handle With Care” va un paso más allá y recuerda que la Luna conserva algo que la Tierra perdió en gran medida. En su superficie y, sobre todo, en los hielos de los polos y en el regolito poco alterado, podría haber restos de moléculas orgánicas llegadas en meteoritos y cometas que ayuden a entender cómo surgió la vida en nuestro planeta.

Si llevamos antes nuestras propias moléculas orgánicas, bacterias resistentes y residuos industriales, distinguir entre lo que era nativo y lo que hemos añadido se vuelve casi imposible. Los autores hablan incluso de que la Luna está a punto de entrar en su propio Antropoceno lunar, marcado por una huella química humana reconocible.

Hacia una “conservación planetaria” de la Luna

La propuesta de estos equipos no es frenar la exploración, sino hacerla con cabeza. Defienden una estrategia de “ciencia primero” en las zonas más frágiles, como los polos y la cara oculta silenciosa, y piden evaluaciones de impacto ambiental antes de desplegar minería, bases permanentes o tráfico intenso de naves.

Incluso plantean que se limite temporalmente la actividad en algunas regiones, por ejemplo en el polo norte, hasta entender bien qué efectos tiene la presencia humana en el sur. Y recuerdan que los tratados actuales dejan muchos vacíos sobre quién decide qué se puede hacer y qué no en la superficie lunar.

La gran pregunta es sencilla y, a la vez, incómoda. Queremos ir a la Luna para aprender de ella, pero si no actuamos con cuidado podemos borrar parte de esa información antes de leerla. Aún estamos a tiempo de que la próxima huella en el regolito no tape para siempre la historia que la Luna lleva escribiendo miles de millones de años.

El estudio «Moon: Handle With Care» ha sido publicado en Bulletin of the AAS.

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ECOticias.com El periódico verde

Equipo editorial de ECOticias.com (El Periódico Verde), integrado por periodistas especializados en información ambiental: naturaleza y biodiversidad, energías renovables, emisiones de CO₂, cambio climático, sostenibilidad, gestión de residuos y reciclaje, alimentación ecológica y hábitos de vida saludable.

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