En la cumbre climática de la COP30, que se celebra en Brasil, Amnistía Internacional ha hecho sonar una alarma global: al menos 2 000 millones de personas, aproximadamente una cuarta parte de la población mundial, viven a menos de cinco kilómetros de más de 18 000 infraestructuras operativas de combustibles fósiles distribuidas en unos 170 países.
El informe, elaborado junto al Better Planet Laboratory de la Universidad de Colorado, revela que la cercanía a instalaciones de carbón, petróleo y gas no es sólo una medición geográfica.
Se asocia con mayores riesgos para la salud humana —como cáncer o enfermedades cardiovasculares—, la degradación de ecosistemas críticos y la vulneración de derechos humanos.
2.000 millones de personas en riesgo: el mapa global de la exposición a infraestructuras fósiles
Unas 2.000 millones de personas, casi un cuarto de la población mundial, está en riesgo por vivir cerca de infraestructuras asociadas con los combustibles fósiles, según un informe divulgado este miércoles por Amnistía Internacional (AI) en la COP30 de Belém (Brasil).
El estudio, elaborado junto con la Universidad de Colorado, señala que el ciclo de vida de los combustibles fósiles «destruye ecosistemas naturales insustituibles y perjudica los derechos humanos, especialmente de aquellos que viven cerca de instalaciones de carbón, petróleo y gas».
El reporte calcula la dimensión potencial de los daños globales ocasionados por estructuras ya existentes y las planeadas.
En Brasil, sede de esta trigésima conferencia mundial del clima (COP30), las autoridades ambientales, con el aval del Gobierno federal, aprobaron la exploración de petróleo en una zona próxima a la desembocadura del río Amazonas, de alto valor biológico.
El informe, elaborado junto al Better Planet Laboratory de la Universidad de Colorado, revela que la cercanía a instalaciones de carbón, petróleo y gas no es sólo una medición geográfica.
Derechos humanos y ecosistemas: los impactos del ciclo de vida del petróleo, gas y carbón
«La constante expansión de la industria de los combustibles fósiles está poniendo en peligro miles de millones de vidas y alterando irreversiblemente el sistema climático«, dijo Agnès Callamard, secretaria general de AI.
La Universidad de Colorado, a través de su departamento ‘Better Planet Laboratory’, mapeó el grado de exposición de las poblaciones a las infraestructuras de combustibles fósiles, así como las emisiones globales diarias de gases contaminantes.
Los datos recopilados aseguran que, entre las personas que viven a menos de cinco kilómetros de instalaciones petroleras o similares, figuran 520 millones de niños expuestos al impacto medioambiental.
Agrega que «el sector de los combustibles fósiles sigue en expansión», lo cual «podría poner en riesgo al menos a 135 millones de personas más» en los próximos años.
En especial, señala que «el número de centrales y minas de carbón está aumentando principalmente en China y en India» y también alerta de que «más del 16 % de las infraestructuras de combustibles fósiles del mundo se encuentran en territorios indígenas«.
Llamamiento a medidas “robustas y vinculantes” contra la expansión fósil
El informe también incluye entrevistas con cerca de un centenar de personas afectadas, como pescadores artesanales en Brasil, defensores de tierras indígenas en Canadá o miembros de comunidades costeras en Senegal.
Los datos obtenidos se cruzaron después con investigaciones anteriores contra gigantes del sector de petróleo y gas en Ecuador, Colombia y Nigeria.
Las conclusiones, asegura Amnistía Internacional, «subestiman las verdaderas dimensiones globales de esa exposición, debido a lagunas en la documentación de los proyectos y a las limitaciones en los censos de diversos países» analizados.
En este sentido, la COP30, acogida por Brasil, adquiere una importancia especial: no sólo se discuten emisiones, adaptación y financiamiento climático, sino también el impacto humano y de derechos que conlleva la infraestructura del modelo energético actual.
Las conclusiones, asegura Amnistía Internacional, «subestiman las verdaderas dimensiones globales de esa exposición, debido a lagunas en la documentación de los proyectos y a las limitaciones en los censos de diversos países» analizados.
Este mensaje exige que los debates en la COP30 incluyan —como subraya Amnistía— a los pueblos más afectados: indígenas, comunidades tradicionales y activistas, que suelen estar en primera línea de la defensa de los territorios y que sufren con mayor intensidad los impactos de los combustibles fósiles.Seguir leyendo en ECOticias.com / EFE
















