Sequía: si Cataluña podía hacer algo mal, se ha superado y lo ha hecho peor. Greenpeace analiza las causas y consecuencias de la nefasta gestión del agua en la región y la incompetencia de la clase política y en especial de la inoperante Agència Catalana de l’Aigua. El modelo agroindustrial insostenible, el turismo intensivo y unas desaladoras que jamás serán la solución, Cataluña tiene un grandísimo problema que irá creciendo exponencialmente si no se toman medidas por la vía de urgencia.
Cuando en la agenda política catalana solo se habla del mono-tema de la independencia y nadie está en las cosas que de verdad afectan a la ciudadanía ocurren cosas como esta: Cataluña tiene los embalses de sus cuencas internas al 37 % (la media de los últimos diez años es del 77 % para esta época). Y aún falta por llegar lo peor del verano. La organización ecologista recorre la comunidad, ejemplo extrapolable a otras zonas del país, para mostrar, algunas causas y consecuencias de esta problemática que, de no atajarse de raíz, seguirá empeorando con el avance del cambio climático y el actual modelo agroindustrial y turístico.
Causas:
Regar sin ton ni son
La agricultura es uno de los grandes consumidores de agua en Cataluña. En las cuencas del río Ebro, hasta un 95 % del uso consuntivo del agua se destina a usos agroganaderos, mientras que en las cuencas internas, que es donde más se ha sufrido la sequía en los últimos años, los usos agrícolas representan casi el 40 % del consumo de agua, siendo el segundo mayor consumidor. Entre 2007 y 2020 Cataluña ha aumentado un 26,8 % sus hectáreas de regadío.
Macrogranjas: purines y contaminación del agua y el aire
Cataluña cuenta con 896 macrogranjas, 815 de porcino. Es, tras Aragón, la Comunidad con mayor número de cabezas de cerdo (8,7 millones, según datos de 2020). Según el Plan de Gestión del Distrito de Cuenca Fluvial de Cataluña 2022-2027, un 57 % de los acuíferos de las cuencas internas de Cataluña están contaminados, debido principalmente a la ganadería industrial. Las aguas subterráneas son fundamentales para, entre otras cosas, poder paliar los efectos de la sequía. En 2019 Cataluña fue la comunidad que más contribuyó al cambio climático a través de la producción cárnica, acumulando casi un 30 % de las emisiones totales, 20,5 millones de toneladas de CO2 equivalente.
El timo de las desaladoras
Según el Índice de Explotación del Agua (WEI), Cataluña sobreexplota en un 31 % su agua dulce disponible. Esto significa que la demanda actual sobrepasa el uso sostenible de los recursos hídricos, teniendo que depender de recursos no convencionales como la desalinización y regeneración. Las desaladoras deben ser la última opción para proveer de agua a la población. Estas instalaciones son altamente demandantes de energía, son muy caras de construir y mantener y generan residuos líquidos contaminantes (salmuera), que son arrojados al mar. Las desaladoras son una falsa solución con la que, bajo el argumento de que el agua del mar es infinita, justifican una carrera desenfrenada de políticas agrícolas, ganaderas, urbanísticas y turísticas insostenibles.
Turistificación
El consumo de agua derivado de la actividad turística puede ser especialmente relevante en zonas con estrés hídrico, como Cataluña. A nivel estatal, se estima que, mientras una persona residente consume una media de 133 litros/día, el turista medio puede llegar a consumir más de 300. En 2023 visitaron Barcelona y alrededores 26 millones de turistas, según el Observatorio del Turismo de Barcelona. Solo el puerto de la capital catalana recibió, en 2023, 803 cruceros con 3.568.000 pasajeros.
Controlar las piscinas privadas que no sean de uso comunitario
Aunque el uso de agua en el sector doméstico a nivel estatal ronda solo el 15 % del total, en lugares con restricciones, sería importante controlar las piscinas privadas que no sean de uso comunitario. En Cataluña se estima que existen unas 194.000 piscinas, de ellas unas 180.000 en las cuencas internas de Cataluña (es decir, sin contar la parte del Ebro), que están sufriendo más problemas por la falta de agua. Los campos de golf son también instalaciones muy demandantes de agua y Cataluña es la tercera comunidad con mayor número de ellas.
Consecuencias:
Cataluña no ha cumplido con la obligación de mantener los caudales ecológicos fijados por ley
La sequía catalana ha tenido efectos devastadores para los cauces fluviales y sus ecosistemas asociados. La Generalitat no ha cumplido con la obligación de mantener los caudales ecológicos fijados por ley, reduciéndolos drásticamente, hasta en un 90 %, en casos como el Ter, Muga y Llobregat, con daños como una alta pérdida de biodiversidad. En marzo de este año el inepto Govern de la Generalitat anunciaba la tala selectiva en bosques muy densos de Cataluña para aumentar las escorrentías de agua. Si bien es cierto que el arbolado intercepta y evapora el agua, la propuesta planteada generó confusión porque ponía el foco en que el arbolado es ladrón/competidor del agua, sin entrar en las verdaderas causas ni soluciones. Es fundamental fomentar una selvicultura con base hidrológica integrada en el resto de soluciones para evitar mensajes erróneos.
Masas forestales afectadas por la sequía
El proyecto Alerta Forestal recoge imágenes en dron de masas forestales afectadas por la sequía (ejemplares marrones o sin hojas). La sequía, las altas temperaturas y la falta de gestión forestal hace que sean masas muy vulnerables a plagas, enfermedades y, por supuesto, a la propagación de grandes incendios forestales. Se hace imprescindible invertir en gestión forestal a través de la selvicultura con base hidrológica.
Pueblos en fase de emergencia 1
A fecha de hoy, 28 de junio, se encuentran en fase de emergencia 1, los municipios del Alt Empordà que dependen del embalse de Darnius Boadella, así como el embalse de Riudecanyes y los municipios de Vallirana, Vacarisses y Sant Feliu de Codines. Por su parte las unidades de explotación Embalses del Llobregat, Embalses del Ter y Embalses del Ter-Llobregat se encuentran en fase de Alerta. No obstante, muchos municipios dependientes del sistema Ter-Llobregat (en concreto en la Serralada Transversal, en la Cabebera del Ter y en el Mig Llobgregat) así como del acuífero Fluvià-Muga en la zona de la Empordà, continúan en la fase de excepcionalidad. Mientras la población sufre restricciones, se sigue despilfarrando agua en otros sectores.
Con este escenario, la organización ecologista propone una serie de medidas necesarias para abordar, cuanto antes, la mejora de la gestión del agua:
Reducir la superficie de regadío intensivo e industrial
Prohibir proyectos altamente demandantes de agua
Mejorar el control del uso ilegal de agua, cerrando los pozos ilegales
Descartar la construcción de más infraestructuras hidráulicas
Detener y reducir la ganadería intensiva
Establecer una hoja de ruta para la transición hacia la agroecología
Establecer perímetros de protección en todas las zonas de captación de agua
Fomentar la incorporación de medidas de ahorro y reutilización del agua en todos los nuevos -edificios y desarrollos urbanísticos
Aumentar el presupuesto destinado a la gestión forestal
Priorizar alimentos de origen vegetal, ecológicos, locales y de temporada.