Aparece un curioso combustible español que destroza al hidrógeno. Los campos se convertirán en “gasolineras naturales”. El uso de combustibles fósiles está llegando a su fin para dejar paso a nuevas alternativas menos contaminantes. Hasta ahora, algunas de las más llamativas han sido la electricidad y el hidrógeno, pero son las únicas que acaparan titulares.
La necesidad de utilizar fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles nace de los catastróficos registros existentes acerca de los altos niveles de contaminación atmosférica. En un contexto trágico y con un pronóstico difícil de afrontar para la humanidad, frenar el cambio climático y reducir la contaminación atmosférica es la única solución para ver la luz al final del final.
Con la quema de combustibles fósiles para el transporte, la producción de electricidad o diferentes procesos industriales, se liberan grandes cantidades de CO2 al aire que respiramos. El principal gas responsable del incremento del efecto invernadero y del aumentado de la temperatura media del planeta debe ser reducido para mitigar el cambio climático actual.
Un curioso combustible español acaba con el avance del hidrógeno
Todo apunta a que España es la tierra prometida para el desarrollo de biometano purificado a partir de residuos. El territorio español, al igual que muchos otros países del mundo, tiene la necesidad de descarbonizar, contribuir al mundo rural y ganar soberanía energética. Dispone de una materia prima abundante en sus cultivos, bosques, fábricas y ciudades.
Según datos oficiales de 2021 (antes de la inversión de Ucrania), España contaba con 69,1% de dependencia energética exterior y se entiende el carácter estratégico de la infraestructura en la que trabaja la empresa energética Redexis, una compañía especializada en producir biogás y biometano a partir de residuos orgánicos.
La tecnología que utilizan se llama digestión anaeróbica y no es algo inédito. Es más, imita un proceso desarrollado por la naturaleza desde el origen de ella: la descomposición biológica de la materia orgánica en ausencia de oxígeno, con el gas como subproducto derivado del proceso.
Lo revolucionario es que esta técnica optimiza la capacidad y la eficiencia hasta la escala industrial, cómo trata cada vez más tipos de materias primas, la purificación del biogás (que en esa instancia contiene entre un 50 y un 70% de metano) y lo enriquece hasta el 97% para producir un producto mucho más versátil en cuanto a uso: biometano.
Con una pureza comparable a la que encontramos en el gas natural, el biometano se utiliza para calefacción y refrigeración de viviendas o locales, además de como combustible en cocinas o industrias pesadas, donde los procedimientos que emplean temperaturas muy altas son complicados de electrificar.
El hidrógeno queda a un lado con la proliferación de este combustible español
También sirve para el transporte de personas y mercancías en vehículos de combustión que requieren de gas natural, pero no hacen ninguna modificación en ellos. Además, genera calor y electricidad en sistemas de cogeneración, hoy fundamentales para que el mix energético responda al volumen y los picos de demanda.
En este punto es en el que pueden sumarse ingresos adicionales a través de la venta de energía renovable y derivados del refinado como fertilizantes orgánicos. Esta industria emergente (producción del biometano) toma su abastecimiento de recursos locales, que van desde la biomasa de cultivos y montes a desechos ganaderos. En este ciclo, también tienen en cuenta los restos de la industria agroalimentaria, de vertederos, residuos sólidos urbanos y lodos de depuradoras.
La apuesta por el biometano supone una opción diferente y sostenible con amplias ventajas ambientales, económicas y sociales. Un curioso combustible español que destroza al hidrógeno, al que muchos llaman “combustible del futuro”.



















