Los últimos resultados financieros de Tesla se han publicado recientemente y lo que se aprecia es que el gigante de los coches eléctricos está viendo cómo sus beneficios se derriten como la nieve al sol, con una vertiginosa caída del 45% respecto al año pasado. Suficiente para hacer temblar a más de un inversor.
Pero Elon Musk no sería él mismo si no viera siempre el vaso medio lleno. El jefe de Tesla sigue apostando fuerte por el futuro, aunque eso signifique retrasar ciertos plazos de presentación. Este es al caso del famoso proyecto de los robotaxis que ha sido pospuesto dos meses. En vez de conocerlo en agosto, tendremos que esperar hasta el 10 de octubre de 2024.
Los números de Tesla, duelen
Empecemos por los ‘molestos’ números. Tesla registró una ganancia neta de 1.470 millones de dólares en el segundo trimestre de 2024. Eso puede parecer enorme, pero en realidad está muy por debajo de las expectativas de los analistas, que las cifraban en 1.900 millones de dólares. Y sobre todo, es una caída del 45% respecto al mismo periodo del año pasado.
En cuanto a los ingresos, la situación es un poco mejor, con un ligero aumento del 2%, lo que equivale en cifras a 25,5 mil millones de dólares. Pero este crecimiento se debe principalmente a sectores auxiliares como el almacenamiento de energía y la venta de créditos regulatorios, no al negocio principal de Tesla, que es la venta de coches eléctricos.
En este ámbito, el negocio disminuyó en un 4,7% respecto al año pasado. Tesla sigue siendo el líder del mercado, pero la competencia se está volviendo cada vez más feroz, particularmente la que proviene de China, donde actores como BYD están ganando impulso y ‘comiéndole’ terreno.
La arriesgada apuesta de los robotaxis
A pesar de estos resultados poco halagüeños, Elon Musk sigue pensando en grande y aprovechó el anuncio de los resultados para reafirmar su fe en el proyecto de los robotaxis. Dijo que convertir todos los vehículos Tesla en una “flota autónoma gigante” podría elevar la valoración global de la compañía a 5 billones de dólares.
También explicó que la presentación del primer robotaxi previsto inicialmente para agosto, se retrasará hasta octubre. Algo que podría parecer trivial, pero que dice mucho de los retos tecnológicos a los que se enfrenta la empresa.
Porque no nos engañemos, la apuesta de los robotaxis es tremendamente arriesgada. No se trata solo de poner en circulación coches sin conductor (lo que ya supone todo un desafío), sino de crear todo un ecosistema de transporte autónomo. Una tarea titánica que requiere inversiones colosales en I+D e infraestructuras.
Tesla y la IA
Ante estos desafíos, Musk apuesta fuerte por la inteligencia artificial. La compañía ha invertido mucho en infraestructura de IA, en particular ampliando su “gigafábrica” en Texas para albergar un grupo de 50.000 chips de supercomputadora dedicados al aprendizaje de la conducción autónoma.
Estas inversiones se reflejan en los gastos operativos de Tesla, que se dispararon un 39% hasta casi alcanzar los 3.000 millones de dólares. Un aumento que pesa mucho sobre los márgenes de la empresa, ya debilitados por estrategias agresivas de reducción de precios, destinados a estimular la demanda.
La empresa se encuentra en una encrucijada. Por un lado, debe enfrentarse a una competencia cada vez más dura en el mercado de los coches eléctricos “clásicos”. Por el otro, apuesta todo por tecnologías futuristas como los robotaxis y la IA, a riesgo de descuidar su negocio principal.
La apuesta es innegablemente audaz, pero los inversores parecen escépticos por el momento. Aunque Elon Musk sigue convencido de que la empresa solucionará el problema de la conducción autónoma y que sus robotaxis transformarán radicalmente el valor de su empresa.



















