Hoy hablaremos de sexo salvaje entre las especies animales. Según el sitio en el que viven, los recursos con los que cuentan, su propia estructura física y cien detalles más, cada especie ha tenido que ir adaptándose con tal de traer al mundo nuevos especímenes y promover la biodiversidad.
Y la idea principal es que estos sean los mejores que puedan procrearse. Por lo que, tanto los cortejos, como la elección entre la monogamia o la poligamia, son parte del proceso evolutivo y seleccionador que les permite sobrevivir en la naturaleza y sus métodos pueden parecer sexo salvaje.
Para ello, los animales suelen tener metodologías sexuales y comportamientos de apareamiento que pueden asombrarnos, pero que son la clave de su conservación como especie. De hecho, la reproducción en el reino animal puede ser francamente sexo salvaje.
Ácaro del terciopelo (Trombidium holosericeum)
Este pequeño parásito de color rojo hace lo que algunos científicos han dado en llamar “un jardín del amor”. Ya que coloca su semen en forma de pajillas o tallos y deja un rastro hormonal. Si una hembra se prenda de su “obra de arte” se acercará para auto-fecundarse. Si lo encuentra, otro macho lo destruirá y creará su jardín particular, borrando las huellas del anterior.
Babosas leopardo (Limax maximus)
Son hermafroditas, por lo que si bien pueden tener características externas de macho o hembra, ambos tienen órganos reproductores de los dos sexos. Como forma de mantener la especie y evitar la endogamia, necesitan aparearse e intercambiar semen para fecundar sus propios huevos y tienen penes del tamaño de sus cuerpos.
El coito de estas babosas tarda hasta 24 horas, por eso se incluye en la lista de sexo salvaje. Durante las cuales sus órganos reproductores se entrelazan unos con otros en una variedad de formas complejas y diferentes patrones. Luego se suben a una zona alta y se descuelgan mediante un hilo de moco para no dejar huella de dónde depositan sus huevos.
Bonobos (Pan Paniscus)
Entre estos primates, el sexo salvaje es algo muy común y hay quienes los tachan de promiscuos. Dentro del reino animal, los Bonobos y los humanos son los únicos que practican el coito cara a cara. El clítoris femenino está muy desarrollado y las hembras suelen ser multiorgásmicas. Solo una de cada cuatro cópulas tiene fines reproductivos. También practican el sexo oral y los besos “con lengua”, de forma hetero y homosexual.
Caracoles
Los caracoles, “primos hermanos” de las babosas, también son hermafroditas. En algunas especies, para copular se enlazan unos a otros con una especie de “dardo” que los mantiene juntos durante horas intercambiando material genético durante una cópula de sexo salvaje.
Liebres
En algunas especies de estos mamíferos, las hembras ovulan en todo momento, por lo que son capaces de copular durante el proceso de gestación y volver a preñarse. A esto se le llama supergestación. Y lo más curioso es que los nuevos embriones “aguardan” el nacimiento de la camada anterior, para ocupar su lugar en el vientre materno.
Pájaro ostrero (Haematopus Ostralego)
En ocasiones se ha podido observar que estas aves forman alianzas de dos hembras y un macho. En dichas tríadas el macho copula con ambas hembras y estas pueden tener relaciones entre sí. Es un comportamiento poco habitual. Pero tras el coito, cada cual toma su propio camino.
Piquero Pardo (Sula leucogaster)
Existen algunas aves que realizan lo que se llama “monta inversa”, que significa que es la hembra la que “cubre” al macho durante la cópula. Lo llamativo en este caso es que algunas hembras del piquero lo hacen varias veces con diferentes ejemplares, hasta encontrar a su pareja estable, con la que convivirán el resto de su vida. Pero incluso tras su elección, ocasionalmente se echan una “cana al aire” consentida por el macho.
Puercoespín europeo (Hystrix cristata)
Para cortejarla, varios machos persiguen a la hembra y tratan de rociarla con su orina. Una vez que ella decide quién será el afortunado, le exige copular entre 8 a 12 horas durante varias noches seguidas. Si no se encuentra satisfecha, lo abandona y se busca a otro amante más potente. Sexo salvaje
Ratones de pradera (Microtus ochrogaster)
Son parte de tres por ciento de los mamíferos monógamos que existen, pues se aparean entre ellos de por vida. Tiene un lazo de pareja muy fuerte y ambos pueden comportarse de manera agresiva, con tal de desalentar a la competencia de intervenir en sus sesiones de sexo salvaje. Sin embargo, los ratones de campo de montaña, que comparten el 99 % de sus genes con los de campo, se conforman con una cópula de una sola noche y cada cual se va por su lado.
Chinche del murciélago (Cimex pilosellus)
Estos parásitos hemípteros (se alimentan de sangre) y varios otros de la misma especie, tienen una curiosa (y dolorosa) forma de fertilizar a las hembras. Los machos las atraviesan con un aguijón depositando el semen directamente en la hemolinfa (el símil de la sangre) en un proceso que se denomina “inseminación traumática” y ocupa un lugar prominente en la lista de sexo salvaje. También lo hacen con otros machos provocándoles graves heridas y acabando con la competencia.
Estas conductas diversas nos recuerdan que no hay una manera “correcta” o “incorrecta” para responder a esta especial llamada de la naturaleza. Y que, al parecer, en el reino animal todo vale.