Este es el caso del aguilucho cenizo (Circus pygargus), una grácil rapaz migratoria que regresa cada primavera a la península para reproducirse. El aguilucho cenizo está catalogado como ‘Vulnerable’ en el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de CLM, siendo su estado de conservación poco halagüeño en el Campo de Montiel.
Uno de las actuaciones más ambiciosas del proyecto ‘ESTEPASS II: Mejora del hábitat y conservación del aguilucho cenizo y el cernícalo primilla en el Campo de Montiel’, que cuenta con la colaboración de Fundación Montemadrid y CaixaBank, ha consistido en realizar censos de esta especie por gran parte del territorio del Campo de Montiel (Ciudad Real), prestando especial atención a antiguas colonias conocidas en la zona, fruto de estudios anteriores.
Este trabajo de censo, donde han colaborado varios voluntarios de la zona, ha permitido localizar dos colonias importantes y hacer un seguimiento de los nidos durante cuatro meses, con el fin de contactar con los propietarios de las parcelas para informarles y acordar medidas de protección de cara a la campaña de siega. A la espera de valorar y decidir las medidas de protección para un último nido identificado en una de las colonias donde la temporada de siega va más atrasada, ya se han obtenido resultados muy satisfactorios.
El esfuerzo de varios meses y la buena disposición de los propietarios de las parcelas y de los agentes medioambientales de la zona se ha traducido en 16 pollos de aguilucho cenizo que han tenido la oportunidad de completar su desarrollo tras la siega. Las medidas de protección empleadas han variado en función de las circunstancias y el estado de desarrollo de los pollos. En una de las colonias la mayoría de los pollos consiguieron volar antes de la siega gracias a un acuerdo con los propietarios y el maquinista para retrasar la cosecha hasta que éstos tuviesen la capacidad de volar bien.
El mismo día de la siega, se estuvo presente para asegurar que los pollos no corrían peligro durante la cosecha, haciendo una última revisión a pie de las parcelas y vigilando desde la cosechadora que no quedasen pollos rezagados. Como resultado, se retiraron dos pollos más que aún no volaban bien pero ya eran volantones, volviendo a dejarlos tras la cosecha al refugio de la paja cerca de su nido. Unos días después, se protegieron en otra colonia tres pollos más, en este caso mucho más tardíos, por lo que se acordó con el propietario una compensación por dejar un rodal de unos 500 m2 alrededor del nido.
En la recta final del proyecto, seguimos haciendo un seguimiento de los pollos rescatados y esperamos poder proteger algún nido más, aumentando así la cifra de pollos que emprenderán su viaje a sus cuarteles de invierno en África, un esfuerzo necesario para una especie cada vez más escasa en el Campo de Montiel.
Fuente: fundacion fire