Saule, que ha participado en la clausura del seminario ‘Ley de Aguas de Andalucía’, organizada por la Universidad Pablo de Olavide (UPO) en el marco de los cursos que ofrece en verano en Carmona (Sevilla), en la que ha impartido la conferencia ‘Agua, derechos humanos y ciudadanía’, ha señalado que hoy día «es necesario ampliar la perspectiva del agua porque no sólo hay que verla como un bien esencial de las personas de forma individual, sino que precisa ser considerado como un bien de toda la colectividad, al igual que recursos naturales».
Según explicó la UPO en una nota, para el profesor, la ciudadanía es un aspecto esencial para que haya acciones de los gobiernos y de diferentes sectores de la sociedad destinadas a promover políticas públicas de defensa del agua, que debe considerarse un recurso sostenible, principalmente para garantizar el consumo de las poblaciones más frágiles y vulnerables socialmente.
«Es necesario un proceso de conciencia ciudadana, de cambiar la forma de uso de los recursos naturales, valorando el agua como un bien esencial y, por tanto, no desperdiciándola ni derrochándola, sobre todo si tenemos en cuenta que hay muchas personas que carecen de ella», aseguró y reconoció que esto forma parte de una perspectiva de ciudadanía activa «y tiene que basarse en acciones de control de este recurso, tanto individual como colectivamente, promoviendo el uso racional del agua para intereses sociales y no para satisfacer intereses económicos».
El presidente del Instituto Brasileño de Derecho Urbanístico apuntó que en Brasil, el 30 por ciento de los hogares carece de un acceso adecuado al agua, lo que afecta a aproximadamente 23 millones de domicilios a lo largo de todo el país, y también hay una estimación de 1.300.000 personas que viven en asentamientos informales en el mundo, lo que significa que entre los principales servicios de los que carecen es el agua de calidad.
Además, lamentó que la falta de agua genere serios problemas de salud en las personas y en las condiciones de vida, principalmente porque el acceso a un agua de calidad es muy difícil y se usan otras fuentes de agua, en muchos casos contaminadas.
«En Brasil, la mayoría de las personas tienen que comprar aguas minerales, porque la calidad del agua de los grifos no está garantizada. Quien tenga las condiciones económicas adecuadas podrá comprar agua podrá beber de una forma segura, quien no pueda hacerlo, estará más expuesto a contraer enfermedades, debido a la insalubridad del agua», concluyó.
ECOticias.com – ep