La Comisión Europea, a través de la Agencia de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), impulsa desde hace meses una de las propuestas de las últimas décadas que de una vez por todas podría limitar la caza y la pesca, especialmente las que esparcen plomo por los campos y ríos de Europa.
Su plan pretende limitar drásticamente cualquier cartucho o aparejo de pesca que contenga más de un 1% de plomo. Para la caza menor se baraja un periodo de transición de cinco años; para la mayor, solo 18 meses. Los cazadores y pescadores están cabreados, pero los científicos aplauden la medida y la justifican.
De hecho, la comunidad científica insta al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) del Gobierno de España a no aplicar moratorias ni excepciones al borrador de la restricción propuesta por la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA) sobre el uso de plomo en la munición de caza y en la pesca.
La caza es terrible, innecesaria y tóxica
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) del Gobierno de España ha presentado dos alegaciones clave que preocupan a la comunidad científica. Primero, el MAPA ha argumentado que los plazos establecidos en el borrador para la eliminación del plomo en la munición de caza son demasiado cortos, por lo que solicita una extensión de entre 5 y 10 años para la implementación total de la restricción.
En segundo lugar, debido a las altas densidades que los jabalíes alcanzan en algunas zonas y a los potenciales riesgos sanitarios asociados, el MAPA solicita que el control poblacional de esta especie se siga llevando a cabo con munición de plomo, aduciendo motivos de disponibilidad, precio y seguridad.
Sin embargo, los científicos firmantes de la carta consideran que, si bien un período de adaptación es razonable, no hay justificación para que este supere los 5 años, dado que «ya existen en el mercado alternativas seguras y efectivas que están siendo usadas por cazadores de todo el mundo, incluida España».
Para la comunidad científica, la segunda alegación del MAPA es considerada «si cabe más preocupante y menos razonable», dado que generaría una incongruencia en el uso de tipos de municiones –permitiendo el uso de munición alternativa sin plomo para la caza deportiva, pero no para el control poblacional– lo que «dificultaría enormemente la aplicación efectiva de la restricción». Con ello, la administración se enfrentaría a la dificultad de «valorar y decidir cuándo una acción cinegética es un control poblacional o caza deportiva habitual» si se permite a los cazadores realizar dichos controles.
Carta contra el plomo
La carta dirigida al MAPA, que también ha sido compartida con el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), ha sido elaborada por los doctores Rafael Mateo, investigador del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC); Mónica Martínez-Haro, investigadora del Grupo de Investigación en Toxicología de Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC – CSIC, UCLM, JCCM).
Además de José A. Donázar, investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC), destacados expertos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) por su dilatada experiencia en el estudio de los impactos derivados del plomo sobre el medio ambiente, la fauna silvestre y la salud pública.
La toxicidad del plomo es un hecho ampliamente reconocido, considerado desde la antigüedad como «uno de los metales tóxicos con un mayor impacto en la salud de las personas, los animales y el medio ambiente». Se ha establecido que «no existe un nivel seguro de exposición» a este metal, lo que ha llevado a su eliminación en numerosas aplicaciones y su sustitución por materiales menos peligrosos.
De hecho, tanto la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) como la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) han emitido advertencias claras, reconociendo que «los niños y las embarazadas no deberían comer carne de caza debido al riesgo para su salud que representan los residuos de plomo de la munición». Sin embargo, su uso en la munición de caza y tiro deportivo, así como en pesos de pesca, persiste.
El problema se extiende al ámbito ambiental. El uso de munición de plomo en la caza terrestre implica la diseminación anual de aproximadamente 14.000 toneladas de este metal en «montes y tierras agrícolas de Europa». Este plomo «no va a desparecer»; «seguirá siendo plomo y una vez se haya disgregado el perdigón no hará más que contaminar suelos, aguas y la red trófica».
Además, el impacto en la fauna silvestre es considerable, especialmente en las aves, habiendo sido la intoxicación por ingestión de partículas de plomo diagnosticada en al menos 13 especies de aves rapaces en España, todas ellas estrictamente protegidas. Así, la carta enfatiza la urgencia de la prohibición, advirtiendo que «cuanto más se tarde en prohibir el uso del plomo en la munición de caza más contaminado estará nuestro medio ambiente».
Por todas estas contundentes evidencias, y otras recogidas en el informe elaborado por la ECHA sobre los riesgos que representa para la salud pública y ambiental el uso de plomo en la caza, tiro deportivo y pesca deportiva, los tres autores y los más de 130 científicos que se adhieren a esta carta.
Entre ellos se incluyen la inmensa mayoría de los científicos especialistas en el estudio de los efectos del plomo en la conservación de la biodiversidad en España, expresan su «total apoyo al borrador para la «Modificación del Anexo XVII a la Regulación (EC) 1907/2006 de Parlamento Europeo y el Consejo relativo al Registro, Evaluación, autorización y Restricción de Sustancias Químicas (REACH) con respecto al plomo en la munición y los plomos de pesca», tal y como ha sido presentado». Su postura es clara: «sin moratorias a su aplicación ni, sobre todo, excepciones como la del uso en control poblacional».
La carta, que puede consultarse íntegramente en este enlace, es una llamada urgente a la protección de la salud pública, la fauna y el medio ambiente, instando al MAPA a reconsiderar sus alegaciones y alinearse con la evidencia científica para una prohibición del plomo que sea verdaderamente efectiva y sin fisuras.