Cómo se desenvuelven los ‘cormoranes moñudos‘ ante el cambio climático: el mundo natural está profundamente afectado por las actividades humanas. Una octava parte de todas las especies están actualmente amenazadas de extinción en un futuro próximo, y en gran parte debido al cambio climático. Ante la degradación de sus hábitats, las especies que sobrevivirán serán aquellas capaces de adaptarse.
Un equipo de investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología intenta comprender mejor la migración estacional y su papel ante el cambio climático estudiando a los cormoranes moñudos (Gulosus aristotelis). El seguimiento a largo plazo de la migración de esta especie, clasificada en peligro de extinción en el Reino Unido, comenzó hace unos quince años a lo largo de la costa escocesa.
En respuesta al aumento de las temperaturas (+ 1,1°C actualmente), muchas especies vegetales y animales de zonas templadas se están desplazando a altitudes más elevadas o a los polos, donde las temperaturas son más frescas.
Para muchas otras, los acontecimientos anuales de su ciclo vital, como la migración, la salida de la hibernación o la reproducción, se producen más temprano en el año. Aunque teóricamente estas adaptaciones podrían ser posibles gracias a la evolución genética, en la actualidad parecen ser muy raras en la naturaleza.
Además del calentamiento global, el cambio climático está provocando fenómenos meteorológicos extremos (tormentas, inundaciones, incendios) cada vez más frecuentes e intensos. Para sobrevivir a estas alteraciones rápidas y profundas de su entorno, algunas especies pueden escapar a estos episodios desfavorables migrando temporalmente.
Migrar para adaptarse al cambio climático
Muchos animales migran entre dos periodos de reproducción, realizando una migración estacional. Esta migración se entiende como un medio de seguir las condiciones de vida más favorables a lo largo de un año, pero puede representar sin embargo un riesgo y un coste energético importantes. En función de las condiciones ambientales, puede haber evolucionado un compromiso entre migración y sedentarismo, y en el reino animal existe una sorprendente diversidad de comportamientos migratorios.
Como la mayoría de las especies migratorias, se dice que la población de cormoranes moñudos estudiada es parcialmente migratoria, ya que algunos individuos migran a lo largo de la costa durante el invierno, mientras que otros permanecen en la zona de cría todo el año. Tanto en verano como en invierno, los científicos inspeccionan la costa para identificar a cada cormoran moñudo, al que previamente han anillado con números únicos que pueden verse a distancia.
Las aves observadas durante todo el año en la zona de cría se califican así de «residentes», mientras que las que se encuentran en otros lugares durante el otoño o el invierno son «migrantes». Gracias a las más de 80.000 observaciones de 12.000 cormoranes moñudos diferentes, ahora es posible entender por qué ciertas aves eligen migrar, y cómo esto podría ayudarles a adaptarse al cambio climático.
Los investigadores han descubierto que durante las tormentas invernales migran más cormoranes moñudos, lo que aumenta sus posibilidades de supervivencia en comparación con los cormoranes moñudos residentes que permanecen en la zona de cría. Pero, ¿qué pistas utilizan los cormoranes moñudos para predecir la llegada de una tormenta?
¿Podría esta capacidad de modular su estrategia migratoria en función de las condiciones ambientales estar extendiéndose a esta población? En resumen, ¿podría la migración estacional de los cormoranes moñudos ser una ventaja frente al cambio climático y su cúmulo de fenómenos extremos?
¿Cómo eligen migrar los cormoranes moñudos?
Para responder a estas preguntas, los científicos han realizado un nuevo estudio que utiliza modelos estadísticos avanzados para predecir la propensión de los cormoranes moñudos a emigrar en función de las condiciones ambientales. Una de las mayores dificultades de estos análisis es la imposibilidad de que los científicos observen sistemáticamente a todas las aves que viven en libertad en su entorno natural. En el campo, por tanto, siempre hay una proporción de individuos que no puede detectarse.
En este caso, el truco consiste en distinguir estadísticamente por qué no se observaron determinados cormoranes moñudos durante las prospecciones costeras. ¿Estaban en otra zona de invernada? ¿Fueron a pescar o se escondieron detrás de una roca? ¿O no sobrevivieron?
Relacionando las posibilidades de observar a cada cormorán anillado con su zona de invernada y con las condiciones ambientales locales a lo largo del año (como temperatura, precipitaciones, velocidad y dirección del viento, altura de las olas, cantidad de alimento, número de cormoranes moñudos en la zona…), es posible saber así en qué medida, y en función de qué componentes de su entorno, los cormoranes moñudos deciden migrar o quedarse. ¡Las investigaciones están en marcha!
¿Modificación del comportamiento ante el cambio climático transmitida por los genes?
Los investigadores creen que, en muchos casos, la modificación del comportamiento por sí sola no bastará para adaptarse al cambio climático. En algunos casos, sólo permitirá respuestas inadecuadas, demasiado limitadas y/o costosas para los organismos afectados. Así pues, a menudo será necesaria la adaptación genética para que las poblaciones naturales puedan persistir.
Dado que la propensión a migrar facilita la supervivencia de los cormoranes moñudos durante las tormentas, esta estrategia podría extenderse por la población a través del proceso de selección natural. Para ello, este comportamiento migratorio y su sensibilidad al medio deben tener un origen al menos parcialmente genético.
El componente genético que explica la migración estacional y su variabilidad se estimará a partir del árbol genealógico de los cormoranes moñudos de esta región. Cruzando estadísticamente las diferentes estrategias migratorias de los cormoranes moñudos y su grado de parentesco (padre/hijo, abuelo/nieto, primo/primo…), será posible deducir la parte heredable de la migración estacional y su sensibilidad al medio, y por tanto su potencial adaptativo.
Este proyecto de investigación pretende arrojar luz sobre las capacidades potenciales de resiliencia y adaptación de las especies migratorias, aún poco estudiadas por ser especialmente complejas de abordar.
Nuestra capacidad para predecir los movimientos de las especies migratorias y su posible evolución es esencial para comprender la ecología de estas especies, especialmente afectadas por las actividades humanas, y allanar así el camino hacia nuevos protocolos de conservación.
Pero no olvidemos, por desgracia, que ningún avance de la ciencia de la conservación podrá responder a la creciente emergencia medioambiental provocada por las actividades humanas como el cambio climático.
Suzanne Bonamour, investigadora posdoctoral (Marie Skłodowska-Curie), Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología.